domingo, 21 de febrero de 2010

UNA AMISTAD EN LA HABANA: HEMINGWAY Y CAMPOAMOR.

Por: Lázaro Sarmiento

Fue la persona a la que Ernest Hemingway le entregó la medalla de su Premio Nobel con la misión de que la colocara en el santuario de la Virgen del Cobre en Santiago de Cuba, donde permanece desde entonces. El acontecimiento tuvo lugar el 13 de agosto de 1956 en la Cervecería Hatuey del Cotorro. Este lugar sirvió de escenario a un sentido homenaje al autor de El viejo y el mar, en el que participaron relevantes personalidades de la cultura, periodistas, instituciones y pescadores de Cojímar.

La persona a la que me estoy refiriendo es Fernando G. Campoamor, periodista que nació en Artemisa el 4 de junio de 1914 y murió en La Habana el 29 de diciembre de 2001. Su nombre no me era ajeno pues conocía textos suyos sobre el ron, el turismo, la guayabera y El Floridita, entre otros, y - claro está- sobre su relación con Ernest Hemingway. Entre ambos hubo una relación fraternal, admiración intelectual y afinidades compartidas. Sin embargo, poco conocía de los últimos años de vida de Campoamor. Incluso, algunas web culturales cubanas no consignan la fecha de su fallecimiento.


El profesor en Cultura Física y Deportes Osmar Mariño Rodríguez (Holguín, 1964) conoció a Campoamor en La Habana una tarde de 1997. La amistad y el diálogo surgido entre el joven con inquietudes investigativas y el periodista de larga experiencia, cristalizó años después en este libro de 86 páginas de Mariño, calificado como indagación entre el periodismo y el testimonio, titulado La Habana de Hemingway y Campoamor (Ediciones Extramuros, La Habana, 2009) .

MI DAIQUIRI EN EL FLORIDITA…

Por cierto, a través de las palabras de Campoamor recogidas por Mariño conozco la explicación sobre la famosa frase que Hemingway escribió en un cuadro que hay en el bar de La Bodeguita del Medio, un lugar legendario de la capital cubana debido a la magia de su ambiente y a los viajeros de todo el planeta que han pasado por este restaurante de La Habana Vieja. La frase de Hemingway en cuestión dice: "Mi daiquirí en El Floridita, mi mojito en La Bodeguita”.

“Sin embargo, fue sólo una estrategia para atraer más turistas, ya que Hemingway no fue un cliente fijo de La Bodeguita. Huía de los periodistas que visitaban mucho este sitio.”

Bueno, esta es solo una anécdota pequeña contada en el libro. Hay otros datos en sus páginas que lo convierten en una lectura interesante, informativa y amena. Sobre todo, constituye un tributo a una personalidad cubana de la que el escritor Lisandro Otero dijo:

“Dotado de una notable facilidad para la comunicación verbal y posibilidades especiales para el dominio de la prosa, Campoamor fue absorbido por una entrega total al periodismo, lo cual le impidió dejar una obra relevante. Personalidad polémica en el ambiente cultural cubano de su tiempo (…) Deben saludarse esfuerzos como éste, que implican el rescate de parcelas injustamente olvidadas de nuestro patrimonio”.



Aquí la fórmula del daiquirí especial, de Hemingway, citado por Campoamor en la entrevista publicada en el libro La Habana de Hemingway y Campoamor:
4 onzas de Habana Club Light Dry
2 cucharaditas de juego de toronja
1 cucharadita de marrasquino
1 limón verde
Y hielo frappé.




Foto tomada en el homenaje a Ernest Hemingway, efectuado en la cervecería Hatuey, en el Cotorro, La Habana, el 13 de agosto de 1956. El maestro de ceremonias fue el locutor Manolo Ortega. Actuaron Los Cumbancheros Cubanos, Luis Carbonell y Amelita Frades. El organizador del evento fue el periodista Fernando G. Campoamor, gran amigo de Hemingway en Cuba.

TEXTOS RELACIONADOS CON HEMINGWAY Y LA HABANA:
HEMINGWAY Y SU AMANTE HABANERA.
AVA GARDNER EN LA HABANA.
CAFÉ PARIS
LAS HORAS DEL HOTEL NEW YORK
DESEMBARCO POR LA LANCHITA DE REGLA.

miércoles, 17 de febrero de 2010

ANIMAL DE COSTUMBRES, A LOS PIES DEL GLAMOUR.

Por: Lázaro Sarmiento

Pudiera estar varias semanas seguidas, todas los días a las cinco de la tarde, viendo una película de Marlene Dietrich sin que me interés y placer decayeran. Para decirlo con palabras de Carlos Monsiváis, “varían las estéticas, las tramas se pulverizan al ritmo del desvencijamiento de la moral que las hizo creíbles, el recuerdo es piadoso o hilarante…pero, en verdad proteicas, en cada exhibición nacen de la espuma celuloidal Greta Garbo, Marlene Dietrich, Jean Harlow…”(hay otros nombres en la lista).

Hoy finalizó en la Cinemateca de Cuba el ciclo dedicado a la mítica figura. El cierre fue con el documental Marlene Dietrich: su propia canción (2001) el cual enfatiza la participación de la actriz en la lucha antifascista. Aunque correcto y con testimonios interesantes, deja fuera aspectos esenciales de su personalidad y trayectoria fílmica. Lo disfruté pero no colmó mis expectativas.

El documental hizo que me fijara en Hildegard Knef (1925-2002), quien fuera una de las artistas más populares en Alemania. A esta actriz , cantante y autora de dos libros, la visualizo lejanamente en la memoria por su actuación en Fedora (1978), en el papel de madre de Marthe Keller. Actuó como actriz secundaria de lujo en Las nieves del Kilimanjaro,de la que alguna vez fui espectador en la televisión , pero de cuyo papel no recuerdo nada. Lamentablemente, ignoro sus filmes como protagonista así como sus grabaciones musicales.

El testimonio que Hildegard Knef ofrece en el documental es revelador, duro y conmovedor a la vez. Cuando Marlene estaba ya recluida por su propia voluntad en un apartamento de París, Hildegard llega hasta la puerta del edificio donde vive su antigua amiga. La llama por teléfono y le pide que la deje subir. Pero Marlene, prisionera de su leyenda, no le abre la puerta.

Ahora me gustaría vampirizarme durante semanas por un ciclo con películas de Hildegard Knef. Y luego por otros dedicados a Dolores del Río, Greta Garbo, Mae West, Joan Crawford… Así, todos los días, a la cinco de la tarde, durante años, hasta convertirme en un animal de costumbres a los pies del glamour y la “espuma celuloidal”.

Arriba, Hildegard Knef en 1952, fotografiada por Gordon Park para Life. Abajo en el 2002, el mismo año de su muerte.

Entre los cines de La Habana, uno para Hildegard Knef: el Payret, en el Paseo del Prado.


martes, 16 de febrero de 2010

RUMBERAS CUBANAS, REINAS EN EL CINE.

Por: Lázaro Sarmiento


Cinco mujeres están consideradas las reinas de las películas de rumberas. Ellas son: María Antonieta Pons, Meche Barba, Amalia Aguilar, Ninón Sevilla y Rosa Carmina. Las cinco triunfaron en el cine mexicano de las décadas del 40 y el 50. El periodista Fernando Muñoz Castillo en un libro que escribió en 1993 las llamó Las reinas del Trópico. Cuatro de ellas nacieron en Cuba.


Recientemente la Cinemateca de Cuba presentó un ciclo de películas protagonizadas por estas bailarinas y actrices. Y el 3 de febrero se efectuó en la Galería Servando de La Habana el panel titulado “Influencia del cine mexicano de rumberas en el cine cubano de antes del 59”. Participaron: Iván Trujillo, el director Enrique Pineda Barnet,el escritor Reinaldo González y el cineasta Manuel Herrera, actual director de la Cinemateca de la isla. El encuentro contó con la presencia de un grupo de artistas cubanas que a lo largo de sus carreras se relacionaron de alguna manera con los espectáculos de rumba en teatros, cabarets y en televisión: Olga Navarro, Cary Chantres, Mina Reyes, Nilda Collado y Norma Naranjo.

Una de las películas “clásicas” del cine de rumberas es la titulada Humo en los ojos, dirigida en 1946 por Alberto Gout. En su imprescindible y deliciosa Historia documental del cine mexicano, el investigador Emilio García Riera escribe el siguiente comentario:

“Es curioso el desenlace de este melodrama tropical. David Silva se siente incestuoso por simple solidaridad con su ex amante María Luisa Zea y eso le hace renunciar a una Meche Barba más fatal que nunca, a quien casi todos los personajes tienen ganas de clavarle algo (cuchillos, tijeras, etcétera). En el microcosmos del cabaret tropical, Gout descubría cuán trágicamente chocan las pasiones con las revelaciones de parentesco. Al mismo tiempo, Gout iba encontrando, tanto para él como para el género del que sería campeón, el estilo que le daría prosperidad en los próximos años.”

A finales de la década de 1950, el cine mexicano de rumberas se extinguió. Parecía que dentro de las nuevas tendencias cinematográficas no había lugar para el erotismo silvestre de estas mujeres de fuego y peligrosa belleza. Entonces, algunas se retiraron y otras pasaron a la televisión. En ocasiones hicieron apariciones especiales en la pantalla grande.

María Antonieta Pons (La Habana 11 de junio de 1922-Ciudad de México 20 de agostó de 2004). Se retiró del cine en los años sesentas. Murió a los 82 años de edad.

Meche Barba (Nueva York 24 de septiembre de 1922-Ciudad de México 14 de enero de 2000). A partir de los años 80 actuó en varias telenovelas. En 1992 regresa al cine y obtiene el premio Ariel por su actuación el filme Los años de Greta. Falleció a los 77 años de edad.

Ninón Sevilla nació en La Habana el 10 de noviembre de 1922. Como otras estrellas del cine de rumberas se retiró de la industria cinematográfica a fines de los 50. Retornó en 1992 con la cinta Noche de carnaval, con la que obtuvo un premio Ariel. En las dos última décadas intervino en numerosas telenovelas mexicanas. Recientemente la Unión de Escritores y Artistas de Cuba le entregó en la Ciudad de México el Premio Raquel Revuelta por su trayectoria en el cine.

Amalia Aguilar nació en Matanzas, Cuba, el 3 de junio de 1924. Se retiró del cine a fines de la década del cincuenta. Retornó a los escenarios en los años setentas. Desde entonces solo ha tenido actuaciones especiales en algunas películas.

Rosa Carmina, la más joven de las reinas rumberas, nació en La Habana el 19 de noviembre de 1929. Se mantuvo en el cine mexicano hasta mediados de la década de 1980. Luego actuó en varias telenovelas. Su última aparición fue en 1992 en la telenovela María Mercedes. En la actualidad reside en la ciudad española de Barcelona.

Finalmente, a partir de los años ochenta las carreras de las Reinas del Trópico comenzaron a ser reconocidas. Ahora, muchas malas películas del viejo cine de rumberas vuelven a verse gracias al interés que suscitan estas mujeres que se movían por la pantalla envueltas en el humo del cabaret, agitadas por músicas trepidantes, marcadas en ocasiones por sus pecados y condenadas o redimidas al cierre de tramas insulsas y desvencijadas .

Aunque parezca increíble, ellas salvaron ese cine del olvido.


domingo, 14 de febrero de 2010

HACER EL AMOR EN EL BLOG.

Por: Lázaro Sarmiento

Muchos de los internautas que llegan a este blog lo hacen a través de las rutas que establecen palabras claves como “formas de hacer el amor”, “maneras de amar”, “amor y sexo tántrico ” y “hacer el amor en la ciudad”… Y para que las visitas continúen gracias a esos keywords voy a recurrir a tres de mis autores literarios habituales con textos que se refieren al amor en esta jornada casi universal en la que los terrícolas reafirmamos que, sobre todas las cualidades, somos seres con la capacidad de amar.

MARGUERITE YOURCENAR.

Utilidad del amor. Los voluptuosos se las componen para realizar sin él la exploración del placer. No se sabe qué hacer con el deleite durante una serie de experiencias sobre la mezcla y combinación de los cuerpos. Después, se da uno cuenta de que aún quedan descubrimientos por hacer en tan oscuro hemisferio. Necesitábamos del amor para que nos enseñara el dolor.

MICHEL TOURNIER.

Amar a muchas personas, ninguna de las cuales nos colma, pero que juntas componen una felicidad plural, desordenada, tumultuosa, inquieta; una inquietud, es cierto, menos total y amenazadora que la que inspira el amor a una sola persona. Esto es, quizás, la sabiduría. Poner el corazón en muchas celtas, reunirlas en una deliciosa complicidad cuyo centro sería yo. Una buena variante consistiría en estar enamorado en bloque de toda una familia lo más numerosa posible, y hacerme adoptar por ella.

(De la narración El vagabundo inmóvil)

KAVAFIS.

Días de 1901

Esto era lo que había en él de singular:
que en medio de toda su vida disoluta
y de su mucha experiencia en el amor,
a pesar de la habitual correspondencia
entre su actitud y su edad,
había algunos instantes –pero muy raros
ciertamente- en que daba la impresión
de un cuerpo casi intacto.

La hermosura de sus veintinueve años,
tan probada en el placer,
había momentos en que paradojalmente recordaba
a un adolescente que –con cierta torpeza- al amor
por primera vez su cuerpo puro entrega.

1927-1927.
Imágenes:
1.-Foto de Nan Goldin
2.-Exposición del Louvre en el Castillo de la Fuerza de La Habana, año 2009.
3.-Postal por el Día de los Enamorados.
4.-Actor con máscara de luz.

sábado, 13 de febrero de 2010

CADA LECTOR ES UN MISTERIO.

Una selección de poemas de Anna Ajmatova (1889-1966), una de las figuras más relevantes de la poesía rusa del siglo XX, llega ahora a los lectores cubanos entre las propuestas de la actual Feria Internacional del Libro de La Habana. Como recuerdan los editores, la vida digna y difícil de Anna Ajmatova fue “un reflejo de los procesos que ocurrían en su patria, y expresión de una verdadera hazaña literaria y humana, paradigma del destino del escritor de nuestro tiempo”.

LECTOR.


No debe ser amargado
ni poco comunicativo. ¡Ah no¡
Debe el poeta abrirse de par en par
para ser por su tiempo comprendido.

Se ven las candilejas debajo de sus pies.
Todo vacío allí, iluminado, lívido.
La llama vergonzosa de time-light
deja en su frente un sello frío.

Pero cada lector es un misterio
como lo puede ser un tesoro enterrado.
Aun el último, aun el más casual,
el que pasó su vida siempre callado.

Lo que la Naturaleza nos esconde,
todo en él está encerrado.
Alguien allí llora, impotente,
su destino señalado.

Cuánta muda tiniebla hay allí, y cuánta
bella sombra también, cuánta frescura.
Es allí donde alguien que aún no conozco
habla conmigo hasta llegar el alba.

Por algo me reprocha amargamente
y me apoye en otras cosas…
Así fluye una muda confesión,
al calor bendito de una plática.

Nuestro tiempo en la tierra es bien veloz,
es bien estrecho el círculo que nos designan.
Sólo no cambiará, solo es eterno
Amigo del poeta, el de alma desconocida.


Traducción: Verónica Spasskaya; versión: Fina García Marruz.
Ajmatova, Anna: Poemas. Colección Sur. Poesía, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2009.
Arriba: Anna Ajmatova, dibujada por su amigo el pintor italiano Modigliani en 1911.

viernes, 12 de febrero de 2010

MARLENE, UNA DISTANTE ESTRELLA ENVIANDO SU LUZ


Por: Lázaro Sarmiento

Ha sido una semana bajo el magnetismo de Marlene Dietrich. He visto cinco películas protagonizadas por la legendaria actriz: Marruecos, La Venus rubia, Capricho español, El jardín de Alá y Mujer o demonio. En los próximos días vendrán más pues este ciclo presentado por la Cinemateca de Cuba no finalizará hasta el miércoles. Ese día proyectarán el documental Marlene Dietrich: su propia canción, realizado en el 2001 por uno de sus nietos, David Riva.

Me alejo de la sala Chaplin de La Habana pensando en las cualidades que justificaron el mito de la actriz. Llego a mi casa y confronto mi imagen de Marlene Dietrich con el retrato que de ella hizo hace algunas décadas el escritor español Juan Marsé:

“El extraño y pertinaz fulgor de los pómulos gatunos, la ternura asiática de los párpados, las mejillas chupadas, la delirante vida de las aletas de la nariz, la frente pura, traslucida, sedosa. Éstas son algunas de la cualidades de una estrella que, aún cuando ya está apagada, nos sigue enviando su luz, como las de verdad”.

De las largas piernas de la actriz enfundadas en medias largas, Marsé dice que son como la espina dorsal de la memoria.

“La cabeza es bellísima porque los huesos son perfectos. Esta cabecita orlada de oro fue a Shanghái, ciudad llena de espías y peligrosa, simplemente a comprarse un sombrero. He aquí un rostro nimbado por el halo de los sueños, por el auténtico polvo de estrellas. Y el cuerpo, vestido de fúlgido lamé o de severo frac, estará siempre gloriosamente sobre el barril de la memoria”.

Por la época en que se publicó esta descripción, ya Marlene Dietrich vivía encerrada en su propia leyenda en un apartamento de París. En la biografía escrita por Donald Spoto se recuerda que “desde 1976 hasta su muerte, en mayo de 1992 -exceptuando sus dos medias jornadas de trabajo para rodar Gigoló y un mes cuando permitió a un colega suyo que grabara una entrevista-, Marlene residió en medio de un espléndido aislamiento, una mujer vagamente conectada con el mundo a través de los periódicos, los libros y el teléfono, pero insistentemente retirada e inaccesible para todo el mundo excepto un par de empleados, y sin recibir otras visitas (excepto en ocasiones muy poco frecuentes) que las de su hija María”.

Carlos Monsiváis recuerda que “en Hollywood, estrellas tan distantes entre sí como Marlene Dietrich, Carole Lombard, Rita Hayworth y Dolores del Río, poseen y adquieren glamour, la técnica y la voluntad de refinar la belleza. Son-en Shanghái Express, Ser o no ser, Gilda o Ave del Paraíso- magia indescifrable del cine, substancia de los sueños de una generación y del encuentro admirativo de las siguientes. Ellas reafirman que, al menos en un sentido, lo mítico es aquello que no admite la familiaridad que desgasta”.

Si quieren disfrutar de magníficas fotos de Marlene Dietrich y de informaciones sobre su vida les sugiero entrar en http://clasicmarlene.blogspot.com/


Marlene Dietrich nació en Berlín el 27 de diciembre de 1901. Murió en París el 6 de mayo de 1992.

¿Cuál sería un cine de La Habana adecuado para rendirle pleitesía al fantasma luminoso de Marlene Dietrich? Para mí, el Fausto (1938), o el América (1941), así como el interior del teatro Lutgardita (1932) en Boyeros. El Art Deco de estas salas armonizaría con la elegancia distante de la estrella.



martes, 9 de febrero de 2010

GEORGE RAFT Y UN NIDO DE MAFIOSOS EN LA HABANA.


Por: Lázaro Sarmiento

Este edificio que ahora está en reparación en el corazón de El Vedado fue en una época un nido de mafiosos en lo que llamaban la esplendorosa Habana. A la inauguración del Hotel Capri con su lujoso casino de juego la noche del 27 de noviembre de 1957 asistió el mismísimo Santos Traficante, quien poco antes había participado en una reunión en Nueva York donde los jerarcas del crimen organizado en Norteamérica habían discutido sobre los destinos de sus negocios en Cuba.

Nicholas di Constanza, el Carnicero, otro connotado mafioso, fue presentado como el accionista principal del hotel. También estaba Jack, el Cejudo, hermano de Meyer Lansky. Este último, curiosamente, no asistió a la apertura del casino no obstante vivir en esa época en la capital de la Isla. La fiesta reunió a políticos, senadores, empresarios y artistas, así como a personajes del régimen de Batista vinculados directamente con los negocios de la mafia. Y entre los periodistas figuraron Don Galaor, de Bohemia, y Palmita, de la revista Show.


La figura principal de la fiesta de inauguración fue George Raft (1895 –1980). Este actor norteamericano actuó durante un tiempo como un relaciones públicas especial, encargado de contribuir a la popularidad del casino y atraer a sus mesas de juego a gente rica de Estados Unidos.

Este acontecimiento está narrado en el libro La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana, (Editorial Ciencias Sociales, 2006) del escritor cubano Enrique Cirules, donde se señala:

“En el instante preciso, George Raft penetró en el casino con una sonrisa cinemascope. Esa noche, como siempre, vestía una de sus caras y exclusivas camisas, una corbata muy llamativa y uno de aquellos trajes, con los que hizo época”.

También el libro recuerda que George Raft “había confrontado algunos problemas, y que después de convertirse en un apestado, ahora, de nuevo, lo habían integrado a los negocios, y se aparecía en los negocios de La Habana, era porque le estaban brindando una última oportunidad, para que pudiera expiar de manera sosegada sus culpas”.

Historias relacionadas con el Casino del hotel Capri y con otros que existían en Cuba en los años cincuenta, están bien contadas y documentadas en las páginas de La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana. La mafia norteamericana tuvo amplios y poderosos tentáculos en la capital y en otras localidades del país y mantenía una alianza con el dictador Fulgencio Batista (1952-1958). Esos intereses llegaron a provocar una guerra sangrienta entre el clan Habana-Las Vegas y las familias sicilianas de Nueva York.

La mafia disfrutó poco tiempo el Casino del Capri (en la actualidad uno de los más fabulosos escenarios de la música cubana) pues la Revolución que triunfó en 1959 acabó con el juego en la Isla. El Hotel, sin sus ruletas y matones, se convirtió en uno de los edificios emblemáticos de El Vedado. En la actualidad, una brigada de constructores labora para restituirle su brillo original.



Calles N y19 en el Vedado. En sus esquinas están el Hotel Capri, el restaurante El Caribeño (antes Los Andes), el Club 21 y el Pabellón Cuba. Al fondo de la imagen: el edificio Focsa, que hace unos pocos años recibió una amplia labor de mantenimiento. El antiguo Casino del Capri está a la izquierda de las imágenes. Hoy es el Salón Rojo, un cabaret donde se presentan populares solistas y orquestas. Fotos: Lázaro Sarmiento, febrero 2010.

domingo, 7 de febrero de 2010

PLACERES DEL MES DE FEBRERO.

Por: Lázaro Sarmiento


Cada año por esta época comienzo a reunirlos sobre la mesa de mi casa. Al principio son solo unos cuantos, pero cuando el mes de febrero termina mi bulto ha subido tan alto como el estrago en el bolsillo y el placer que disfruto al adquirir nuevos títulos. La Feria Internacional del Libro de La Habana constituye uno de los grandes lujos democráticos de la cultura en Cuba. Aunque la feria arranca el próximo día 11 en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, las editoriales del país ya han empezado a colocar sus propuestas en las librerías de la ciudad. Aquí la lista de los primeros títulos que traje desde la librería de 25 entre O y P, en el Vedado.




Poemas. Anna Ajmatova (Editorial Arte y Literatura)
La batalla de la cultura . Michael Parenti (Ciencias Sociales)
Lezama disperso . José Lezama Lima (Ediciones Unión)
Toda la música . Electo Silva (Editorial Oriente)
Enigmas de la sexualidad femenina . Aloyma Ravelo(Editorial de la Mujer)
Mirada de curador . Corina Matamoros (Letras Cubanas)
Raza y racismo . Antología (Editorial Caminos)
Lo esencial en la Ortografía . Francisco Alvero (Pueblo y Educación)
En el Limbo . María Elena Llana (Letras Cubanas)
Recuento. Memorias de puño y letra de Chanito Isidrón . Compilación (Letras Cubanas)
Asedio a Lezama Lima y otras entrevistas . Ciro Bianchi Ross (Letras Cubanas)
Festín de los patíbulos . Abel González Melo (Letras Cubanas)
Prana, Mantra y Kundalini Yoga . Eduardo Pimentel (Editorial Científico- Técnica)
Medios violentos . Pascual Serrano (Editorial José Martí)
Desafío al peligro .El oficio de ser bombero . Roberto Valdés (Editorial Capitán San Luis)



Mi bultico comienza a subir.

TEXTO RELACIONADO:
LIBROS QUE PINCHAN


miércoles, 3 de febrero de 2010

HOTEL TROTCHA: LA FILOSOFIA DE LAS RUINAS.

Por: Lázaro Sarmiento

Sobre el fragmento de fachada que queda del Hotel Trotcha en Calzada y 2, en el Vedado, y los proyectos de reanimación del terreno donde estuvo este emblemático edificio de La Habana de principios del siglo XXI, Maykel González dejó en el blog este comentario:

“Puede que resulte contradictorio, pero yo prefiero que no toquen ese pórtico abierto al césped. Es parte de mi mentalidad romántica, supongo. Tener ruinas es un privilegio; hay cuerpos imposibles de rescatar porque pertenecen ya a otro mundo. Lo que queda es la reminiscencia y es mejor no profanarla. Las ruinas, como pensaba María Zambrano, también son una categoría filosófica.”

La opinión de de Maykel me hace recordar la afirmación de Edmundo Desnoes de que “hay belleza en las cosas manoseadas, que tienen textura producida por el tiempo”. En un post anterior titulado GRAN HOTEL: LA BELLEZA DE LAS COSAS MANOSEADAS cité a Desnoes:

“Y existe todo un culto a las ruinas, a las del Imperio Romano, de los edificios, de las viejas iglesias, y tiene ese enorme poder las ruinas. Es algo que ha decidido no luchar más, se ha rendido, no hay que volverlo a pintar, no hay que reconstruirlo”. (Edmundo Desnoes. Revista Cine Cubano, no. 192)

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