viernes, 25 de junio de 2010
CARLOS MONSIVAIS, PASION POR EL CINE.
“Compartimos una pasión por el cine, como si la juventud de este arte mereciera memoria, referencias y cuidados tan grandes como los clásicos más clásicos, y era cierto. La frágil película de nuestras vidas, expuesta a morir en llamaradas o presa del polvo y el olvido, era para Monsiváis un arte importantísimo, único, pues, ¿de qué otra manera, si no en el cine, iban a darnos obras de arte Chaplin y Keaton, Lang y Lubitsch, Hitchcock y Welles? Y no se crea que el "cine de arte" era el único que le interesaba a Carlos. Competía con José Luis Cuevas en su conocimiento del cine mexicano y con el historiador argentino Natalio Botana en películas de los admirables años treinta de Hollywood.
“Juntos, presentamos hace un año diez películas que juzgamos las mejores de todos los tiempos -del Amanecer de Murnau a Bailando bajo la lluvia de Kelly y Donen-. Pero enseguida nos dimos cuenta de la injusticia e insuficiencia de tal selección. ¿Dónde quedaban Antonioni y Bergman, Rogers y Astaire, el cine de gánsteres, los westerns que Alfonso Reyes calificaba como "la épica contemporánea"? ¿Y dónde, Juan Orol y Rosa Carmina; dónde las cejas actuantes y activas de María Félix y Dolores del Río; dónde los parlamentos inescrutables de Arturo de Córdoba y la inventiva popular de Clavillazo?"
Fragmento del artículo Pasiones de Monsiváis , publicado en Babelia (26.06.10), en el cual Carlos Fuentes evoca su amistad con Carlos Monsiváis, a quien describe con estas palabras: “ingenio rápido, cultura profunda, mirada penetrante, referencia oportuna, melancolía escondida, regocijo siempre. ”
Carlos Monsiváis cine Carlos Fuentes Maria Félix películas
lunes, 21 de junio de 2010
TRUMAN CAPOTE, EL AMIGO DEL AMANTE.
Por: Lázaro Sarmiento
No soy nada promiscuo, simplemente carezco de la energía necesaria para ello, le dijo con deslenguada franqueza Truman Capote al periodista y novelista Lawrence Grobel durante una de las muchas conversaciones que ambos sostuvieron entre junio de 1982 y agosto de 1984. Esos encuentros dieron por resultado el libro Conversaciones íntimas con Truman Capote, publicado en 1985, al año siguiente de su muerte. Hoy volví a releer algunos capítulos. Y aunque parece que ya no queda nada por decir del autor de Música para camaleones, los libros de entrevistas crean un cómodo y ficticio sentido de apropiación de la intimidad del protagonista que hace recicable su lectura.
Truman afirma a su entrevistador que solo había tenido cuatro grandes historias de amor y una de ellas plena, para toda la vida. Se refería a su relación de más de 35 años con el escritor Jack Dunphy. Ya en unas declaraciones anteriores en la revista Interview, Capote había dicho:
“No hay nadie en el mundo que no se pueda conquistar si uno se concentra de verdad en ello, si realmente se le quiere conseguir. Hay que quererlo con exclusión de todo lo demás. Así es que como conquisté al novelista Jack Dunphy. Todo el mundo decía que no lo lograría; estaba casado con juna chica extraordinaria, Joan McCracken, que también me gustaba, y mucho. Pero yo estaba decidido. Me concentré en ello con exclusión de todo lo demás. Resultó una cosa excelente en todos los aspectos…En cualquier relación que se tenga, con un hombre o una mujer, hay que hacer muy atento y crear una buena amistad…Si uno no puede ser amigo de su amante, hay que olvidarlo. No dará buen resultado”.
Por su parte, Jack Dunphy contó en una ocasión:
“Truman y yo nunca estuvimos juntos – no juntos como la mayoría de las parejas. Esa cercanía nos habría matado. Soñábamos con habitar lugares distintos del que ocupábamos, como los niños que necesitan huir de su niñez, tan salvaje, tan intensa…”
Jack Dunphy murió en 1992.
Truman Capote Conversaciones íntimas amante historias de amor relaciones promiscuo Jack Dunphy
No soy nada promiscuo, simplemente carezco de la energía necesaria para ello, le dijo con deslenguada franqueza Truman Capote al periodista y novelista Lawrence Grobel durante una de las muchas conversaciones que ambos sostuvieron entre junio de 1982 y agosto de 1984. Esos encuentros dieron por resultado el libro Conversaciones íntimas con Truman Capote, publicado en 1985, al año siguiente de su muerte. Hoy volví a releer algunos capítulos. Y aunque parece que ya no queda nada por decir del autor de Música para camaleones, los libros de entrevistas crean un cómodo y ficticio sentido de apropiación de la intimidad del protagonista que hace recicable su lectura.
Truman afirma a su entrevistador que solo había tenido cuatro grandes historias de amor y una de ellas plena, para toda la vida. Se refería a su relación de más de 35 años con el escritor Jack Dunphy. Ya en unas declaraciones anteriores en la revista Interview, Capote había dicho:
“No hay nadie en el mundo que no se pueda conquistar si uno se concentra de verdad en ello, si realmente se le quiere conseguir. Hay que quererlo con exclusión de todo lo demás. Así es que como conquisté al novelista Jack Dunphy. Todo el mundo decía que no lo lograría; estaba casado con juna chica extraordinaria, Joan McCracken, que también me gustaba, y mucho. Pero yo estaba decidido. Me concentré en ello con exclusión de todo lo demás. Resultó una cosa excelente en todos los aspectos…En cualquier relación que se tenga, con un hombre o una mujer, hay que hacer muy atento y crear una buena amistad…Si uno no puede ser amigo de su amante, hay que olvidarlo. No dará buen resultado”.
Por su parte, Jack Dunphy contó en una ocasión:
“Truman y yo nunca estuvimos juntos – no juntos como la mayoría de las parejas. Esa cercanía nos habría matado. Soñábamos con habitar lugares distintos del que ocupábamos, como los niños que necesitan huir de su niñez, tan salvaje, tan intensa…”
Jack Dunphy murió en 1992.
sábado, 19 de junio de 2010
CARLOS MONSIVÁIS Y UNA FOTO DE ANDREA PALMA.
Por: Lázaro Sarmiento
Carlos Monsiváis fue el responsable de que durante mucho tiempo yo tuviera cerca de mi mesa de trabajo la imagen de Andrea Palma en La mujer del puerto. Ella en la semioscuridad de un portal: frágil y lejana, la mirada impura, el cigarrillo en los labios, la pose sensual. Descubrí a esta mítica actriz gracias al libro Amor perdido. O tal vez debo decir que descubrí a Monsiváis gracias a Andrea Palma. Lo cierto es que, en algún momento, ese volumen y el nombre del autor, así como algunas crónicas suyas, adquirieron una categoría familiar entre mis papeles y libros.
Un amigo mexicano, que había vivido mucho tiempo en La Habana , me contó que durante una conversación que mantuvo un día con Monsiváis surgió al azar la figura de una personalidad de la política de Cuba en el siglo veinte, ya fallecida y cuyas anécdotas no eran muy conocidas. Monsiváis, quien parecía tener el don de la ubicuidad, demostró en aquel diálogo que memorizaba sobre el personaje cubano una cantidad enciclopédica de datos que se supone solo maneja -en el mejor de los casos- un especialista en historia de la Isla.
Un artículo publicado en 2008 en la revista mexicana Letras libres hace referencia a esa cualidad de Monsiváis: “... memoriza desde el nombre del novelista del siglo XIX nunca citado, hasta el del último bar gay abierto en Tijuana, por quién y con qué medios; qué baños debe uno evitar en Chilpancingo o cuántas películas hizo María Antonieta Pons; qué le respondió María Félix en cierta ocasión a Novo; cuál es el novelista sudafricano en ascenso y cuál poeta holandés ya nadie lee; los nombres de toda la Familia Burrón y el número en que Borola pone un orfanato y en vez de leche da agua con cal a los huérfanos; cuál cuento de Maupassant se parece a uno de Poe y dónde vivió Lizardi; la letra de Cenizaso; cuál es el estanquillo más viejo de Tlalpan, etc. Es una máquina traganombres, un fichero andante, una enciclopedia de la trivia y una presencia en cualquier lugar donde alguien comience a sonar, ya sea una Gloria Trevi adolescente o el último ganador de los Juegos Florales de Macuspana”.
Los caminos por los cuales uno llega al mundo de un escritor son insospechados. Pueden comenzar en el blanco y negro de un melodrama de culto con su orgía de marineros vulgares, el incesto y el suicidio final de la protagonista.
Carlos Monsiváis ensayista Andrea Pama escritor Amor Perdido La mujer del Puerto foto
Carlos Monsiváis fue el responsable de que durante mucho tiempo yo tuviera cerca de mi mesa de trabajo la imagen de Andrea Palma en La mujer del puerto. Ella en la semioscuridad de un portal: frágil y lejana, la mirada impura, el cigarrillo en los labios, la pose sensual. Descubrí a esta mítica actriz gracias al libro Amor perdido. O tal vez debo decir que descubrí a Monsiváis gracias a Andrea Palma. Lo cierto es que, en algún momento, ese volumen y el nombre del autor, así como algunas crónicas suyas, adquirieron una categoría familiar entre mis papeles y libros.
Un amigo mexicano, que había vivido mucho tiempo en La Habana , me contó que durante una conversación que mantuvo un día con Monsiváis surgió al azar la figura de una personalidad de la política de Cuba en el siglo veinte, ya fallecida y cuyas anécdotas no eran muy conocidas. Monsiváis, quien parecía tener el don de la ubicuidad, demostró en aquel diálogo que memorizaba sobre el personaje cubano una cantidad enciclopédica de datos que se supone solo maneja -en el mejor de los casos- un especialista en historia de la Isla.
Un artículo publicado en 2008 en la revista mexicana Letras libres hace referencia a esa cualidad de Monsiváis: “... memoriza desde el nombre del novelista del siglo XIX nunca citado, hasta el del último bar gay abierto en Tijuana, por quién y con qué medios; qué baños debe uno evitar en Chilpancingo o cuántas películas hizo María Antonieta Pons; qué le respondió María Félix en cierta ocasión a Novo; cuál es el novelista sudafricano en ascenso y cuál poeta holandés ya nadie lee; los nombres de toda la Familia Burrón y el número en que Borola pone un orfanato y en vez de leche da agua con cal a los huérfanos; cuál cuento de Maupassant se parece a uno de Poe y dónde vivió Lizardi; la letra de Cenizaso; cuál es el estanquillo más viejo de Tlalpan, etc. Es una máquina traganombres, un fichero andante, una enciclopedia de la trivia y una presencia en cualquier lugar donde alguien comience a sonar, ya sea una Gloria Trevi adolescente o el último ganador de los Juegos Florales de Macuspana”.
Los caminos por los cuales uno llega al mundo de un escritor son insospechados. Pueden comenzar en el blanco y negro de un melodrama de culto con su orgía de marineros vulgares, el incesto y el suicidio final de la protagonista.
Carlos Monsiváis ensayista Andrea Pama escritor Amor Perdido La mujer del Puerto foto
viernes, 18 de junio de 2010
LA HABANA Y EL ESPLENDOR DE UN HOTEL.
Por: Lázaro Sarmiento
TEXTOS RELACIONADOS:
LOS EDIFICIOS-CISNES DEL VEDADO
CLAVES DEL PASADO: LEY SECA Y TURISMO EN LA HABANA
VEDADO. (I)
GEORGE RAFT Y UN NIDO DE MAFIOSOS EN LA HABANA
BESAR LAS PAREDES DE EL VEDADO
HOTEL TROTCHA: LA FILOSOFIA DE LAS RUINAS
Fuente: Pozo Hernández, Alberto. Cultura y turismo. Editora Política. La Habana: 1993.
La Habana Hotel Nacional vista capital cubana esplendor industria turística Ava Gardner paisaje El Vedado malecón
En el mapa de los paisajes esplendorosos del mundo aparece el Hotel Nacional, en La Habana, con su magnífica vista de la capital cubana. A los valores arquitectónicos y paisajísticos de esta instalación hay que añadir una rica historia desde su inauguración en 1930 y la alcurnia de muchos de sus huéspedes.
En un libro que publicó en 1993, Cuba y turismo, el periodista Alberto Pozo se refirió a este símbolo suntuoso de la industria turística de la Isla con las siguientes palabras:
“El Hotel Nacional fue deliberadamente diseñado para ostentar el liderazgo del Caribe por la cadena norteamericana Intercontinental, a su vez subsidiaria de la Pan American Airways, en realidad propiedad del Chase Manhattan Bank, representante de los intereses del grupo Rockefeller. En este ejemplo se aprecia claramente el mecanismo del capital norteamericano y, en especial, de ese grupo Rockefeller que afincó muy adentro sus garras en Cuba.
El Hotel Nacional resultó también una típica operación del imperialismo yanqui con un país subdesarrollado. El Estado cubano le cedió los amplios terrenos, en un promontorio único, que domina todo el Malecón, la entrada de la bahía habanera y la parte más resplandeciente de La Habana Vieja, Centro Habana y el gran barrio residencial del Vedado. El Nacional goza de la vista más bella de La Habana, uno de los paisajes más esplendorosos del mundo, al decir de innumerables especialistas en la materia. Todo esto se concedió a cambio solamente del derecho a usar una suite presidencial destinada a recibir visitantes ilustres. También se especificó que el hotel se entregaría a Cuba en la década del 90”.
En un libro que publicó en 1993, Cuba y turismo, el periodista Alberto Pozo se refirió a este símbolo suntuoso de la industria turística de la Isla con las siguientes palabras:
“El Hotel Nacional fue deliberadamente diseñado para ostentar el liderazgo del Caribe por la cadena norteamericana Intercontinental, a su vez subsidiaria de la Pan American Airways, en realidad propiedad del Chase Manhattan Bank, representante de los intereses del grupo Rockefeller. En este ejemplo se aprecia claramente el mecanismo del capital norteamericano y, en especial, de ese grupo Rockefeller que afincó muy adentro sus garras en Cuba.
El Hotel Nacional resultó también una típica operación del imperialismo yanqui con un país subdesarrollado. El Estado cubano le cedió los amplios terrenos, en un promontorio único, que domina todo el Malecón, la entrada de la bahía habanera y la parte más resplandeciente de La Habana Vieja, Centro Habana y el gran barrio residencial del Vedado. El Nacional goza de la vista más bella de La Habana, uno de los paisajes más esplendorosos del mundo, al decir de innumerables especialistas en la materia. Todo esto se concedió a cambio solamente del derecho a usar una suite presidencial destinada a recibir visitantes ilustres. También se especificó que el hotel se entregaría a Cuba en la década del 90”.
TEXTOS RELACIONADOS:
LOS EDIFICIOS-CISNES DEL VEDADO
CLAVES DEL PASADO: LEY SECA Y TURISMO EN LA HABANA
VEDADO. (I)
GEORGE RAFT Y UN NIDO DE MAFIOSOS EN LA HABANA
BESAR LAS PAREDES DE EL VEDADO
HOTEL TROTCHA: LA FILOSOFIA DE LAS RUINAS
Fuente: Pozo Hernández, Alberto. Cultura y turismo. Editora Política. La Habana: 1993.
La Habana Hotel Nacional vista capital cubana esplendor industria turística Ava Gardner paisaje El Vedado malecón
domingo, 13 de junio de 2010
PETE SEEGER, UN FRUCTIFERO ENCUENTRO.
“Ha dejado un pedacito de Cuba en Estados Unidos, un poquito de África en Italia, un soplo de España en Japón. Para Pete no hay fronteras. Si hay un reparador de sueños, ese es él”. Esto afirmaba en su blog el cantautor Silvio Rodríguez, luego de dedicarle a Pete Seeger el segundo de sus conciertos en el Carnegie Hall, de Nueva York, como parte de sus actuales presentaciones en Estados Unidos.
La trayectoria de Pete Seeger es extensa y caracterizada por su activismo social. Este artista norteamericano popularizó en el mundo los versos de José Martí con música de la Guantanamera. Él conoció esos textos y la melodía en la década de los sesenta durante un encuentro en Estados Unidos con el entonces joven compositor cubano Héctor Angulo. Los investigadores Iraida Sánchez Oliva y Santiago Moreaux Jardines en el libro La Guantanamera (Editorial José Martí, La Habana, 1999), lo cuentan así:
“Un fructífero encuentro.
Gracias a un inesperado y fructífero encuentro entre Pete Seeger y Héctor Angulo, la Guantanamera da su salto a la universalidad. De labios del propio Seeger nos llega la historia:
Gracias a un inesperado y fructífero encuentro entre Pete Seeger y Héctor Angulo, la Guantanamera da su salto a la universalidad. De labios del propio Seeger nos llega la historia:
…Fue en 1962. Yo estaba de visita en un campamento de verano, al norte, para niños de una extensa zona. Como es natural, llevé mis canciones y algunos me preguntaron: ‘Peter, ¿por qué no aprende una canción que nos enseñó un instructor cubano que tenemos aquí’. Era Héctor Angulo, que se ganaba la vida trabajando durante las vacaciones para poder proseguir sus estudios musicales, y fue idea suya o de su maestro, Julián Orbón, introducir versos de Martí en la guajira de Joseíto Fernández, y así fue como la aprendí, y ese mismo día supe quién era José Martí …
Creo que fue una bendición ese descubrimiento: llevé la Guantanamera a más de 35 países, ‘con los pobres de la tierra’” (Declaraciones de Pete Seeger al periodista López Nussa, publicadas en Bohemia, el 30 de diciembre de 1983).
El compositor Héctor Angulo (Santa Clara, 1932) ha cultivado la música de cámara, coral y sinfónica. A partir de 1960 realizó estudios superiores becado por el Ministerio de Educación cubano en la Manhattan School of Music de Nueva York.
“Durante 1962 trabajaba como instructor en un campamento de verano progresista –Woodland Camp-, al norte de Nueva York, donde los niños y jóvenes, hijos de obreros de diversas tendencias políticas, de campesinos y judíos, negros, blancos y latinos, disfrutaban de una estancia sobre verdaderas bases de colectivismo, sin fronteras raciales, políticas, sociales ni religiosas (…) Un maravilloso domingo de aquellos, Pete Seeger llega al campamento y conoce al compositor cubano. Ya éste les había enseñado a los niños la melodía de la Guantanamera con las tres estrofas -I, V y III- escogidas por el propio Angulo- con la intención de exaltar el sentimiento de fraternidad y amor hacia los desposeídos- de las muchas que Martí había escrito en sus Versos sencillos. Seeger se llevaría entonces la cinta grabada con la letra y música de lo que más tarde se convertiría en himno de solidaridad y esperanza”.
Pete Seeger Silvio Rodríguez Héctor Angulo Iraida Sánchez, Guantamera Joseíto Fernández José Martí Manhattan School música Cuba Santiago Moreaux Versos sencillos
Etiquetas:
Héctor+Angulo,
Iraida+Sánchez,
José+Martí,
Joseíto+Fernández,
La+Habana,
Manhattan+School,
música,
Pete+Seeger,
Santiago+Moreaux,
Silvio+Rodríguez,
Versos+sencillos
viernes, 11 de junio de 2010
LAS CANCIONES MÁS POPULARES EN CUBA EN 1960
Contigo besos salvajes (Manuel Fontals y Claudio Estrada) por Ñico Membiela.
La pachanga (Eduardo Davidson), distintas versiones.
Sabor a mí (Álvaro Carrillo), Rolando Laserie y Lucho Gatica.
Sombras (R. Sansores y Carlos Brito), Blanca Rosa Gil.
Orgullo (Armando Valdespi), distintas versiones.
Ódiame (Rafael Otero), distintas versiones.
El pájaro chogüí (India Pitagua), Héctor Cabrera.
Ayúdame dios mío (Mario de Jesús) Héctor Cabrera.
Recuerdos de Ipacarai (Demetrio Ortiz), Monna Bell.
Egoísmo (Eduardo Arias), Orlando Contreras y Adilia Castillo.
Algunos de estos títulos fueron éxitos en las victrolas. Unos años después, de niño, recuerdo que Monna Bell y Lucho Gatica seguían siendo muy populares en las emisoras de radio de Cuba.
Fuente: Orejuela Martínez, Adriana. El son no se fue de Cuba. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2006.
Canciones populares cuba 1960 radio besos victrolas
domingo, 6 de junio de 2010
IMÁGENES DE ALICIA ALONSO EN LOS ARCHIVOS DE LIFE.
En los archivos en internet de la revista Life hay un buen número de fotografías de Alicia Alonso pertenecientes a su luminosa trayectoria en el American Ballet Theater. La estrella cubana que pronto cumplirá 90 años de edad acaba de recibir en Nueva York un emocionante homenaje de esta compañía danzaria donde ella compartió una parte importante de su vida artística. De la gala que tuvo lugar en el Metropolitan Opera House, la Alonso afirmó:
“Fue una noche espléndida, una de esas experiencias que un ser humano no puede olvidar”.
En La Habana, el periódico Granma reflejaba en la primera página de su edición del sábado 5 de junio de 2010 el homenaje tributado a la bailarina Alicia Alonso por el American Ballet Theater, en Nueva York.
Imágenes de Alicia Alonso en 1944, American Ballet Theater, Nueva York. Fotógrafo Gjon Mili. Archivos de Life en internet.
ALICIA ALONSO EN BUENA SUERTE VIVIENDO:
ALICIA ALONSO, NOASTALGIA DEL FUTURO.
NUESTRAS VIDAS APUNTAN HACIA UNA EDAD.
ALICIA ALONSO DETIENE EL TIEMPO.
Alicia Alonso American Ballet Theater imágenes Life ballet en Nueva York
sábado, 5 de junio de 2010
SILVIO RODRIGUEZ Y LA LITERATURA DE CIENCIA FICCION.
“El libro que me fanatizó fue La nebulosa de Andrómeda…”
Los autores del volumen le hacen a Silvio esta pregunta clásica: Hay un diluvio, un naufragio, un desastre, un cataclismo, una invasión extraterrena, lo de siempre, y tú puedes salvar cinco canciones tuyas, cinco libros ajenos (además de este), cinco películas ¿Cuáles serían?
Estos son los libros, canciones y películas que Silvio Rodríguez hubiera salvado en 1984. Veintiséis años después, tal vez la selección no sea idéntica frente a un cataclismo o una invasión extraterrena. En cambio, me atrevo a opinar de que su respuesta de entonces a la la pregunta ¿para qué se canta? sería ahora la misma:
“Yo canto por goce y por conciencia. O sea, que disfruto cantando lo que invento. Incluso a veces me parece que vale la pena que cante a los demás algunas de las cosas que se me ocurren. Pero yo soy un hombre con su visión del mundo, un hombre que ha tomado partido. De lo que resulta que estoy invitando a todos a sumarse a mi bando, que es el bando de la Revolución y la belleza. ”
Silvio Rodríguez poseía en los años ochenta una de las mejores bibliotecas de ciencia ficción de Cuba. El dato aparece en el libro Silvio: que levante la mano la guitarra, de Víctor Casaus y Luis Rogelio Nogueras, publicado por Letras Cubanas en La Habana en 1984.
Ese volumen, que ha tenido varias ediciones, abarca valoraciones sobre la nueva trova cubana , la trayectoria de Silvio entre 1949 y 1983, los textos de muchas de sus canciones, fotografías, una cronología del artista y una larga entrevista que trata de acercamos a su personalidad y a los rasgos de su mundo creativo.
Es de suponer que la biblioteca de ciencia ficción de Silvio Rodríguez sea en la actualidad tan buena como en la época en que se publicó este libro.
“Desde niño me atrae la literatura y el arte fantástico. También el género de horror. Creo que le debo tanto a Drácula, Buck Rogers y Peter Pan como a Sindo Garay, los Beatles y Beethoven. Y actualmente hay extraordinarios escritores de ciencia ficción, verdaderos artistas.
“El libro que me fanatizó fue La nebulosa de Andrómeda, del soviético Iván Efremov. Claro que antes había leído a Poe, Hoffman, Stevenson, Lovecraft, Verne, Conan Doyle, Wells y Burroughs. Por una edición que hizo la Revolución, a principios de los sesenta, descubrí a ese poeta que lleva por nombre Ray Bradbury –él me acabó de reclutar. Luego llegué al inestable y megalómano maestro Asimlov; admiré al impenitente y tierno idealista Clarke; zozobré sin remedio ante la dolorosa humanidad de Teodore Sturgeon”.
Silvio afirmaba que la literatura de ciencia ficción es un género duro, “sobre todo hoy, donde cada día la realidad amenaza con ridiculizar la fantasía. Es un género de profetas o parlanchines. Creo que por eso me gusta: porque lo valioso reluce con toda claridad sobre lo inútil”.
Los autores del volumen le hacen a Silvio esta pregunta clásica: Hay un diluvio, un naufragio, un desastre, un cataclismo, una invasión extraterrena, lo de siempre, y tú puedes salvar cinco canciones tuyas, cinco libros ajenos (además de este), cinco películas ¿Cuáles serían?
“Preferiría salvar vidas humanas a cualquier cosa inventada por el hombre. De no poder ser así, preferiría salvar objetos prácticamente útiles, en caso de desastre. Pero si tampoco pudiera ser así, quizás preferiría no salvar nada, porque creo que acabaría odiándolo todo, al quedarme tan solo. Aun así voy a tratar de contestar la pregunta.
“Mis canciones: La era está pariendo un corazón, Al final de este viaje, Te doy una canción, Playa Girón, Rabo de nube, Testamento, Unicornio.
“Los libros: Las mil y una noches; La edad de oro, de José Martí; Poemas humanos, de César Vallejo; Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; El señor de los anillos, de J. R. Tolkien; El pequeño príncipe, de Antoine de Saint-Exupèry.
“Las películas: El gran dictador, de Charles Chaplin; Madre Juana de los Ángeles, de Jerzy Kawalerowiez; Solaris, de Andrei Tarkovski; Fantasía, de Walt Disney; El séptimo sello, de Ingmar Bergman.”
“Mis canciones: La era está pariendo un corazón, Al final de este viaje, Te doy una canción, Playa Girón, Rabo de nube, Testamento, Unicornio.
“Los libros: Las mil y una noches; La edad de oro, de José Martí; Poemas humanos, de César Vallejo; Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; El señor de los anillos, de J. R. Tolkien; El pequeño príncipe, de Antoine de Saint-Exupèry.
“Las películas: El gran dictador, de Charles Chaplin; Madre Juana de los Ángeles, de Jerzy Kawalerowiez; Solaris, de Andrei Tarkovski; Fantasía, de Walt Disney; El séptimo sello, de Ingmar Bergman.”
Estos son los libros, canciones y películas que Silvio Rodríguez hubiera salvado en 1984. Veintiséis años después, tal vez la selección no sea idéntica frente a un cataclismo o una invasión extraterrena. En cambio, me atrevo a opinar de que su respuesta de entonces a la la pregunta ¿para qué se canta? sería ahora la misma:
“Yo canto por goce y por conciencia. O sea, que disfruto cantando lo que invento. Incluso a veces me parece que vale la pena que cante a los demás algunas de las cosas que se me ocurren. Pero yo soy un hombre con su visión del mundo, un hombre que ha tomado partido. De lo que resulta que estoy invitando a todos a sumarse a mi bando, que es el bando de la Revolución y la belleza. ”
Etiquetas:
canciones Sindo+Garay,
La+era+está+pariendo,
libros,
literatura ciencia+ficción,
Martí,
nueva+trova,
Revolución,
Silvio+Rodríguez,
Tolkien,
Unicornio
jueves, 3 de junio de 2010
LA PRIMERA CANCION DE AGUSTIN LARA
Por: Lázaro Sarmiento
Sé que La primera canción de Agustín Lara es uno de los textos preferidos de Sigfredo Ariel y que José Emilio Pacheco forma parte de sus querencias en la poesía. Y ninguna frase estaba tan bien colocada como “canciones memoriosas” que Robert Martín, Gladys Roque, o María Gregoria pronunciaban en aquellos programas de Radio Ciudad, “desde el quinto piso del Edificio Ene”. Entonces, el fonógrafo imaginario hacía sonar en el aire de La Habana las canciones de Lara y parecía que no había distancias entre el momento en que se escucharon por primera vez y la audición radiofónica.
LA PRIMERA CANCION DE AGUSTIN LARA
La noche engendra música. A su imán
acuden las canciones memoriosas, el piano
desafinado, la guitara ya casi polvo, el violín
comido por los años, las maracas
que suenan como huesos. Y los ancianos
vamos a congregarnos en este círculo mágico.
Nos verá la espalda
el presente que nos asfixia, el agobio
de estar vivos aquí y ahora.
Sonará como entonces la blanda música.
Nos recubre esa vida que fue la nuestra
y mantiene a raya el sepulcro abierto.
Muchacha que hoy serás como fue mi abuela,
en esta noche tienes veinte años todavía.
Cómo impedir una lágrima cursi o dar las gracias
pues me quedé con tu rostro del 29.
Ahora, de pronto, casi en mi tumba, vuelves
en la canción tristísima. Por un momento
somos de nuevo los hermosos amantes.
(Incluido en el libro Desde entonces (1975-1978) de José Emilio Pacheco)
Mis padres de luna de miel en la Playa de Guanabo, 1954. Abajo: anuncio comercial de 1951.
martes, 1 de junio de 2010
LA HABANA Y LAS ACERAS DEL DESEO.
Por: Lázaro Sarmiento
¿Qué se hizo la gente que hace veinte o treinta años se paraba de noche en los portales de La Sortija? Algunas antiguas aceras del deseo en La Habana desaparecieron en medio de aluviones de noticias, arterias envejecidas, rutas desviadas, pasajes en aeropuertos, felicidades domésticas…
El costado del Hotel Plaza, La Sortija, el Paradero de la Víbora, la tendedera de Acosta...son ahora escenarios jurásicos, sitios olvidados de encuentros casuales , sin público con brillo "de fiesta" en las miradas.
En los años ochenta, a un tramo de la calle Monte, entre Cárdenas y Zulueta, un escritor notable le llamaba, entre sus íntimos, “El hueco de Proserpina” porque en la madrugada varios de sus amigos gays se perdían entre las columnas del lugar, raptados como Proserpina por manos poderosas. Para ellos, a esas horas, no había nada más profundo y placentero que la urgencia de su sexo.
Cambian los perfumes sobre los cuellos y el alcance de algunas palabras. Y cambian las marcas de cigarro que producen el humo que enlaza los labios. Pero permanecen idénticas ciertas mímicas del cuerpo en la madrugada.
Ante la progeria de estos lugares, la ciudad inventa otros escenarios para el deseo.
En los años ochenta, a un tramo de la calle Monte, entre Cárdenas y Zulueta, un escritor notable le llamaba, entre sus íntimos, “El hueco de Proserpina” porque en la madrugada varios de sus amigos gays se perdían entre las columnas del lugar, raptados como Proserpina por manos poderosas. Para ellos, a esas horas, no había nada más profundo y placentero que la urgencia de su sexo.
Cambian los perfumes sobre los cuellos y el alcance de algunas palabras. Y cambian las marcas de cigarro que producen el humo que enlaza los labios. Pero permanecen idénticas ciertas mímicas del cuerpo en la madrugada.
Ante la progeria de estos lugares, la ciudad inventa otros escenarios para el deseo.
Imagen: Proserpina, obra de JosephHeintz.
HOTEL PLAZA.
HOTEL PLAZA.
En esta calle hubo hace tiempo una parada de ómnibus. Los hoy inmaculados portales del Hotel Plaza de La Habana alguna vez fueron sitios de encuentros casuales.
El siguiente poema, Hotel Plaza, pertenece al libro Fotos de la Memoria (2001-2007) del escritor Alberto Acosta-Pérez (La Habana, 1957).
Cuando abandoné la habitación
alquilada por cuatro o cinco horas,
miré de reojo tu cuerpo aún dormido
y salí a la calle pisando fuerte y sin bajar la mirada.
Todos me vieron caminar con el rostro sereno,
como si no hubiera pasado nada irrevocable.
No repararon en las orejas y la mordida,
ni en el olor que como un argumento definitivo
se quedó en mi carne igual que los dinosaurios en las rocas
antiguas
un olor enredado para siempre en las estrellas vaporosas
y distantes.
Cuando abandoné la habitación
alquilada por cuatro o cinco horas,
miré de reojo tu cuerpo aún dormido
y salí a la calle pisando fuerte y sin bajar la mirada.
Todos me vieron caminar con el rostro sereno,
como si no hubiera pasado nada irrevocable.
No repararon en las orejas y la mordida,
ni en el olor que como un argumento definitivo
se quedó en mi carne igual que los dinosaurios en las rocas
antiguas
un olor enredado para siempre en las estrellas vaporosas
y distantes.
La Habana escenarios sexo calles gays deseo La Sortija ciudad poema, hotel Plaza La Víbora, Alberto Acosta Pérez encuentros casuales en habana.
Etiquetas:
Alberto+Acosta+Pérez,
Calles,
Ciudad,
deseo,
encuentros+casuales+en+habana.,
escenarios,
gays,
hotel+Plaza,
La+Habana,
La+Sortija,
La+Víbora,
poema,
sexo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)