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viernes, 23 de diciembre de 2011

MIEL Y RON SOBRE LAS ROCAS EN LA HABANA.

Los fiestas de fin de año constituyen una buena ocasión para fantasear con la coctelería cubana y las recetas de ron.

LABIOS DE MIEL
En la coctelera:
Media onza de jugo de limón. ½ onza de miel, 2 onzas de ron blanco y trozos de hielo.
Batir enérgicamente y servir colado en una copa de coctel.

HAVANA CLUB EN THE ROCKS (Ron sobre las rocas).
En un vaso antiguo (Old Fashioned):
Trozos de hielo, 2 onzas de ron blanco, oro o añejo.
Revolver y adornar con una cáscara de limón.

Ambas recetas están incluidas en Coctelería cubana, 100 recetas con ron, de Fernando G. Campoamor, que la Editorial Científico-Técnica publicó en La Habana en 1984.

FELICIDADES.


Foto de principios de la década de 1960. Mi tía Rosita (la cuarta de izquierda a derecha) con su novio Iván en una fiesta en Madruga.

jueves, 8 de diciembre de 2011

PIDEN SUSPENDER CINES DE MEDIANOCHE.


Por: Lázaro Sarmiento

El periódico El Mundo publica un comentario sobre las cartas enviadas al alcalde de La Habana, Varona Suárez, en las que se solicita se sitúe un inspector en el cine Campoamor. Los autores de las misivas alegan que en este local “se vulnera los principios de la moral pública” aprovechando la densa oscuridad durante las funciones cinematográficas, lo cual ofende a las familias respetables que acuden a dicha funciones. (23 de Febrero de 1917)

La información anterior está incluida el libro La tienda negra. El cine en Cuba (1897-1990), de María Eulalia Douglas (Cinemateca de Cuba, La Habana, 1996). El cine Campoamor mencionado en las cartas al alcalde habanero no es el que está ubicado en la actualidad en la esquina de Industria y San José (ahora casi en ruinas), sino otro que existió frente al Parque Central, inaugurado en 1915 y demolido en 1925.

Veintiocho años después de las quejas sobre el Campoamor se formula una petición parecida en la prensa habanera de la época :

Algunas entidades y personas solicitan del alcalde de La Habana se suspendan las tandas de las doce de la noche en los cines, alegando que en tales funciones se producen actos atentatorios a la moral, por el tipo de público asistente. La solicitud no es aceptada. (Mayo de 1945)

viernes, 25 de noviembre de 2011

MARY PICKFORD SOBRE UNA BARRA HABANERA.



-Un Mary Pickford, por favor.

Este es otro de los tragos que me gustan por el nombre que tienen.

En la coctelera: Una y media onzas de piña, 1 1/2 onzas de ron blanco, gotas de granadina y trozos de hielo.

Batir a mano y servir colado en una copa de coctel.

Adornar con una cereza.

Este trago figura en el libro Cocteleria cubana, 100 recetas con, publicado en La Habana por Fernando G. Campoamor, en 1981.




Fechada actual del antiguo cine Norma, en la Calzada de Luyanó La Habana. Este cine proyectaba pelìculas en los tiempos dorados de Mary Picford (1893-1979). La actriz fue bautizada la "Novia de América"

sábado, 22 de mayo de 2010

EL ARTE PERDIDO DE AQUELLAS MUJERES MANDRÁGORAS.

“Las estrellas se movían en un mundo propio, silencioso, aislado del tráfago nuestro, con algo de peces raros que nadaran tras los cristales de un acuario. Una barrera, más ancha que un lindero de candilejas, que la fosa de una orquesta, se interponía entre los espectadores y aquellas mujeres-sirenas, mujeres-mandrágoras, mujeres-aves, que silbaban tragedia con voces inaudibles, que nos hablaban con labios mudos, mientras una orquesta –más a menudo, un piano desafinado- trataba de seguir la acción, tocando el Erotikon de Grieg en las escenas de amos, ,la obertura de Guillermo Tell para acompañar las cabalgatas, o En un mercado persa (fantasía oriental)de Keteilby, cuando se trataba de evocar la Persia o el Egipto. Pero esa misma distancia, ese mismo deslinde establecido entre el ámbito del espectáculo y el ámbito del hombre cotidiano, confería a los actores un misterio, un prestigio, una poesía que mucho les hizo perder el cine sonoro…”


“Terminaron los días en que Theda Bara fascinaba al público con gigantescos close-up de sus ojos; en que Nazimova adornaba su cabellera con cerezas plateadas; en que el “eterno femenino” se acompañaba de una utilería de plantas exóticas, de muebles propicios, de ornamentos peculiares, que habían terminado por crear –por su estilo sin estilo- una suerte de barroquismo californiano”.


Fragmento del artículo Una época de cine, publicado por Alejo Carpentier el 18 de noviembre de 1954 en el periódico El Nacional, de Venezuela. Unos meses antes, bajo el título Ocaso de una mitología, Carpentier observaba que en la actualidad, “las estrellas se han despojado de sus aureolas, de su misterio, del relumbre de seres sobrenaturales que vivían sus amores, matrimonios, excentricidades y divorcios, en un mundo aparte, tras de las puertas de estudios, severamente custodiados”. Estos textos aparecen incluidos en el volumen Letra y Solfa, Alejo Carpentier Cine, 1, compilación de Raimundo Respall Fina, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1989.

CINE DE LA HABANA DONDE SE ESTRENÓ EL CANTANTE DE JAZZ.



El 20 octubre de 1921 Santos y Artigas inauguran el cine teatro Campoamor, en Industria y San José, La Habana, construido a un costo de 300 mil pesos de la época. En el libro La tienda negra. El cine en Cuba (1897-1990), la investigadora María Eulalia Rodríguez deja constancia de que en el Campoamor se estrenó el 15 de febrero de 1928 el filme El cantante de jazz (The jazz singer), de la Warner, interpretado por Al Jolson. La famosa frase dicha por el protagonista a su madre inicia la invasión del cine sonoro por las salas de todo el mundo: “No has visto nada aún”.

Tengo la cara de una vampiresa, pero el corazón de una feminista.” La actriz Theda Bara, la primera vamp o mujer fatal del cine, nació 29 de julio de 1885 en Cincinnati, Ohio y murió 7 de abril de 1955 en Los Ángeles, California.

martes, 8 de septiembre de 2009

TEATRO CAMPOAMOR.


La siguiente crónica titulada Teatro Campoamor, de Miguel Barnet, fue publicada en el libro Arquitectura cubana. Metamorfosis, pensamiento y crítica (textos de varios autores).


En mi trono de la adolescencia vi desfilar por el teatro Campoamor a las cupletistas andaluzas engordadas con jamón de Jaburgo y panes de ajo, a los tenores desafinados que cantaban Granada o Júrame con sacos de tres botones y pelos envaselinados , a las coloraturas que aullando hasta rajar el tímpano se empinaban para alcanzar el agudo de Soledad de Rodrigo Prats, al viejo Bringuier y Alicia Rico improvisando morcillas salidas del ingenio criollo para salvar aquellos sketches borrosos escritos por chupatintas que quedaron para siempre en el olvido. Al mago Mandrake con sus pantalones anchos y sus dientes de oro coruscantes y fríos. El mago Mandrake que un día desapareció para siempre en una calle de La Habana que hoy llamamos centro. La populosa calle Industria y el café de enfrente del teatro, donde mis tíos paternos se daban cita con las artistas argentinas llegadas en compañías de tango que se despedazaban a causa de repentinos amoríos tropicales.



En el Campoamor vi por primera vez a Rita Montaner cuando le espetaba un insulto irrepetible, acompañado de sendas bofetadas en pleno rostro, a un desconocido. Vi película como Friné, la cortesana y Nobleza baturra, de Imperio Argentina. ¡Échale guindas al pavo ¡Y oí a Lola Flores taconeando en el escenario , ¡Que viva el Campoamor¡

Pero ya en esos años que vagamente vienen a mi memoria el Campoamor no era ni la sombra de lo que había sido; un teatro tipo vienés, de herradura, para voces pequeñas y gastadas, para zarzuelas y operetas, engalardonado con orla doradas y lámparas de rococó donde lo más granado de La Habana se daba cita y las “chusmas diligentes” se apelotonaban en el gallinero para cazar un gallo, chiflar o tirar un huevo a un cantante a quien esa noche se le habían unido el cielo y la tierra.


El teatro Campoamor abrazó su cenit con las veladas afrocubanas organizadas por Fernando Ortiz y la Hispanocubana de Cultura, donde el antropólogo cubano llevó al escenario por primera vez los tambores batá de Pablo Roche en 1936. Ese mismo año Ortiz auspició por la Hispanocubana el Festival de Poesía que dirigió Juan Ramón Jiménez. Voces jóvenes se escucharon allí: Lezama, Cintio y Fina estuvieron presentes Juan Ramón, pese a su carácter venético, le insufló mucho aliento a la poesía cubana. ¡Que exquisito bocado esta isla, y qué peligroso!, exclamó el poeta andaluz en La Habana

Figuras como Eusebia Cosme y Berta Singermann ilustraron lo más cálido y profundo y también lo más epidérmico y pintoresquita de la poesía negra en boga, tantas y tantas cosas…Hoy las cáscaras del Campoamor son lo único que queda de aquel teatro donde con pantalones bombachos celebré mis nueve años de edad. Un lamentable tren de bicicletas y un nido de ratas se exhiben en aquella esquina de glorias remotas.


No alabo los años idos ni credo que cualquier tiempo pasado fue mejor. Como T. S Eliot estoy convencido de que el tiempo presente lo condensa todo y contiene incluso mucha argamasa del futuro. Prefiero el hoy con sus tremolinas y sus contradicciones. No me sumerjo en la nostalgia sino para combatirla. Pero ella es fértil y da pie a estas memorias que, de algún modo, amplifican el tiempo que fue.

Yo fui un niño privilegiado de la década del cuarenta. La siguiente, grotesca y peligrosa, me dio la vibración que marca mis días, la energía creativa y la brújula. Pero fue, sin dudas, la década del sesenta la que definió mi vida radicalmente. Hermosos, como la mentira, fueron aquellos años que hoy evoco con alegría.


!Teatro Campoamor, no dejes que lo que queda de ti caiga estrepitosamente al suelo ¡
¡Yérguete como lo que fuiste, un coloso de la comedia y el vodevil, de la zarzuela y la opereta , del vernáculo y de las ensaladillas humorísticas¡ ¡Que como en el pasaje de Elías del Antiguo Testamento surjas de tus huesos hoy secos y de tus cenizas¡
Amén.

Teatro Campoamor, crónica de Miguel Barnet tomada de Arquitectura cubana. Metamorfosis, pensamiento y crítica. Selección de textos. Artecubano Ediciones, La Habana, 2002.

El escritor Miguel Barnet con la vedette Rosita Fornés durante un evento de arte lírico de la UNEAC, a fines de la década de 1980.


Portada del disco con la adaptación del cuento Fátima o el Parque de la Fraternidad en la voz de su autor Miguel Barnet. El texto fue premio Juan Rulfo 2006 en el concurso que anualmente convoca Radio Francia Internacional. La grabación fue realizada en Habana Radio, emisora de la Oficina del Historiador de La Habana, el 16 de mayo de 2007 bajo la dirección general de Magda Resik Aguirre. Grabación y edición: Alexis Rodríguez. Diseño: Masvidal.

miércoles, 27 de mayo de 2009

PROTESTAS CONTRA CINES DE MEDIANOCHE


El periódico El Mundo publica un comentario sobre las cartas enviadas al alcalde de La Habana, Varona Suárez, en las que se solicita se sitúe un inspector en el cine Campoamor. Los autores de las misivas alegan que en este local “se vulnera los principios de la moral pública” aprovechando la densa oscuridad durante las funciones cinematográficas, lo cual ofende a las familias respetables que acuden a dicha funciones. (23 de Febrero de 1917)

La información anterior está incluida el libro La tienda negra. El cine en Cuba (1897-1990), de María Eulalia Douglas (Cinemateca de Cuba, La Habana, 1996). El cine Campoamor mencionado en las cartas al alcalde habanero no es el que está ubicado en la actualidad en la esquina de Industria y San José (ahora casi en ruinas), sino otro que existió frente al Parque Central, inaugurado en 1915 y demolido en 1925.

Veintiocho años después de las quejas sobre el Campoamor se formula una petición parecida en la prensa habanera de la época :

Algunas entidades y personas solicitan del alcalde de La Habana se suspendan las tandas de las doce de la noche en los cines, alegando que en tales funciones se producen actos atentatorios a la moral, por el tipo de público asistente. La solicitud no es aceptada. (Mayo de 1945)


miércoles, 4 de febrero de 2009

ELLA: La Habana descubre a los Matamoros.

SON: ENTRA FANFARRIA DE CINE QUE BAJA A FONDO HASTA DISOLVER:
EL: Teatro Campoamor. Agosto de 1928. En todas las tandas, se presenta la interesante cinta Después de la tormenta, con las rutilantes estrellas Hobart Bosworth y Eugenia Gilbert. Cinco y media y nueve y media, tandas elegantes. Presentación del trío Matamoros. Cuarenta centavos la luneta. Teatro Campoamor.


SON: ENTRAN SONIDOS DE CIUDAD FINES DECADA DEL VEINTE MEZCLADOS CON AMBIENTE DE LUNETA TEATRAL PARA FONDO DE:
ELLA: Les propongo entrar en esta sala que desde su inauguración hace siete años constituye uno de los principales teatros de nuestra capital. Frente a la sábana blanca que hace soñar a los espectadores, el público sigue emocionado las escenas de esta cinta recién llegada de Hollywood. Una parte de la historia transcurre a bordo de un trasatlántico en lejanos mares. El personaje principal besa a su heroína con ese ardor que Rodolfo Valentino ha puesto de moda en el cine americano. La película concluye. Los caballeros abandonan los asientos en busca de bombones y rositas de maíz para las damas. Ellas alivian el calor con el ritmo de sus abanicos. El escenario es preparado con premura para la actuación de un trío que viene de Oriente y del que se habla con entusiasmo en La Habana desde que sus discos se han puesto de moda en todos los fonógrafos: Los Matamoros.



SON: APLAUSOS BARREN AMBIENTE Y SE MEZCLAN A MUSICA DE LOS MATAMOROS QUE BAJA A SEÑAL:
ELLA: En su primera noche habanera en 1928 interpretan Promesa, Olvido, El que siembra su maíz y Mamá, son de la loma.

SON: SUBE , RECREA Y BAJA A FONDO A SEÑAL :

EL: La prensa se hace eco del debut en La Habana de los tres músicos orientales. El periódico El Mundo apunta:
ELLA: “Tres cantantes, que hace veinte años habríamos llamado ‘guaracheros’, con voces que armonizan agradablemente, forman el grupo Matamoros, que jueves escuchamos en Campoamor y que llevó al teatro que administra el señor Smith, un público nutrido y selecto que llenaba entero el lindo coliseo que es uno de los más modernos y de mejor suerte de La Habana. ”



La pereza que disfruto por estos días me lleva a usar en el blog un fragmento de uno de mis viejos libretos que han sobrevivido el exterminio frecuente de archivos.

La acogida de los Matamoros por parte del público habanero fue tan extraordinaria que el circuito Smith, que los había contratado, llegó a presentarlos en tres, cuatro y hasta en cinco cines y teatros en un mismo día. Y pronto los Matamoros izarían la bandera cubana en la inauguración del Capitolio.

Imágenes: Derecha: Fachada actual del teatro Campoamor, Industria y San José. Izquierda: Hobart Bosworth, actor del filme Después de la tormenta.
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