En una vida anterior me llamaba Ramses, y cuando vuelva a
nacer este será también mi nombre. Hay términos que te fascinan toda la vida.
Poco importa de dónde surge ese rapport. De niño, un mediodía en los créditos
de un programa de radio, escuché el nombre de Norma Abad como asesora. Me
produjo el mismo estallido de imaginación que sentí luego cuando encontré por
primera vez en una enciclopedia de cine el nombre de Natacha Rambova. Este diccionario personal -que funciona con afinidades secretas en la zona del
cerebro donde se activan las emociones- incluye roos garden, trasatlántico,
bar, lluvia, hotel, Kazalta, platea, pullman y otras. Y abarca algunas palabras
vulgares que aunque la pronuncies mil y una noches seguidas siempre sonarán
ingenuas y únicas.
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