Por: Lázaro Sarmiento
Ese día sentí una felicidad expansiva, casi irídica. Había empezado a trabajar en una estación de radio ubicada en el lugar que para mí entonces era el centro del universo: La Rampa, en La Habana. Y aunque he sido infiel a muchas emociones, otras-como la primera vez "en el aire"- han quedado ancladas en la zona izquierda del cerebro donde, dicen, están las neuronas de la felicidad.
“… aprecio y respeto la humilde y tenaz fidelidad que determinadas personas –sobre todo mujeres- mantienen por sus gustos, sus discos, sus antiguas empresas, por las fiestas desaparecidas: admiro su voluntad de seguir siendo los mismos en medio del cambio, de salvar su memoria, de llevarse con la muerte la primera muñeca, un diente de leche, un primer amor.”
En la consulta del dentista, mientras esperaba mi turno con el terror, me hice acompañar de un libro que fue una de las lecturas deslumbrantes de mi juventud: Las Palabras (Les Mots) de Jean Paul Sartre, publicado en La Habana en 1970 en la Colección Testimonio del Instituto del Libro. Este texto era la primera parte de una autobiografía entonces inconclusa.
“He conocido a hombres que se acostaron ya tarde con una mujer envejecida por la simple razón de que la habían deseado en su juventud…A mi no me duran los rencores y lo confieso todo, complacientemente; estoy muy bien dotado para la autocrítica a condición de que no pretendan imponérmela.”
Disfruto de ese Sartre que, siendo en apariencia tan autobiográfico y personal, no deja de ser un malicioso manipulador. Pero no siempre podré afirmar como este discutido intelectual: “…soy constante en mis afectos y en mi conducta pero infiel a mis emociones…”.
Porque hay emociones a las que guardamos una reconfortante lealtad.
La Habana La Rampa emociones lealtad Sartre Las Palabras
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viernes, 30 de diciembre de 2011
domingo, 17 de mayo de 2009
CINE LA RAMPA DE LA HABANA.
Por: Lázaro Sarmiento
El cine de Ensayo La Rampa forma parte casi a diario de mis rutas visuales pues vivo a unos cien metros de esta instalación de la calle 23 en el Vedado. Hoy observé que están cambiando las planchas de mármol que cubren una parte de su fachada. Se trata de un necesario retoque de maquillaje en la sala inaugurada en enero de 1955 con el propósito de exhibir filmes de reconocidos valores artísticos.
La Rampa fue uno de los primeros cines en pasar al control del Gobierno Revolucionario. El 11 de noviembre de 1959 la Compañía Operadora de Espectáculos La Rampa S.A. y su moderno cine fueron intervenidos por la Resolución 1104 del Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados.
La Compañía que controlaba La Rampa era propiedad de Francisco G. Cajigas García del Prado, Luis Humberto Vidaña Guasch, José Miguel Arado de la Cruz y Buenaventura F. Dellundé Puyáns. Todos tenían empresas que iban desde arroceras y fincas ganaderas hasta valiosas minas de manganeso y hierro. En muchos casos, esos negocios prosperaron gracias a relaciones políticas y a turbios manejos con Fulgencio Batista.
Para embarcar sus minerales por Oriente, Francisco Cajigas se valía de influencias con autoridades gubernamentales, entre ellas el Gral. Alberto Río Chaviano a quien pagaba $5 0000 mensuales. Y Cajigas contribuyó a la campaña presidencial de Batista con $100 000 en efectivo. Esta suma se la entregó personalmente al militar en el campamento de Columbia (Ver: Los Propietarios de Cuba 1958, de Guillermo Jiménez.)
Otro de los dueños del cine La Rampa, Buenaventura Dellundé Puyáns, era político y propietario del Bufete Dellundé que tenía sus oficinas en el Edificio Bacardí. Fue representante a la Cámara de 1948 a 1952.
En el cine La Rampa se estrenó el 30 de diciembre de 1960 Historias de la Revolución, de Tomás Gutiérrez Alea, el primer largometraje de ficción realizado por el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, ICAIC, fundado en marzo de 1959.
La Rampa: 900 butacas.
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domingo, 4 de enero de 2009
Radio Ciudad en los mapas del cielo.
Por: Lázaro Sarmiento
Llamando a todas las estrellas.
Llamando a todas las estrellas.
Si en el universo hay seres capaces de captar este mensaje
que respondan!
Este mensaje se transmitía a finales de la década de 1980 desde Radio Ciudad de La Habana, de lunes a viernes, entre las 10 y las 11 de la noche. Durante ese horario, el programa Radio Futuro, dirigido por el autor de este blog y conducido por los locutores Gladys Roque y Danilo José, pretendía establecer contacto con seres de otros sitios de la galaxia a través de la modesta antena de la emisora, ubicada en la azotea del Edificio ENE, en La Rampa, la zona de la capital cubana preferida por los jóvenes.
En Radio Ciudad de La Habana teníamos la esperanza de que en cualquier momento, al abrirse la puerta del ascensor, recibiríamos el saludo de alguna extraña criatura venida de un planeta lejano.
Muchos años después de los “divertimentos galácticos” de Radio Ciudad, el poeta Sigfredo Ariel, en esa época uno de los pilares de la emisora, publicó en su libro Born in Santa Clara (Ediciones Unión, 2006) el siguiente poema que evoca aquellos días de radio colmados de tanteos, alegrías y hallazgos.
El mensajero.
En programas de radio dedicados al triunfal
avance de la tecnología y la zafra del café
Lázaro Sarmiento transmitía mensajes
dirigidos a remotas galaxias: palabras a los seres
que deben dormitar en planetas si acaso
registrados con números y letras
en los mapas del cielo.
En el interior de ciertos carros que llevan
a los habaneros a las playas del oeste
Lázaro Sarmiento me contó sus dos o tres
encuentros con personas sospechosas
de haber arribado de otros mundos:
Junto al gran arrecife de la calle 70
donde ahora hay hoteles de nombres mitológicos
descubrió poblaciones de extraña procedencia
Si bien examinó sus ojos y sus cuerpos
no sacó nada en claro, me parece.
Pero en un rincón del cosmos
han de estar amontonados cientos y cientos
de mensajes que Lázaro Sarmiento
ha lanzado al Enigma con toda impunidad
empleando pequeños transmisores
propiedad del gobierno.
Por: Lázaro Sarmiento
Llamando a todas las estrellas.
Llamando a todas las estrellas.
Si en el universo hay seres capaces de captar este mensaje
que respondan!
Este mensaje se transmitía a finales de la década de 1980 desde Radio Ciudad de La Habana, de lunes a viernes, entre las 10 y las 11 de la noche. Durante ese horario, el programa Radio Futuro, dirigido por el autor de este blog y conducido por los locutores Gladys Roque y Danilo José, pretendía establecer contacto con seres de otros sitios de la galaxia a través de la modesta antena de la emisora, ubicada en la azotea del Edificio ENE, en La Rampa, la zona de la capital cubana preferida por los jóvenes.
En Radio Ciudad de La Habana teníamos la esperanza de que en cualquier momento, al abrirse la puerta del ascensor, recibiríamos el saludo de alguna extraña criatura venida de un planeta lejano.
Muchos años después de los “divertimentos galácticos” de Radio Ciudad, el poeta Sigfredo Ariel, en esa época uno de los pilares de la emisora, publicó en su libro Born in Santa Clara (Ediciones Unión, 2006) el siguiente poema que evoca aquellos días de radio colmados de tanteos, alegrías y hallazgos.
El mensajero.
En programas de radio dedicados al triunfal
avance de la tecnología y la zafra del café
Lázaro Sarmiento transmitía mensajes
dirigidos a remotas galaxias: palabras a los seres
que deben dormitar en planetas si acaso
registrados con números y letras
en los mapas del cielo.
En el interior de ciertos carros que llevan
a los habaneros a las playas del oeste
Lázaro Sarmiento me contó sus dos o tres
encuentros con personas sospechosas
de haber arribado de otros mundos:
Junto al gran arrecife de la calle 70
donde ahora hay hoteles de nombres mitológicos
descubrió poblaciones de extraña procedencia
Si bien examinó sus ojos y sus cuerpos
no sacó nada en claro, me parece.
Pero en un rincón del cosmos
han de estar amontonados cientos y cientos
de mensajes que Lázaro Sarmiento
ha lanzado al Enigma con toda impunidad
empleando pequeños transmisores
propiedad del gobierno.
Un grupo de trabajadores de Radio Ciudad de La Habana durante una excursión a la playa, en una fecha no precisada anterior a 1991. El primero de la izquierda Ángel Márquez (hoy en Radio Habana Cuba), después Lázaro Sarmiento. La cuarta, en la misma fila, Edelsa Palacio, directora entonces de la emisora. Le siguen, entre otros,Viñoli, Luisa Margarita (con espejuelos); a su lado, un casi adolescente Harold Perdomo junto a Xavier Rodríguez (abrazado a Eda Esquivel). En el extremo derecho, vestido de blanco, Alfredo Balmaseda, con elegancia veneciana. Sentado en la arena, con pulóver a rayas, Sigfredo Ariel. Había más personas pero estaban entretenidas en otras zonas de la costa.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Banderas de El Vedado.
Por: Lázaro Sarmiento
Las ventanas de Radio Ciudad de La Habana, en el Edificio Ene de La Rampa, me sirvieron este atardecer como atalaya para captar las banderas cubanas colocadas en la fachada de varios edificios de El Vedado.
Por: Lázaro Sarmiento
Las ventanas de Radio Ciudad de La Habana, en el Edificio Ene de La Rampa, me sirvieron este atardecer como atalaya para captar las banderas cubanas colocadas en la fachada de varios edificios de El Vedado.
2. En un ángulo del Hoel Nacional.
viernes, 7 de noviembre de 2008
Imágenes del Tercer Mundo en La Habana.
Por: Lázaro Sarmiento
La Rampa de esta época está necesitada de acontecimientos culturales como la exposición que tuvo lugar en el Pabellón Cuba hace cuarenta años: Del Tercer Mundo. Fue audaz, integradora, inteligente, trasgresora. De esta exposición, The New York Times dijo el 10 de enero de 1968: “La Habana escarnece a los Estados Unidos en una exhibición estupefaciente.”
El primer mes de 1968 se efectuó el Congreso Cultural de La Habana. Para celebrar este evento se inauguró en la instalación de la esquina de 23 y N del Vedado la exposición Del Tercer Mundo.
La profesora Adelaida de Juan recuerda esta muestra en las páginas de la revista Revolución y Cultura (3-4/2008). En su opinión, esa exposición sigue siendo a cuatro décadas, una de las “más originales y abarcadoras en lo que se refiere a la combinación de elementos y a la utilización de los espacios arquitectónicos disponibles”.
Por: Lázaro Sarmiento
La Rampa de esta época está necesitada de acontecimientos culturales como la exposición que tuvo lugar en el Pabellón Cuba hace cuarenta años: Del Tercer Mundo. Fue audaz, integradora, inteligente, trasgresora. De esta exposición, The New York Times dijo el 10 de enero de 1968: “La Habana escarnece a los Estados Unidos en una exhibición estupefaciente.”
El primer mes de 1968 se efectuó el Congreso Cultural de La Habana. Para celebrar este evento se inauguró en la instalación de la esquina de 23 y N del Vedado la exposición Del Tercer Mundo.
La profesora Adelaida de Juan recuerda esta muestra en las páginas de la revista Revolución y Cultura (3-4/2008). En su opinión, esa exposición sigue siendo a cuatro décadas, una de las “más originales y abarcadoras en lo que se refiere a la combinación de elementos y a la utilización de los espacios arquitectónicos disponibles”.
La idea se basó en la exposición de problemas del llamado Tercer Mundo, sus realidades, su posición en el mundo contemporáneo y las posibles soluciones a su problemática histórica.
El guión fue elaborado por la cineasta Rebeca Chávez, el diseñador José Gómez Fresquet-Frémez- y el arquitecto Fernando Pérez O’Reilly. Colaboró un amplio equipo de diseñadores, arquitectos, fotógrafos y músicos bajo la coordinación de Silvia Flamand.
El guión fue elaborado por la cineasta Rebeca Chávez, el diseñador José Gómez Fresquet-Frémez- y el arquitecto Fernando Pérez O’Reilly. Colaboró un amplio equipo de diseñadores, arquitectos, fotógrafos y músicos bajo la coordinación de Silvia Flamand.
Adelaida de Juan apunta: “No cabe duda de que Del Tercer Mundo causó un impacto considerable en sus asistentes. Su incesante reclamo a la atención y a la reflexión, basado en estímulos visuales, auditivos y sensoriales de todo tipo, hizo perdurable su memoria”.
Sería deseable que el Pabellón Cuba retomara el aliento al estilo de la exposición Del Tercer Mundo y de otras que le precedieron o siguieron. Es la única manera de que un lugar que fue tan vanguardista no termine identificándose como una feria para comprar calzado “bonito” y permanent markers.
Sería deseable que el Pabellón Cuba retomara el aliento al estilo de la exposición Del Tercer Mundo y de otras que le precedieron o siguieron. Es la única manera de que un lugar que fue tan vanguardista no termine identificándose como una feria para comprar calzado “bonito” y permanent markers.
viernes, 13 de junio de 2008
La fidelidad a las emociones.
Por: Lázaro Sarmiento
Recuerdo el día en que sentí una felicidad irídica porque empecé a trabajar en el lugar que para mí entonces era el centro del universo: La Rampa de La Habana. Y aunque he sido infiel a muchas emociones, otras han quedado ancladas en la zona izquierda del cerebro donde están, dicen, las neuronas de la felicidad.
“…sin embargo, aprecio y respeto la humilde y tenaz fidelidad que determinadas personas –sobre todo mujeres- mantienen por sus gustos, sus discos, sus antiguas empresas, por las fiestas desaparecidas: admiro su voluntad de seguir siendo los mismos en medio del cambio, de salvar su memoria, de llevarse con la muerte la primera muñeca, un diente de leche, un primer amor.”
En la consulta del dentista, mientras esperaba mi turno con el terror, me hice acompañar de un libro que fue una de las lecturas deslumbrantes de mi juventud: Las Palabras (Les Mots) de Jean Paul Sartre, publicado en La Habana en 1970 en la Colección Testimonio del Instituto del Libro. Este texto era la primera parte de una autobiografía entonces inconclusa.
“He conocido a hombres que se acostaron ya tarde con una mujer envejecida por la simple razón de que la habían deseado en su juventud…A mi no me duran los rencores y lo confieso todo, complacientemente; estoy muy bien dotado para la autocrítica a condición de que no pretendan imponérmela.”
Disfruto de ese Sartre que, siendo en apariencia tan autobiográfico y personal, no deja de ser un malicioso manipulador. Pero no siempre podré afirmar como este discutido intelectual: “…soy constante en mis afectos y en mi conducta pero infiel a mis emociones…”.
Calle 23. Foto: Alfredo Zamora. 13 de junio de 2008.
Por: Lázaro Sarmiento
Recuerdo el día en que sentí una felicidad irídica porque empecé a trabajar en el lugar que para mí entonces era el centro del universo: La Rampa de La Habana. Y aunque he sido infiel a muchas emociones, otras han quedado ancladas en la zona izquierda del cerebro donde están, dicen, las neuronas de la felicidad.
“…sin embargo, aprecio y respeto la humilde y tenaz fidelidad que determinadas personas –sobre todo mujeres- mantienen por sus gustos, sus discos, sus antiguas empresas, por las fiestas desaparecidas: admiro su voluntad de seguir siendo los mismos en medio del cambio, de salvar su memoria, de llevarse con la muerte la primera muñeca, un diente de leche, un primer amor.”
En la consulta del dentista, mientras esperaba mi turno con el terror, me hice acompañar de un libro que fue una de las lecturas deslumbrantes de mi juventud: Las Palabras (Les Mots) de Jean Paul Sartre, publicado en La Habana en 1970 en la Colección Testimonio del Instituto del Libro. Este texto era la primera parte de una autobiografía entonces inconclusa.
“He conocido a hombres que se acostaron ya tarde con una mujer envejecida por la simple razón de que la habían deseado en su juventud…A mi no me duran los rencores y lo confieso todo, complacientemente; estoy muy bien dotado para la autocrítica a condición de que no pretendan imponérmela.”
Disfruto de ese Sartre que, siendo en apariencia tan autobiográfico y personal, no deja de ser un malicioso manipulador. Pero no siempre podré afirmar como este discutido intelectual: “…soy constante en mis afectos y en mi conducta pero infiel a mis emociones…”.
Calle 23. Foto: Alfredo Zamora. 13 de junio de 2008.
martes, 18 de marzo de 2008
PRIVILEGIOS PARA LAS PERSONAS ATRACTIVAS
Por: Lázaro Sarmiento
La supervivencia de los más guapos, de Nancy Etcoff es un volumen que observo con bastante frecuencia, casi a diario. Está colocado en un librero situado a un lado de la puerta de entrada y salida de mi apartamento. Es imposible dejar de verlo. Lo mismo ocurre con una persona bella, nunca pasa inadvertida. En este caso me refiero a la representación física de la belleza generalmente aceptada por todos.
Esta tarde al bajar a La Rampa fui sacudido por una onda expansiva de belleza colectiva. Casi sentí vergüenza de no militar en el mismo equipo de Ben Affleck. Mientras observaba tanta gente guapa bajando hasta el Malecón o subiendo hacia Coppelia recordé varias apreciaciones de Nancy Etcoff, quien es profesora de la Facultad de Medicina de Harvard. Su lenguaje es tan claro y sencillo que uno llega a desconfiar. Sin embargo presenta una evidencia científica amplia y convincente.
En el ya citado libro que tengo de abrepuertas, la Etcoff apunta que cuando vamos por la calle “llevamos con nosotros un pequeño territorio, una parcela que nos protege y rodea tanto si estamos de pie como sentados y a la que los demás no pueden acceder sin permiso. Si alguien se acerca demasiado, la gente se siente incómoda.
“Las personas atractivas de cualquier estatura reciben un territorio personal más grande: sus privilegios van unidos a su persona.
“Los guapos tienen más posibilidades de salir triunfantes en las discusiones y de convencer a los demás. La gente les cuenta secretos y cosas sumamente personales. En realidad, lo que ocurre es que todos quieren complacer a los guapos, hacer gestos conciliatorios, dejarse convencer, contarles cotilleos y, literalmente, dar marcha atrás cuando los ven por la calle”.
Y esto último fue lo que hice: mirar atrás y seguir el impredecible rastro de la belleza. Pero luego de algunas observaciones pensé que era hora de responder la pregunta que en una ocasión lanzó Susan Sontag: La belleza: ¿Handicap o poder?
Nota: 56,60 centímetros es la distancia que admitimos se nos acerque un desconocido. De ahí en adelante hay una barrera que provoca incomodidad. Para las personas bellas ese territorio es mayor.
Esta tarde al bajar a La Rampa fui sacudido por una onda expansiva de belleza colectiva. Casi sentí vergüenza de no militar en el mismo equipo de Ben Affleck. Mientras observaba tanta gente guapa bajando hasta el Malecón o subiendo hacia Coppelia recordé varias apreciaciones de Nancy Etcoff, quien es profesora de la Facultad de Medicina de Harvard. Su lenguaje es tan claro y sencillo que uno llega a desconfiar. Sin embargo presenta una evidencia científica amplia y convincente.
En el ya citado libro que tengo de abrepuertas, la Etcoff apunta que cuando vamos por la calle “llevamos con nosotros un pequeño territorio, una parcela que nos protege y rodea tanto si estamos de pie como sentados y a la que los demás no pueden acceder sin permiso. Si alguien se acerca demasiado, la gente se siente incómoda.
“Las personas atractivas de cualquier estatura reciben un territorio personal más grande: sus privilegios van unidos a su persona.
“Los guapos tienen más posibilidades de salir triunfantes en las discusiones y de convencer a los demás. La gente les cuenta secretos y cosas sumamente personales. En realidad, lo que ocurre es que todos quieren complacer a los guapos, hacer gestos conciliatorios, dejarse convencer, contarles cotilleos y, literalmente, dar marcha atrás cuando los ven por la calle”.
Y esto último fue lo que hice: mirar atrás y seguir el impredecible rastro de la belleza. Pero luego de algunas observaciones pensé que era hora de responder la pregunta que en una ocasión lanzó Susan Sontag: La belleza: ¿Handicap o poder?
Nota: 56,60 centímetros es la distancia que admitimos se nos acerque un desconocido. De ahí en adelante hay una barrera que provoca incomodidad. Para las personas bellas ese territorio es mayor.
jueves, 17 de enero de 2008
Llamando a todas las estrellas.
Llamando a todas las estrellas. Si en el Universo hay seres capaces de captar este mensaje que respondan!
Llamando a todas las estrellas. Si en el Universo hay seres capaces de captar este mensaje que respondan!
Este mensaje se transmitía a finales de la década de 1980 desde Radio Ciudad de La Habana, de lunes a viernes, entre las 10 y las 11 de la noche. En ese horario, el programa Radio Futuro, realizado por el autor de este blog, y conducido por los locutores Gladys Roque y Danilo José, pretendía establecer contacto con seres de otros sitios de la galaxia a través de la modesta antena de la emisora, ubicada en la azotea del Edificio ENE, en La Rampa, la zona de la capital cubana más frecuentada por los jóvenes .En la estación, teníamos la esperanza de que en cualquier momento, al abrirse la puerta del elevador , recibiríamos el saludo de alguna extraña criatura venida de un planeta lejano.
Casi veinte años después, 320 mil ordenadores alrededor del planeta, el complejo de antenas de Arecibo, en Puerto Rico, y el Observatorio Hat Creek, de San Francisco , buscan señales extraterrestres de una forma muy diferente a la de aquella aventura radiofónica en La Habana . Desde hace ocho años se desarrolla el proyecto SETI@Home, diseñado por la Universidad de Berkeley. En este empeño ya han colaborado cinco millones de personas mediante sus ordenadores personales en distintas partes del mundo.
Los pasos para tomar parte en esta cruzada son sencillos. Únicamente tienes que abrir la página del proyecto SETI@Home, inscribirte en el programa y bajar un software que se instalará en tu ordenador y recibirá datos para analizar Este software no interfiere en tus labores cotidianas pues solamente funciona como un salvapantallas, es decir, en los momentos en que tu ordenador queda sin uso, aprovechando así los tiempos muertos de la máquina.
La radio en los mapas del cielo.
Muchos años después de los “divertimentos galácticos” de Radio Ciudad , el poeta Sigfredo Ariel, en esa época uno de los pilares de la emisora, publicó en su libro “Born in Santa Clara” (Ediciones Unión, 2006), un poema que evoca aquellos días de radio de tanteos, alegrías y hallazgos.
El Mensajero
En programas de radio dedicados al triunfal
avance de la tecnología y la zafra del café
Lázaro Sarmiento transmitía mensajes
dirigidos a remotas galaxias: palabras a los seres
que deben dormitar en planetas si acaso
registrados con números y letras
en los mapas del cielo.
En el interior de ciertos carros que llevan
a los habaneros a las playas del oeste
Lázaro Sarmiento me contó sus dos o tres
encuentros con personas sospechosas
de haber arribado de otros mundos:
Junto al gran arrecife de la calle 70
donde ahora hay hoteles de nombres mitológicos
descubrió poblaciones de extraña procedencia
Si bien examinó sus ojos y sus cuerpos
no sacó nada en claro, me parece.
Pero en un rincón del cosmos
han de estar amontonados cientos y cientos
de mensajes que Lázaro Sarmiento
ha lanzado al Enigma con toda impunidad
empleando pequeños transmisores
propiedad del gobierno.
GMT-08:00 Hora del Pacifico. Justo cuando termino de teclear el poema de Sigfredo,recibo la llamada de un amigo de San Francisco, California. Desde hace unos meses, su ordenador está al servicio del http://setiathome.berkeley.edu/index.php. Siento placer en imaginar que alguno de aquellos mensajes enviados desde una radio perdida entre las estrellas haya rebotado en el disco duro de su máquina.
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