martes, 29 de septiembre de 2009

TELEVISION Y OLIMPIADAS EN CUBA.


Las primeras Olimpiadas transmitidas hacia Cuba por televisión fueron las de Montreal en 1976, en las que se utilizó la vía del satélite para emitir la señal de video. En su magnífico libro Memorias a los sesenta y..., el periodista y comentarista deportivo Eddy Martín (1929-2006) recordaba que…

“…el audio se recibía por vía telefónica, lo que motivó la utilización de narradores en la sede de los Juegos y en las cabinas de la televisión en Cuba, Así, las dos espectaculares carreras de Alberto Juantorena fueron narradas desde La Habana por Héctor Rodríguez”.

En Montreal se encontraban como narradores Bobby Salamanca, Diego Méndez, Ramón Rivera, René Navarro y Eddy Martín.

La emoción que sintió Héctor Rodríguez al narrar desde una cabina en La Habana los instantes finales de una de las carreras de Juantorena ha quedado como uno de los grandes momentos de la narración deportiva en Cuba. Treinta y tres años después, las imágenes y el audio de aquella competencia continúan levantando un sentimiento de orgullo por la hazaña lograda por el atleta al coronarse bicampeón olímpico en los 800 y 400 metros planos.


sábado, 26 de septiembre de 2009

SUSAN SONTAG Y LA AVIDEZ POR LA VIDA

La famosa autora vista por su hijo.


Por: Lázaro Sarmiento

Era una escritora con un ojo imaginariamente dirigido a la posteridad. Esto afirma de Susan Sontag su hijo David Rieff en el prólogo del libro de Al mismo tiempo (Barcelona, 2008). El volumen reúne conferencias y ensayos concebidos por la brillante pensadora y novelista norteamericana durante los últimos años de vida (1933-2004).

Por estos días he vuelto a las páginas de este libro. Y es que Susan Sontag es un monstruo que me acecha con reiteración, al igual que Marguerite Yourcenar, Lillian Hellman y Patricia Highsmith. Yo siento un placer inmenso en dejarme devorar por la inteligencia, sagacidad y técnicas creativas de estas autoras.

Comparto algunas observaciones que sobre Susan Sontag publicó su hijo en el prólogo de Al mismo tiempo. Al referirse la agonía de su madre frente al cáncer que la mató, apunta: “No quería irse. No pretendo saber gran cosa sobre lo que sentía mientras agonizaba , tres meses en dos camas sucesivas de dos hospitales sucesivos, mientras su cuerpo se convertía casi en una enorme llaga, pero al menos eso sí puedo afirmar con certeza”

David Rieff dice que si tuviera una sola palabra para evocar a Susan Sontag sería avidez. Y recuerda la afirmación de la escritora: “Sabemos más de lo que usamos. (…) Y no sabemos siquiera lo suficiente”.


“Quería vivirlo todo, probarlo todo, ir a todas partes, hacer de todo. Incluso el viaje, escribió una vez, lo consideraba una acumulación. Y su apartamento, una suerte de reificación de los contenidos de su mente, estaba repleto casi hasta reventar de una colección, sorprendente en su disparidad, de objetos, grabados, fotografías y, desde luego, libros, libros sin fin”.

Para ilustrar lo difícil de clasificar la gama de intereses de su madre, Rieff cita lo que ella escribió en el cuento Proyecto de un viaje a China:

“Durante veinte años me he prometido que haría tres cosas antes de morir:
-escalar el Matterborn
-aprender r a tocar el clavicordio
-estudiar chino.”

En su septuagésimo cumpleaños dijo que lo que lo que más anhelaba era tiempo, “tiempo para emprender la obra que la escritora de ensayos le había distraído con tanta frecuencia y por tan largos períodos”.

Rieff considera que en Susan Sontag el goce de vivir y el goce de saber eran en verdad uno y lo mismo.

jueves, 24 de septiembre de 2009

LA HABANA, ANTIGUO CINE BAYAMO.


Por: Lázaro Sarmiento

Esquina de Belascoaín y San Rafael en La Habana. Aquí funciónó un cine de barrio hasta hace unos años. 850 butacas. Primero se llamó Wilson (en honor al presidente yanqui Thomas Woodrow Wilson), luego Miami y finalmente Bayamo. El cambio de nombre está relacionado con la historia de Cuba.

El cine se inauguró en 1920, año de máximo esplendor de la Danza de los Millones y a la vez de su aplastante y catastrófico final. El crítico Raúl Rodríguez en su libro El cine silente en Cuba (Letras Cubanas, 1992) recordaba que 1920 fue el año en que los norteamericanos consolidan su dominio económico en la Isla, del cual el cine era uno de sus numerosos intereses:


“Ese año la empresa Paramount termina de rodar en La Habana su producción El hábito no hace al monje. Filmar en Cuba representaba para los productores hollywoodenses costos de producción más baratos al pagarle menos al personal cubano que al norteamericano, a lo que se unía el pasar unas ‘vacaciones’ tropicales”.

El edificio del antiguo cine Bayamo acaba de ser remodelado y convertido en una tienda de muebles del Fondo de Bienes Culturales. La actividad del Fondo abarca la promoción y comercialización de las artes plásticas y decorativas, artesanía artística, antigüedades y servicios de diseño ambiental.

El local del Bayamo ha tenido mejor suerte que otras instalaciones cinematográficas de la calzada de Belascoaín en La Habana de las que no han quedado ni las paredes : Cuatro Caminos, Astor y Palace.


lunes, 14 de septiembre de 2009

HOTELES PARA AMANTES AL ATARDECER.


Por: Lázaro Sarmiento

Me atraen los pequeños hoteles de ciudad, discretos en el paisaje urbano. A veces lo único que los distingue entre las hileras de fachadas y edificios es ese cartel universal de cinco letras detrás del cual se esconden historias apasionantes o anodinas, intrigas y cariños, o la nada: HOTEL.

La primera vez que dormí en La Habana fue en una casa de huéspedes, Belinda, en la calle Neptuno, donde mi padre vivió un tiempo mientras buscaba una vivienda para mi madre y para mí que entonces tenía seis años de edad. Belinda era una casa de huéspedes lo suficientemente grande como para parecerse a un hotel chiquito.

Pero esos hoteles sencillos han ido desapareciendode La Habana con los años y los que existen en la actualidad están vinculados directamente al quehacer de organizaciones sociales o instituciones estatales.

Hoy me alegró descubrir un cartel de hotel que no había percibido en la calle Bernaza, frente al parque Albear, al inicio del bulevard de Obispo. El hotel se llama Ligerito y el nombre sugiere que presta servicios a la Industria Ligera.

Los amantes furtivos, los viajeros de paso, las parejas hambrientas de sexo, la gente misteriosa y los solitarios deben estar añorando los hoteles modestos de ciudad.



domingo, 13 de septiembre de 2009

DESNUDARSE FRENTE A EXTRAÑOS.

Por: Lázaro Sarmiento


La relación dura unos minutos. Por sus ojos pasan mis sonrisas dibujadas, las poses que ensayé, los abrazos con los amigos y también comidas disfrutadas. Ella no muestra pudor; actúa como testigo de los cuerpos amados y de varios intentos por atrapar la felicidad. Amor no te vayas. Su mirada esta acostumbrada al único strip-tease permitido por los moralistas. Durante una jornada atiende decenas de peticiones como la mía. Por eso acumula miles de gestos, camisas, aeropuertos, azules, labios, dientes… Hay que realizar retoques, aclarar escenas, cortar los bordes. Borra ese edificio. La vida es bella .Cuidado que se queda una mano fuera…”muchos años de paz y armonía…” (tal vez fue en inglés).La última es frente a un espejo, hotel Berkeley, París . Le pago su trabajo – estoy complacido- y ella dirige la atención hacia nuevos rostros, otras vidas. ¿Recordará mañana que tiré piedras en el río Bayamo? La labor continúa para la editora de fotografías.

Tomo el sobre en mis manos y camino por La Habana con la ilusión de que entré en la inmortalidad por la puerta de Photo Service.


(Publicado aquí con anterioridad)


viernes, 11 de septiembre de 2009

CUANDO BOLA DE NIEVE QUISO SER ACTOR.

Por: Lázaro Sarmiento


El artista excepcional que fue Ignacio Villa, Bola de Nieve, soñó con debutar como actor en una versión teatral de la novela El negro que tenía el alma blanca, escrita por Alberto Insúa, autor nacido en Cuba y radicado en España. La obra había sido llevada al cine en tres ocasiones y Bola había visto una de las adaptaciones durante un viaje a Madrid. Lo cuenta el escritor Humberto Arenal en su libro de crónicas Encuentros.


En 1963 Bola de Nieve se reunió en La Habana con Humberto Arenal para entregarle un ejemplar de la novela y pedirle que hiciera una adaptación teatral:

“Él (Bola) haría el papel masculino principal y alguna de las principales actrices cubanas (quizás pudieran ser María de los Ángeles Santana, Raquel Revuelta o Rosita Fornés) el femenino. (…) Estaba tan sorprendido que lo dejé hablar extensamente sobre el proyecto. Al final de la conversación le expresé que me entusiasmaba mucho la idea, pero que en esos momentos yo tenía varios trabajos a la vez y era muy poco el tiempo libre del que disponía. Quizás unos meses después podría hacerlo”.

Humberto Arenal recuerda que Bola lo llamó posteriormente y le reiteró dos cosas: tenía un gran interés en debutar como actor interpretando esa obra y seguía pensando que él (Humberto) era el dramaturgo y director ideal.

La última vez que ambos hablaron del proyecto de llevar al teatro El negro que tenía el alma blanca fue en 1970, un año antes de la muerte de Bola de de Nieve.




Felicitaciones de mano en mano. Arriba, tarjeta de felicitación mandada a imprimir por Bola de Nieve. En una ocasión, su hermana Raquel Villa le regaló varias de estas tarjetas al productor discográfico Jorge Rodríguez, quien a su vez me obsequió una de ellas.

martes, 8 de septiembre de 2009

TEATRO CAMPOAMOR.


La siguiente crónica titulada Teatro Campoamor, de Miguel Barnet, fue publicada en el libro Arquitectura cubana. Metamorfosis, pensamiento y crítica (textos de varios autores).


En mi trono de la adolescencia vi desfilar por el teatro Campoamor a las cupletistas andaluzas engordadas con jamón de Jaburgo y panes de ajo, a los tenores desafinados que cantaban Granada o Júrame con sacos de tres botones y pelos envaselinados , a las coloraturas que aullando hasta rajar el tímpano se empinaban para alcanzar el agudo de Soledad de Rodrigo Prats, al viejo Bringuier y Alicia Rico improvisando morcillas salidas del ingenio criollo para salvar aquellos sketches borrosos escritos por chupatintas que quedaron para siempre en el olvido. Al mago Mandrake con sus pantalones anchos y sus dientes de oro coruscantes y fríos. El mago Mandrake que un día desapareció para siempre en una calle de La Habana que hoy llamamos centro. La populosa calle Industria y el café de enfrente del teatro, donde mis tíos paternos se daban cita con las artistas argentinas llegadas en compañías de tango que se despedazaban a causa de repentinos amoríos tropicales.



En el Campoamor vi por primera vez a Rita Montaner cuando le espetaba un insulto irrepetible, acompañado de sendas bofetadas en pleno rostro, a un desconocido. Vi película como Friné, la cortesana y Nobleza baturra, de Imperio Argentina. ¡Échale guindas al pavo ¡Y oí a Lola Flores taconeando en el escenario , ¡Que viva el Campoamor¡

Pero ya en esos años que vagamente vienen a mi memoria el Campoamor no era ni la sombra de lo que había sido; un teatro tipo vienés, de herradura, para voces pequeñas y gastadas, para zarzuelas y operetas, engalardonado con orla doradas y lámparas de rococó donde lo más granado de La Habana se daba cita y las “chusmas diligentes” se apelotonaban en el gallinero para cazar un gallo, chiflar o tirar un huevo a un cantante a quien esa noche se le habían unido el cielo y la tierra.


El teatro Campoamor abrazó su cenit con las veladas afrocubanas organizadas por Fernando Ortiz y la Hispanocubana de Cultura, donde el antropólogo cubano llevó al escenario por primera vez los tambores batá de Pablo Roche en 1936. Ese mismo año Ortiz auspició por la Hispanocubana el Festival de Poesía que dirigió Juan Ramón Jiménez. Voces jóvenes se escucharon allí: Lezama, Cintio y Fina estuvieron presentes Juan Ramón, pese a su carácter venético, le insufló mucho aliento a la poesía cubana. ¡Que exquisito bocado esta isla, y qué peligroso!, exclamó el poeta andaluz en La Habana

Figuras como Eusebia Cosme y Berta Singermann ilustraron lo más cálido y profundo y también lo más epidérmico y pintoresquita de la poesía negra en boga, tantas y tantas cosas…Hoy las cáscaras del Campoamor son lo único que queda de aquel teatro donde con pantalones bombachos celebré mis nueve años de edad. Un lamentable tren de bicicletas y un nido de ratas se exhiben en aquella esquina de glorias remotas.


No alabo los años idos ni credo que cualquier tiempo pasado fue mejor. Como T. S Eliot estoy convencido de que el tiempo presente lo condensa todo y contiene incluso mucha argamasa del futuro. Prefiero el hoy con sus tremolinas y sus contradicciones. No me sumerjo en la nostalgia sino para combatirla. Pero ella es fértil y da pie a estas memorias que, de algún modo, amplifican el tiempo que fue.

Yo fui un niño privilegiado de la década del cuarenta. La siguiente, grotesca y peligrosa, me dio la vibración que marca mis días, la energía creativa y la brújula. Pero fue, sin dudas, la década del sesenta la que definió mi vida radicalmente. Hermosos, como la mentira, fueron aquellos años que hoy evoco con alegría.


!Teatro Campoamor, no dejes que lo que queda de ti caiga estrepitosamente al suelo ¡
¡Yérguete como lo que fuiste, un coloso de la comedia y el vodevil, de la zarzuela y la opereta , del vernáculo y de las ensaladillas humorísticas¡ ¡Que como en el pasaje de Elías del Antiguo Testamento surjas de tus huesos hoy secos y de tus cenizas¡
Amén.

Teatro Campoamor, crónica de Miguel Barnet tomada de Arquitectura cubana. Metamorfosis, pensamiento y crítica. Selección de textos. Artecubano Ediciones, La Habana, 2002.

El escritor Miguel Barnet con la vedette Rosita Fornés durante un evento de arte lírico de la UNEAC, a fines de la década de 1980.


Portada del disco con la adaptación del cuento Fátima o el Parque de la Fraternidad en la voz de su autor Miguel Barnet. El texto fue premio Juan Rulfo 2006 en el concurso que anualmente convoca Radio Francia Internacional. La grabación fue realizada en Habana Radio, emisora de la Oficina del Historiador de La Habana, el 16 de mayo de 2007 bajo la dirección general de Magda Resik Aguirre. Grabación y edición: Alexis Rodríguez. Diseño: Masvidal.

lunes, 7 de septiembre de 2009

COMIENZA EL MISTERIO.


Es poco probable que cuando usemos una máscara como juego, aunque sus fines originarios son otros, pensemos en las consideraciones de Elias Canetti (1905-1994) sobre esta pieza nacida en la más lejana antigüedad. Para Canetti el poder de la máscara descansa en que se le conoce con precisión sólo desde fuera, de frente, sin poder saber jamás qué contiene.

“La máscara es pues precisamente eso que no se transforma, inconfundible y perdurable, un algo permanente en el siempre cambiante juego de la transformación. Su limpio efecto depende de que oculte todo lo que se halla tras ella. Su perfección descansa en que así sea exclusivamente, y que todo lo que está tras ella permanezca irreconocible.

“Fascina y al mismo tiempo impone una distancia.

“El efecto de la máscara es principalmente hacia fuera. Crea un personaje. La máscara es intocable y establece una distancia entre el espectador y ella. Puede, acaso en un baile, acercarse más al espectador. Pero éste, de por sí, debe permanecer donde está. La rigidez de la forma deviene rigidez también de la distancia: que no cambie en lo más mínimo es lo que tiene de fascinante.

“Porque inmediatamente tras la máscara comienza el misterio.”

(Fragmentos del ensayo La metamorfosis, en Masa y Poder, de Elias Canetti.)

domingo, 6 de septiembre de 2009

MESAS PARA VER LA VIDA PASAR.


Por: Lázaro Sarmiento


Me gustaría que La Habana tuviera mesitas al aire libre en un mayor número de avenidas y esquinas para sentarse a conversar, tomar líquidos o café o simplemente ver a la gente pasar. Es algo relacionado con la manera de ser de casi todos los cubanos, amantes de la calle, de la acera, de los grandes espacios, del diálogo espontáneo y de la mirada buscando lo público y el rostro - o el cuerpo- ajenos. Luego está el clima con tardes y noches calurosas en las que las paredes (y también las ropas) parecen sobrar. Además de las mesas, podrían colocarse bancos para descansar en las aceras de arterias populosas, no sólo para esperar el ómnibus sino como escenarios de ocio expectante.

Y uno de los primeros sitios donde yo pondría esas mesas sería en el Paseo del Prado, en el tramo comprendido entre las calles Monte e Industria. En este caso volverían las mesitas porque esta zona ya tuvo los famosos Aires Libres y las orquestas legendarias frente al Hotel Saratoga que mi generación no conoció. Lo aires que recuerdo emanaban de una atmósfera de venta de cerveza en tramos de las aceras del Prado y que la gente bautizó como "los paragüitas”, los cuales subsistieron, creo, hasta principios de la década de los noventas con algunas mesas cerca del cine Payret y un poco más allá.

El Prado pudiera tener mesitas como las que hay en la Taberna de la Muralla de la Plaza Vieja y en la Plaza de la Catedral. Tal vez con servicios más modestos que aquellos que se ofrecen en la profundidad del Centro Histórico pero iguales de agradables y bien recibidos, como las mesitas instaladas en el boulevard de San Rafael. Pensaba así, mientras hoy domingo recorría un tramo del Paseo del Prado y disfrutaba del estimulante y gratuito espectáculo de observar la vida pasar.




Postal de promoción del Hotel Saratoga, año. 1932. Abajo: Fachada actual del Saratoga, en Prado esquina a Dragones. Reconstruido en el año 2005 pertenece a la cadena Habaguanex.


Arriba, al inicio de la página: Paseo del Prado, frente al Parque Central. En este tramo hay mesitas en el Café del Louvre y en el portal del Hotel Telégrafo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

LOS SETS HOMOEROTICOS DE ROCIO


BLOG: ¿Cuál es tu pintora favorita?
YO: Rocío García.
BLOG: ¿Por qué te interesa ?
YO: Te remito a los argumentos del ensayo de
Andrés Isaac Santana titulado Rocío García:
latigo,mucho látigo, publicado en la revista
ARTECUBANO 3/2008.
BLOG: Te propongo seleccionar algunos párrafos
de ese texto.

“Rocío García es una extraordinaria pintora, una escritora visual de historias que reportan placer y susto, sentimientos contradictorios de estabilidad y de vértigo, ansias de amor y de odio, impulsos de sujeción y de libertad. Su obra, en su género, es una de las propuestas más genuinas y soberbias del arte cubano contemporáneo.


“Conocedora de la intríngulis humana y de sus zonas de arrebato y de tensión, la artista es consciente del poder de sugestión de la imagen especular y la narratividad de un erotismo que seduce y desestabiliza, que recaba la mirada para terminar proponiendo una fuerte crítica a los sórdidos manejos de poder falocentrista.


“Como pocos en el panorama de la plástica nacional, Rocío maneja los recursos del erotismo, los resortes operacionales de la perversión, las trampas rutinarias y el uso impecable del dolor, para conseguir clon ello una cualidad que parece extraviada en las prácticas estéticas contemporáneas, la del extrañamiento y la sorpresa.

“Frente a ese modelo de heterosexualidad extendida, Rocío reivindica la posibilidad efectiva y la absoluta legitimidad y entereza del amor homosexual.

“Lejos de ofrecer historias acabadas, Rocío propone escenas que no hacen sino dar pie a la especulación, coloca al espectador en una situación de desconcierto al sugerir que algo está por suceder, que esa historia no acaba allí, sino que continúa, quizás, en el reverso de lo visible.

“Como dijera Behar: ‘el dramatismo de las escenas sugiere algo que ocurrió o está a punto de ocurrir (…) El espectador o la espectadora, según el caso, implicado en la trama, tiene que completar las escenas que pudieran faltar y se ve obligado a imaginar e desenlace: la catástrofe, el libertinaje, la violencia, el placer atroz, el dolor de la sangre, y más difícil aun, una vida futura sin héroes’.”

Tomado de Rocío García: látigo, mucho látigo, publicado en la revista ARTECUBANO 3/2008. Autor: Andrés Isaac Santana





miércoles, 2 de septiembre de 2009

GUIA DE LA CIUDAD DE LA HABANA. 1917

Por: Lázaro Sarmiento

Un amigo me regaló una Guía de la Ciudad de La Habana del año 1917 (Guide of The Havana City). Editada por J. J. Higuera, esta obra contiene , entre otras referencias , los nombres de las calles de la ciudad, las tarifas de coches, autos, trenes y lanchas de la bahía, relaciones de ingenios azucareros y asociaciones diversas, así como anuncios de restaurantes, hoteles y productos como el sombrero Castor y el agua mineral Amaro.

Según el documento de 82 páginas y un buen número de ilustraciones:

- La capital cubana tenía ese año 311 mil habitantes.

-Viajar en coche desde Belascoaín hasta el Vedado costaba 80 centavos (tarifa válida desde las 6 a.m hasta las 11 p.m).

-El alquiler de un automóvil por dos personas para hacer diligencias durante una hora costaba $1. 25.

-Enviar un cablegrama desde La Habana a la ciudad del Cabo, en Sudáfrica, costaba $ 1.01

La Guía incluye las direcciones de numerosas oficinas públicas como el Palacio Presidencial, en la Plaza de Armas, y el Senado de la República que radicaba en O’Reilly no. 10, así como las ubicaciones de las Legaciones Extranjeras y Consulados, casi todos cerca del Parque Central. Por ejemplo, el consulado de China estaba en la calle Amistad no. 85, y el de Dinamarca en Habana no. 102.

Se anuncian 6 teatros: Martí, Nacional, Payret, Campoamor (estaba frente al Parque Central, luego se construyó otro de igual nombre en Industria y San José) , Alhambra y Molino Rojo. Este último en Galiano y Neptuno.

En varias páginas se promociona los cigarrillos “Paris”, marca que parece era muy popular en esa época.

Guía de la Ciudad de La Habana, 1917, año de la Revolución de octubre en Rusia y del alzamiento en armas de los liberales en la provincia cubana de Oriente (La Chambelona). Deliciosa máquina del tiempo fabricada de papel.


En La Habana de 1917 ya existía el edificio de la Lonja del Comercio, en la Plaza de San Francisco y Avenida del Puerto, construido entre enero de 1908 y mayo de 1909 para almacenes, bolsa y oficinas. Arquitectos: Tomas Mur y José Mata. El inmueble se conserva en la actualidad impecablemente luego de una restauración general y nuevas funciones.


En el año 1917 prestaban servicios en Cuba 16 compañías de vapores, entre ellas la Compañía Trasatlántica Española (San Ignacio 72, altos) y la Compañía Pinillos, Izquierdo y Ca (san Ignacio 18). En uno de los buques Pinillos arribó mi abuelo a La Habana en 1919, proveniente de Gran Canaria. Nunca regresó.



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