Jane Rusell cine sex symbol Hollywood actriz
miércoles, 2 de marzo de 2011
JANE RUSELL, FUERA DE LA LEY.
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jueves, 25 de noviembre de 2010
Sincerely Yours, Joan Crawford
La época de fotos autografiadas desde Hollywood, que alimentó un fervor hacia las estrellas cinematográficas entre los adolescentes de medio mundo durante los años veinte y treinta del siglo pasado , la recordó el escritor Alejo Carpentier en la crónica titulada Ocaso de una mitología:
“Bastaba con mandar una solicitud de retrato a Theda Bara, Priscilla Dean, Rod La Roque o Richard Barthelmess, -y un poco más tarde, a Joan Crawford o Clark Gable- , para recibir una foto de buen tamaño, adornada por el clásico autógrafo de: Sincerely Yours. Los estudiantes de liceos y hasta de universidades, encontraban, de esa manera, un modo fácil de adornar sus habitaciones y quitar un poco de aridez a sus cuadernos de álgebra o trigonometría, haciéndose alternar las páginas de apuntes con caras de mujeres bonitas”.
Joan Crawford y Dolores del Río fueron consideradas en Hollywood el prototipo de la belleza femenina de los años 30. Joan Crawford nació San Antonio, Texas, el 23 de marzo de 1905, y murió Nueva York, el 10 de mayo de 1977.
Ocaso de una mitología, en Letra y Solfa. Alejo Carpentier, Cine. (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1989). La compilación fue realizada por Raimundo Respall.
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CUANDO DOLORES DEL RIO FUE NOVIA DE HAROLD GRAMATGES
domingo, 21 de noviembre de 2010
CUANDO DOLORES DEL RIO FUE NOVIA DE HAROLD GRAMATGES
Por: Lázaro Sarmiento
“Recuerdo que en mi casa de Vista Alegre, en Santiago de Cuba, que mi madre fabricó y donde viví por años, hasta que vine para La Habana, yo tenía las paredes tapizadas con fotos de ella, de sus películas. Fotos que, en aquella época, eran un engaño, pues escribías a una oficina en California y te enviaban una foto dedicada, y te cobraban cinco pesos, porque te la habían dedicado”.
En el libro Yo vi la música, Harold Gramatges cuenta que cuando él tenía catorce o quince años atesoraba una colección de fotos de Dolores del Río con la ropa que la diva había usado en cada ocasión. Mucho tiempo después, siendo Embajador del Gobierno Revolucionario de Cuba en París, entre los años 1961 y 1964, vio por primera vez a Dolores del Río en un homenaje que le tributaban en la Embajada de México en la capital francesa, pues ella había recibido por esos días el Águila Azteca, importante reconocimiento de su país. Harold tenía entonces poco más de cuarenta años y era ya un músico reconocido.
"A mí me pareció una diosa; estaba vestida de negro, con una elegancia fabulosa…más bella que nunca…Llegó un momento en que hice un aparte con ella y le digo: ‘Hoy es un día feliz de mi vida, porque usted ha sido novia mía durante toda mi adolescencia. Esto es un regalo del Cielo… ¡cómo iba a imaginar que antes de separarnos nos íbamos a conocer!”.
Y aunque el músico-diplomático estaba acompañado por su esposa Manila Hartman, continuó toda la noche tirándole piropos a Dolores del Río, quien, muy simpática, le decía: “Pero, mire, su esposa está…”. Y él le respondía: “Ella lo sabe todo y estas no son horas de celos de ningún tipo. Este es un increíble suceso para mí, ahora puedo morir tranquilo”.
Harold Gramatges murió en La Habana el 16 de diciembre de 2009. Pianista, compositor, pedagogo y promotor artístico, recibió en 1996 el Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luis de Victoria. La anécdota con Dolores del Río se la contó al investigador y escritor Heriberto Feraudy, autor del libro Yo vi la música. Vida y obra de Harold Gramatges. (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009)
Dolores del Río nació en Durango, México, el 3 de agosto de 1905 y murió en Newport Beach, California, , el 11 de abril de 1983.
En 1936 Dolores del Río era “la segunda mujer más bella de Hollywood", según la revista Photoplay, sólo superada por Greta Garbo. Y como otras luminarias de la época prestó su imagen a la publicidad de cigarrillos.
Dolores del Río usó en Hollywood un auto Packard como el de esta fotografía.
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domingo, 1 de noviembre de 2009
NOSTALGIA DE LAS CIGUEÑAS RUSAS.
Por: Lázaro Sarmiento
Tengo dos amigos que sienten nostalgia de la época en que las películas rusas (antes soviéticas) eran frecuentes en las salas de la Isla. Ellos descubrieron esta filmografía durante una jornada de cine de la antigua URSS organizada en Cuba en los primeros tiempos de la Revolución. Fueron dos semanas de proyecciones en el teatro Estrada Palma (hoy García Lorca) de La Habana en febrero de 1960. Allí vieron por primera vez El acorazado Potiomkin, Chapayev y Cuando vuelan las cigüeñas.
En las décadas siguientes hasta el derrumbe de la Unión Soviética, los espectadores cubanos nos relacionamos estrechamente con una cinematografía de un aliento artístico diferente y de indiscutibles valores humanistas. Con el tiempo necesitó renovarse, traspasar los límites y adaptarse a un mundo que cambiaba a una velocidad de montaña rusa. Su historia fue condensada y bien contada por la ucraniana Zoia Barash en el libro El cine soviético del principio al fin (Ediciones ICAIC, 2008). Zoia trabaja en nuestro país desde el año 1963 y en la Cinemateca de Cuba llegó a ser especialista de cine de los países socialistas europeos.
Por los días en que mis amigos acudían a las funciones del Estrada Palma, el escritor Guillermo Cabrera Infante, el Caín de las críticas cinematográficas, publicó en el periódico Revolución:
“Resulta curioso anotar que el cine a observar con atención en los próximos en los próximos cinco años sea el cine soviético. Como la Nueva Ola francesa en sus comienzos de hace tres años (Vadim: Y Dios creó la mujer) los indicios son apenas trazos: la muerte de un personaje resuelta por un piano, una tormenta y un sauce llorón; la violación de una muchacha en medio de un bombardeo fulgurante; un amante muerto por su amante entre el estruendo de las olas: Shakespeare, Dostoievski y Cía. Por supuesto que serán dos cines esencialmente diferentes, pero como los jóvenes directores franceses, los jóvenes directores rusos representan el único fenómeno naciente del cine actual.” (13 de marzo de 1960)
Casi cincuenta años después, en la última decena de octubre, se presentó en la sala Chaplin del Vedado una Semana de cine ruso, luego de una larga ausencia en las carteleras de aquí. Me encontré con mis amigos a la salida de la proyección de Somos del futuro, obra realizada en el 2008. Comentamos sobre las condiciones en las que deben trabajar ahora los directores en Rusia y las señales de recuperación de su industria fílmica (unas 100 producciones al año).
Cité al actor ruso Boris Galkin, de visita entre nosotros, quien lamentaba que en Rusia en la actualidad el 75 por ciento de los filmes exhibidos en las salas de cine corresponde a películas norteamericanas. Él dijo a la prensa que “ninguno de los títulos de la muestra clasificaba como filmes comerciales al estilo de Hollywood.”
Mis interlocutores recordaron la belleza conmovedora de Tatiana Samoilova medio siglo atrás, sus ojos orientales, y su llanto en silencio al reconocer que el novio había muerto. Las nueve películas rusas proyectadas en La Habana no disminuyeron la nostalgia que mis amigos sienten por Cuando vuelan las cigüeñas.
Luego, regresaron a su casa a enfrentarse en televisión a los autos, la sangre y el erotismo distorsionado de la Película del Sábado.
Arriba: Fotograma de la cinta Cuando vuelas las cigüeñas. (Letiat Zhuravli) Dirección:Mikheil Kalatozov. Reparto:Tatiana Samoilova, Alexei Batalov.Año:1957.Abajo: Estreno de Cleopatra en Hollywood., 1963 Foto de Barry Feinstein .
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lunes, 12 de octubre de 2009
CINE Y LITERATURA: RODOLFO VALENTINO
Por: Lázaro Sarmiento
Acabo de ver en el cine Infanta el filme Valentino, de 1977, dirigido por Kurt Russell y protagonizado por Rudolf Nureyev, Michelle Phillips y Leslie Caron.Sentí la motivación de buscar la imagen que de este artista dibuja el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo I, en las páginas de ficción Siempre Dolores, una novela sobre el Hollywood del cine mudo. Por cierto, en La Habana hubo un cine denominado Valentino, que estaba en la esquina de Tejas.
“Conocí a Rodolfo Valentino bailando el tango con un absoluto desprecio por cuantos le contemplaban, y vi en su dormitorio dos días después de su muerte un escandaloso casco de metal blanco, con una toma de contacto que le hacía llegar corriente eléctrica; un artefacto ridículo concebido por un supuesto instituto llamado Merke para que creciera el pelo en treinta días. Lo vi orgulloso aplastando al bailar todo espíritu de competencia, y supe de ese hombre acongojado que lloraba cuando le caían algunos pelos al ducharse”.
El personaje que cuenta la vida de Dolores del Río en las páginas de Siempre Dolores ofrece una personal visión de la histeria colectiva que desencadenó la muerte de Valentino en Nueva York el 23 de agosto de 1926:
“Hollywood ha mentido a millones de gentes, asegurándoles que dentro de cada ser humano hay una posibilidad de llegar a estrella; la tentación aún es más grande que la de ocupar el sillón principal de la Casa Blanca, ya que proponer el estrellato es tanto como proponer el cielo, y en Estados Unidos sólo hay un cielo que remueve de inmediato todo sacrificio llevado a cabo; y ese cielo rutilante es Hollywood.”
“La muerte de Valentino, un inmigrane inculto, pobre, asustado por su propio destino, abre un hueco que va a ser cubierto por otro aspirante al cielo cinematográfico”.
“Miles de gentes llorando ante las cámaras que filman los más sórdidos detalles .Cientos de gentes que caen desmayadas, en actitudes heroicas y estéticas, y quedan sobre la calle en un patético gesto de absoluta inmovilidad. Decenas de muchachas que anuncian su suicidio y se dejan retratar con los ojos llorosos y el pelo revuelto. Goldwyn, Zukor, el taimado Jesse Laski, no podían relacionar esta pasión ante la muerte de Rodolfo Valentino con el escaso interés que sus últimos films habían despertado”.
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sábado, 23 de mayo de 2009
LA DIOSA DEL CINE Y SU AMANTE MERCEDES
La legendaria Greta Garbo (Estocolmo, 1905-Nueva York, 1990) mantuvo una relación amorosa con la escritora de origen cubano Mercedes de Acosta. Fue un roce corto pero con la pasión suficiente para que el nombre de Mercedes quedara incrustado para siempre en la biografía de uno de los íconos más rotundos del siglo veinte.
En agosto de 2001, Guillermo Cabrera Infante publicó el artículo titulado Greta ama a Mercedes en la serie Grandes historias de amor de Hollywood de El País Semanal . El escritor se refería a Mercedes de Acosta, nacida en 1893 en Nueva York (otros dicen que en La Habana) en el seno de una familia proveniente de Cuba. Falleció en 1968.
Mercedes de Acosta fue poeta, escritora, comentarista de sociedad y guionista de Hollywood. Y aunque murió olvidada y en la penuria, nunca quiso vender las cartas de amor que conservaba de Greta. Pero no hay que pensar en una Mercedes infeliz toda su vida por un amor no correspondido. Los cronistas del tema recuerdan que “alcanzó notoriedad por sus amores con las mujeres más famosas de América”. En su lista de amantes figuraron Isadora Duncan y Marlene Dietrich.
Mercedes y Greta se conocieron en el Hollywood de principios de la década de 1930. Contaba Cabrera Infante que Mercedes llamaba a Greta varias veces al día. La divina respondía con evasivas. Pero Mercedes era insistente hasta que…
“Finalmente se acostaron –para desaparecer Greta en un viaje a las montañas y a un lago secreto-.Mercedes, desesperada en Hollywood, recibió de pronto el reclamo de Greta, mediante su sempiterno chofer mudo que manejaba el automóvil de la estrella, ahora una mujer aquiescente. Pasaron dos semanas de amor junto al lago quieto-pero no fueron felices hasta el fin de sus vidas, sino que murieron como habían vivido: una de ellas sola, la otra abrumada por los recuerdos contados a un diario impúdico, imprudente”.
Y más adelante, Cabrera Infante comentaba que esta historia terminó como siempre terminaron las relaciones de Greta Garbo, tanto heterosexuales como homosexuales:
“Garbo cortó por lo sano y se negó a volver con Mercedes, aunque hubo contactos postales o telefónicos y uno que otro encuentro casual.”
THE END