martes, 20 de octubre de 2009

ALBUM DE CUBA.

Por: Lázaro Sarmiento

En esta foto de 1937, tomada en Buenos Aires, aparecen Bola de Nieve, Ernestina Lecuona, Ernesto Lecuona y Esther Borja. Los cuatro regocijados en sus vidas dedicadas al arte.


Si tuviera que armar un puzle representativo de la cultura cubana incluiría a estas figuras. Bola con el piano y su decir insondable, Ernestina con sus creaciones de altos quilates, Lecuona con sus pentagramas donde se encuentran algunas claves de lo cubano y Esther Borja con su linaje en lo más alto de la canción nacional.


Y si no fuera mucho pedir, hoy le pediría a Bola que interpretara Si me pudieras querer, al maestro Lecuona que tocara Crisantemo , y a Esther que cantara Ya que te vas, de Ernestina Lecuona, y La palma, de Rodrigo Prats. Los cuatro con su poderío y maneras, y también sus secretos porque, ya se ha dicho muchas veces, la música es un misterio.





Programa del Concierto Pan Americano ofrecido por Esther Borja el 15 de abril de 1948, a las 9.30 p.m, en el teatro Auditorium de La Habana. Participaron como pianistas: Orlando de la Rosa, Felo Bergaza, Carlos Barnet, Mario Fernández Porta y Julio Gutiérrez.

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sábado, 17 de octubre de 2009

TIN TAN Y ROSITA FORNES


Por: Lázaro Sarmiento

La vedette cubana Rosita Fornés figura entre las personalidades que en el documental titulado Tin Tan ofrecen su testimonio sobre el popular comediante mexicano Germán Valdés, Tin Tan (1915-1973). Esta obra del director Francisco Taboada acaba de exhibirse en el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México. Entre los entrevistados en la pantalla sobresalen Silvia Pinal y Yolanda Montes Tongolele, así como el escritor Carlos Monsiváis.

Bailarín, cantante, actor y compositor, Germán Valdés, Tin Tan, está considerado uno de los personajes más entrañables y originales del espectáculo y la cultura popular de México.

Rosita Fornés afirma que Tin Tan fue “uno de los hombres más simpáticos y ocurrentes que he conocido”. Ambos artistas tuvieron la oportunidad de compartir juntos escenarios en México y Cuba.

Tin Tan actuó en reiteradas ocasiones en las revistas de variedades del teatro Tívoli de México, inaugurado en 1947 y donde la Fornés era una de las máximas estrellas. En esa época, el periódico Excélsior se refería a la presencia de la artista cubana en el Tívoli con estas palabras: “Rosita Fornés es el show. Nadie sabe si lo hace bien o mal porque cuando sale a escena se pierde el juicio”.

Luego en La Habana en 1953, el popular humorista y la aclamada vedette coincidieron en El mariachi desconocido. ( o Tin Tan en La Habana). Esta película contó con escenas filmadas en el cabaret Tropicana, en cuya pista Rosita Fornés interpretó en plan de rumbera espléndida la pieza musical titulada Yo soy Juana Bacallao, de Obdulio Morales.

La filmografía de Germán Valdés, Tin Tan, supera los 100 títulos.

jueves, 15 de octubre de 2009

RECUERDOS DE ELEFANTES URBANOS.


Por: Lázaro Sarmiento

No se si fue el elefante encadenado a una bola de hierro que ví en el portal del teatro Martí , o la Virgen del Camino en su isla de promesas y gladiolos por donde pasan los vehículos al entrar a La Habana a través de la Carretera Central. No logro precisar cuál es la imagen urbana más antigua que guardo de la niñez cuando mis padres dejaron el pueblo de Madruga y se mudaron a La Habana. A veces pienso que el paquidermo en la esquina de Dragones y Zulueta es un recuerdo sembrado. Pero siempre me faltan deseos para averiguar en los archivos si en los años sesenta hubo algún espectáculo que incluyera la exhibición de un elefante en la entrada del popular teatro vernáculo. Después, en la escuela primaria Rubén Martínez Villena, de Luyanó, una gordita llamada Sonia me decía que tenía un elefante pequeño en el patio de su casa, que el animal se lo había regalado su tío, un chofer de Ómnibus Urbanos. Todos los días, Sonia traía al aula una historia nueva sobre su elefante. Es la mentira más antigua que recuerdo y más deliciosa que las dichas a mis compañeros del colegio cuando yo los llevaba a casa de mi abuela en Santos Suárez y les mostraba el abrigo de visón que ella había heredado de los “polacos”. Yo les contaba que esa prenda confeccionada con la piel de un pequeño mamífero carnicero la había usado mi abuela en sus viajes con un amante acaudalado por los océanos del mundo a bordo de transatlánticos que tocaban los puertos de Corfu, Nueva York, Río, Liverpool... En esa época yo había descubierto un libro de lecturas de segundo grado, desfasado por la realidad , cuyas páginas incluían un escrito sobre el Queen Mary, el barco de pasajeros más lujoso del planeta ¿Y quién mejor que mi abuela, mi cómplice en todo, para disfrutar de aquella maravilla de los mares?

Con ella, mi infancia navegó a gusto por el territorio del nunca jamás de las primeras mentiras.

Arriba: El Queen Mary desde cuya borda imaginaba a mi abuela viendo por primera vez los rascacielos de Manhattan y el exuberante paisaje de Río. Abajo: Mi abuela, Hannie y yo, años después de las exhibiciones del abrigo de visón.

Fiesta de carnaval en la Escuela Rubén Martínez Villena, calle Enna, Luyanó, La Habana, en algún año de la década del sesenta. Los estudiantes imitaban a los personajes del programa Aventuras del Canal 6 de la televisión. Yo, el primero de la derecha, como Marcial Alvarado, el héroe de la serie que se transmitía en ese momento.

martes, 13 de octubre de 2009

LA HABANA, IMÁGENES ANTES DE LA NOCHE.

Por: Lázaro Sarmiento



Me gustan las ciudades cuando comienzan a encenderse las luces amarillas, antes de ser envueltas por la noche, y la gente regresa de sus quehaceres, algunos monótonos, otros teatraleso heroicos. Hay una atmósfera que se diluye en las aceras y paredes. Los que a esta hora vuelven a sus barrios van imaginando planes para la noche profunda. Y aunque La Habana carezca de lumínicos con titulares destellantes , uno siente que en cualquier momento un golpe de luz puede transformar sus edificios (los renovados y los carcomidos) las miradas eróticas, los transeúntes, los vehículos, las habitaciones ocultas....

Y como en un verso de Nancy Morejón, “ahora mi corazón se hospeda en la ciudad y su aventura”.








Fotos: Lázaro Sarmiento.
ENTRADAS RELACIONADAS:
LA HABANA: COLECCIONANDO IMÁGENES.

lunes, 12 de octubre de 2009

CINE Y LITERATURA: RODOLFO VALENTINO


Por: Lázaro Sarmiento


Acabo de ver en el cine Infanta el filme Valentino, de 1977, dirigido por Kurt Russell y protagonizado por Rudolf Nureyev, Michelle Phillips y Leslie Caron.Sentí la motivación de buscar la imagen que de este artista dibuja el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo I, en las páginas de ficción Siempre Dolores, una novela sobre el Hollywood del cine mudo. Por cierto, en La Habana hubo un cine denominado Valentino, que estaba en la esquina de Tejas.



“Conocí a Rodolfo Valentino bailando el tango con un absoluto desprecio por cuantos le contemplaban, y vi en su dormitorio dos días después de su muerte un escandaloso casco de metal blanco, con una toma de contacto que le hacía llegar corriente eléctrica; un artefacto ridículo concebido por un supuesto instituto llamado Merke para que creciera el pelo en treinta días. Lo vi orgulloso aplastando al bailar todo espíritu de competencia, y supe de ese hombre acongojado que lloraba cuando le caían algunos pelos al ducharse”.



El personaje que cuenta la vida de Dolores del Río en las páginas de Siempre Dolores ofrece una personal visión de la histeria colectiva que desencadenó la muerte de Valentino en Nueva York el 23 de agosto de 1926:

“Hollywood ha mentido a millones de gentes, asegurándoles que dentro de cada ser humano hay una posibilidad de llegar a estrella; la tentación aún es más grande que la de ocupar el sillón principal de la Casa Blanca, ya que proponer el estrellato es tanto como proponer el cielo, y en Estados Unidos sólo hay un cielo que remueve de inmediato todo sacrificio llevado a cabo; y ese cielo rutilante es Hollywood.”


“La muerte de Valentino, un inmigrane inculto, pobre, asustado por su propio destino, abre un hueco que va a ser cubierto por otro aspirante al cielo cinematográfico”.


“Miles de gentes llorando ante las cámaras que filman los más sórdidos detalles .Cientos de gentes que caen desmayadas, en actitudes heroicas y estéticas, y quedan sobre la calle en un patético gesto de absoluta inmovilidad. Decenas de muchachas que anuncian su suicidio y se dejan retratar con los ojos llorosos y el pelo revuelto. Goldwyn, Zukor, el taimado Jesse Laski, no podían relacionar esta pasión ante la muerte de Rodolfo Valentino con el escaso interés que sus últimos films habían despertado”.


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