martes, 5 de mayo de 2009

CINEMATOGRÁFICAS (EL MUNDO ANTIGUO)



“No a ustedes, delgadas revistas y oscuras publicaciones
con sus estudiosas incursiones en la pomposidad de las hormigas.
no a ti, teatro experimental en el que la realización Emotiva
se une al Conocimiento Poético para siempre, no a ti
orgullosa Gran Opera, obvia como una oreja (aunque estás
cerca de mi corazón), sino a ti, Industria del Cine,
¡es a ti a quien amo¡


(Frank O’Hara, del poema A la industria cinematográfica en crisis)




“Yo soy grande- dice la Desmond-, son las películas quienes se han empequeñecido”.
(Gloria Swanson en El ocaso de una vida)



“Se exhibe a la artista como si fuera una res”.
(Mirta Aguirre en una crítica cinematográfica refiriéndose a María Félix en el filme La diosa arrodillada)


¡Giren, cintas de celuloide, como gira el universo ¡




“Pero en el cine, sentado en la oscuridad, con las imágenes yendo y viniendo, es como si una lluvia de meteoritos le cayera encima a uno”.
(Henry Miller)



Abajo: Imagen actual del Cine Riviera, Calle 23 del Vedado. Reúne algunas de las características de las salas cinematográficas de los años 50 del siglo veinte.

domingo, 3 de mayo de 2009

JUGAR ES LA COSA MAS SERIA

Por: Lázaro Sarmiento

Se han preguntado ustedes cuál es la razón por la que los adultos no jugamos con juguetes. Chesterton argumentaba: “La razón es que jugar con juguetes exige mucho más tiempo y trabajo que cualquier otra cosa. Jugar tal como los niños lo entienden es la cosa más seria del mundo”.

Me atrevo asegurar que Maykel González desde su atalaya en Sagua la Grande estará de acuerdo con la afirmación del escritor británico.

Cuando me ataca el virus de la pereza actualizo el blog con subrayados hechos en las páginas de algunos libros que aprecio. Uno de estos libros es Enormes minucias, de G. K. Chesterton (Colección Austral, Buenos Aires, 1946). Lo adquirí cuarenta años después de esa fecha, de manos de Jose (sin acento), un viejo librero ambulante que ponía su carga en un portal de la avenida Carlos III de La Habana.

En Enormes minucias Chesterton reúne textos originalmente publicados en el periódico The Daily News. Los temas van desde un trozo de tiza hasta el secreto de un tren, incluyendo el titulado El Teatro de Juguete.

“Es mucho más sencillo consagrarse a una obra pedagógica que cuidar de una muñeca. Tan fácil es escribir un artículo sobre pedagogía como escribir un artículo sobre las almendras tostadas o sobre los tranvías o sobre cualquier otra cosa. Pero cuidar de una muñeca es casi tan difícil como cuidar de un niño. Las niñas que yo encuentro en la calles de Battersea adoran a sus muñecas de una forma que me recuerda más a la idolatría que al juego. En algunos casos, el amor y el cuidado del símbolo artístico ha resultado más importante que la realidad humana que originalmente se trataba, supongo yo, de simbolizar”.

Y seguidamente Chesterton explica que el hombre que escribe sobre la maternidad es meramente un pedagogo; la niña que juega con una muñeca es una madre. Luego, sin que nos demos cuenta, como era costumbre en este autor, nos lleva a otra reflexión: el placer puro. Según Chesterton, en este mundo no podemos lograr el placer puro. En parte, porque el placer puro sería peligroso para nosotros y para los que nos rodean.

sábado, 2 de mayo de 2009

TAMARA DE LEMPICKA

Por: Lázaro Sarmiento

Unos ladrones mantienen oculto en estos instantes un cuadro de la pintora Tamara de Lempicka. La obra se titula La música y fue sustraída el pasado viernes del museo Scheringa de arte realista, en Spanbroek (norte de Holanda). Tamara nació en Varsovia, tal vez en Moscú, a fines del siglo XIX. Falleció en México en 1980. Calificada de excéntrica, liberal, independiente, exuberante, bisexual, moderna, autoritaria, esnob, arrogante, divertida, femme fatale... de esta artista se ha escrito mucho. Encontré un texto muy interesante: Tamara de Lempicka: Arte, sexo y cocaína, de Higinio Polo, reproducido en Rebelión hace cinco años.( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=4385)


"Y, sin embargo, pese a tantos cuadros sin interés, algunos de sus retratos y de sus desnudos siguen atrayéndonos, tal vez porque son ya para nosotros el reflejo oscuro de una época vigorosa y ruin, atrevida y obsesiva, ansiosa y degradada. Los personajes retratados parecen tener una ausencia vital deliberada: no es que hayan sido sorprendidos en aquella posición, sino que prescinden del espectador, de quien los mira, porque tienen una actitud elitista ante el mundo, que refleja la propia mirada de Tamara. Sus personajes son fríos, distantes, aunque se dejen ver; les gusta saberse admirados, pero rechazan entrar en contacto con el populacho."



Tamara de Lempicka está considerada la máxima representante del art deco en la pintura. Sus obras son muy cotizadas por coleccionistas de arte erótico.

martes, 28 de abril de 2009

LA ILUSION DE SUSANA BARRIGA.

Por: Lázaro Sarmiento

Yo quería hacer una película sobre la felicidad. Esta frase, escuchada en off en el documental, le gustaba como título a un amigo y así él se lo quería decir a la directora Susana Barriga, (Santiago de Cuba, 04.12.1981). Ella lo tituló The Illusion, que recibió una mención especial del jurado en la recién finalizada edición del Festival de Cine de Málaga. Antes había sido premiada en La Habana y Berlín.

The Ilusión (23 minutos) aborda un tema ultra sensible para muchos cubanos de hoy: el encuentro de una hija con su padre exiliado después de una separación tan larga como el tiempo de una vida. Ella 26 años. Él: 62. Filmado con una cámara oculta el encuentro tuvo lugar en Londres, muy lejos de Baracoa, localidad que en algún momento se menciona.

Fue William Faulkner quien hace más de 50 años dijo: “El artista es responsable sólo ante su obra. Será completamente despiadado si es un buen artista”. Y luego de referirse a la angustia de los creadores por materializar sus sueños, el novelista expresó: “Si un artista tiene que robarle a su madre, no vacilará en hacerlo”.

Recordé a Faulkner al enfrentarme a los demonios de Susana en un cine de El Vedado. Su documental me gusta porque desencadena la reflexión, motiva el diálogo con el pasado individual, o el de los otros. Luego está ese minimalismo de las escenas. Y la aparente dureza emocional.

En internet encuentro estas palabras de Susana:”El documentalista está todo el tiempo enfrentándose a sus demonios, y en una soledad aterradora. Es un género precioso pero hay que tener mucho coraje, aún cuando el tema no implique personas de carne y hueso. Es un género muy poético que te permite libertad.”

Entre el padre y la hija existía un puente muy frágil. Bastó que él vomitara un montón de sentimientos reprimidos para que el puente se viniera abajo. Para construir nuevos puentes, la historia ha derrumbado otros. ¿Cuántas vidas no han sido lastimadas en esos derrumbes?

El padre puede parecernos un monstruo pero la forma en que la cineasta manipula las escenas y el diálogo lo convierte en una víctima. Esta puede ser una percepción equivocada.

Susana Barriga filmó The Ilusión con la frialdad de un bisturí. Pero no es frialdad. Es inteligencia y una deliberada estética. Tal vez no quería emocionarnos, sino choquearnos. No puedo hablar por ella. Ni tan siquiera conozco su anterior documental Cómo construir un barco, que también suscitó el interés de la crítica y el público.

Solo opino como espectador interesado por su micro historia, relacionada con un andamiaje mayor: la historia de este país. Y tampoco hubiera titulado la película como deseaba el amigo que mencioné .

Hubiera sido una ilusión.

Foto: Susana Barriga.
Licenciada en Periodismo. Universidad de La Habana.
Graduada de Dirección Documental. Escuela Internacional de Cine y Televisión, EICTV, de San Antonio de los Baños. http://www.eictv.org/view/content.jsf?id_seccion=12&id_blog=42&id_contenido=264

lunes, 27 de abril de 2009

Mary Pickford y el destino de un hombre
Por: Lázaro Sarmiento

1.- Fue la noche en que me senté por primera vez en el bar de Prado 264.


Había pedido el trago bautizado con el nombre de una de las reinas de la antigüedad cinematográfica. Y mientras trataba de seguir las conversaciones de mis vecinos en la barra - por momentos susurros, más silencios y miradas- descubrí que otro personaje que yo quería ser en la vida real era el de barman.


Batía a mano la mezcla compuesta de una y media onzas de juego de piña, 1 ½ onzas de ron blanco, gotas de granadina y trozos de hielo. La servía colada en la copa adecuada y por último la adornaba con una cereza que me recordaba el color rojo del cartel de Besos robados.

2.-Los gestos perfectos del barman al elaborar el coctel Mary Pickford podían cambiar el destino de un hombre.


Ya no soñaría más con diseñar jardines futuristas, burbujas de cristal y nichos ecológicos para las rocas del hueco natural que hay en la manzana de las calles 23, J, 21 y L del Vedado. Ahora lo que deseaba era relacionarme con ese polvo impalpable que los árabes llamaban cohol (se dice también que la palabra alcohol viene del radical kaly, que significa quemar o abrasar). La ruta del alcohol me conduciría hasta los alquimistas, algunas de cuyas artes se reflejan en el barman excepcional.



3.- La nueva profesión incluía la propiedad de una banda sonora con los diálogos que la gente deja flotando como nube erótica sobre la barra de los bares.

Al final de la jornada, cada palabra y frase, risa, lágrima o gota de saliva sería aprovechada (quiero decir recogida). Luego de madrugada, tendidos en la cama, untados de colonia y jugando con el humo de un cigarro como en las películas, (boxer y camiseta blanca, miradas hacia el techo), utilizaríamos todo ese material para escribir el guión de una trama con abundante sexo. Además teníamos que llenar los vacíos en las escenas y perfeccionar las recetas que hicieron de La Habana una de las cumbres de la coctelería mundial.


En la mañana, Mary Pickford, ya momia para siempre, prefiriría seguir siendo la Novia de América, un título de mayor alcurnia que el nombre de un coctel en la Isla de Cuba. Y yo, con los ojos empañados por la mala-buena noche , marcharía hacia la estación de radio para el show del mediodía.

El barman dormiría unas horas más.

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