El
cigarro es uno de los símbolos del deseo. En la historia del cine el tabaco asumió una
función alegórica. Las estrellas
del celuloide contribuyeron a
extender por el mundo el hábito de fumar. En el libro
La diva nicotina, historia del tabaco, su autor Iain Gately recuerda que los cigarros pasaron a ser un
símbolo de poder, o un sustituto del pene, como afirmaba Carl Jung, discípulo de Freud: “Los hombres de negocios,
los del mundo del espectáculo y los gánsteres aparecían en las películas fumando un cigarro. Edward G. Robinson, rey
de los matones de la pantalla, sabía
mordisquear el extremo de su cigarro con un gesto tan amenazador que a las mujeres del público caían desmayadas”.
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