martes, 19 de mayo de 2009

SALVAR CIERTAS EMOCIONES.


Recuerdo que un día sentí una felicidad irídica porque había empezado a trabajar en el lugar que entonces me parecía el centro del universo: La Rampa de La Habana. Y aunque he sido infiel a muchas emociones, esta ha quedado anclada en la zona del cerebro donde algunas impresiones nunca se borran.

“…sin embargo, aprecio y respeto la humilde y tenaz fidelidad que determinadas personas –sobre todo mujeres- mantienen por sus gustos, sus discos, sus antiguas empresas, por las fiestas desaparecidas: admiro su voluntad de seguir siendo los mismos en medio del cambio, de salvar su memoria, de llevarse con la muerte la primera muñeca, un diente de leche, un primer amor.”

En la consulta del dentista, mientras espero mi turno con el terror, me hago acompañar de un libro que fue una de mis lecturas deslumbrantes en una época: Las Palabras (Les Mots) de Jean Paul Sartre. Este texto era la primera parte de una autobiografía entonces inconclusa.


“He conocido a hombres que se acostaron ya tarde con una mujer envejecida por la simple razón de que la habían deseado en su juventud…A mi no me duran los rencores y lo confieso todo, complacientemente; estoy muy bien dotado para la autocrítica a condición de que no pretendan imponérmela.”

Disfruto de este Sartre que, siendo en apariencia tan autobiográfico y personal, no deja de ser un malicioso manipulador. En una página de su libro subrayo esta frase: “soy constante en mis afectos y en mi conducta pero infiel a mis emociones…”.

Al igual que modificamos el recuerdo, también cambiamos la interpretación de antiguas emociones. Y al final hay quienes logran una especie de obra de arte.

Imágenes: Obras de Tamara de Lempicka

lunes, 18 de mayo de 2009

HERMANOS DE LA GALAXIA: RESPONDAN


Por: Lázaro Sarmiento

En una ocasión Vincent Van Gogh escribió: Mirar las estrellas me hace soñar, como sueño al contemplar los puntitos negros que representan a pueblos y ciudades en un mapa. ¿Por qué, me pregunto, los puntos brillantes del firmamento no son tan accesibles como los puntitos negros del mapa de Francia?

Desde mi llegada a la radio he enviado infinidad de señales hacia esos puntos brillantes del cielo. Sigfredo Ariel opina que “en un rincón del cosmos han de estar amontonados cientos y cientos de mensajes (….) lanzados al Enigma con toda impunidad empleando pequeños transmisores propiedad del gobierno”.

En una época esos mensajes en busca de vida extraterrestre se transmitían en las voces de Gladys Roque y Danilo José desde lo más alto del Edificio Ene en La Rampa. Allí Radio Ciudad de La Habana tenía una antena de mediana potencia.

¿Cuántos años han transcurrido desde ese intento de comunicación con otros sitios de la galaxia? Tal vez unos quince años, apenas un instante en el Universo. Por esa fecha (1995), un grupo de científicos en el planeta definía los objetivos del proyecto de búsqueda de inteligencia extraterrestre denominado SETI@Home. Fue puesto en marcha el 17 de mayo de 1999.

Auspiciado por la universidad de Berkeley en California, el SETI@Home cuenta en la actualidad con más de cinco millones de usuarios de 200 países. Ellos ceden la potencia no utilizada de sus ordenadores personales para analizar la información recibida por el mayor radiotelescopio mundial, situado en Arecibo, Puerto Rico. Así se ha logrado la mayor red mundial de computación distribuida.

Entonces más que en hombrecillos verdes y en antenas galácticas, creía en la dialéctica de la fantasía y en la utilidad del juego para decir las cosas más serias. También en la capacidad de los ovnis para transportar ideas y en la pública belleza de esos puntos luminosos en el cielo a los que quería acceder Vincent Van Gogh. Todos los días me esfuerzo para seguir creyendo en la terapeútica de este mensaje:

Llamando a todas las estrellas
Llamando a todas las estrellas
Si en el universo hay seres capaces de captar este mensaje:
Que respondan ¡


Foto derecha: Edificio Ene, Calle Ene, entre 23 y 21, La Rampa. Alberga a las emisoras Radio Ciudad de La habana, Radio Enciclopedia y CMBF,Radio Musical Nacional.

domingo, 17 de mayo de 2009

CINE LA RAMPA DE LA HABANA.


Por: Lázaro Sarmiento

El cine de Ensayo La Rampa forma parte casi a diario de mis rutas visuales pues vivo a unos cien metros de esta instalación de la calle 23 en el Vedado. Hoy observé que están cambiando las planchas de mármol que cubren una parte de su fachada. Se trata de un necesario retoque de maquillaje en la sala inaugurada en enero de 1955 con el propósito de exhibir filmes de reconocidos valores artísticos.

La Rampa fue uno de los primeros cines en pasar al control del Gobierno Revolucionario. El 11 de noviembre de 1959 la Compañía Operadora de Espectáculos La Rampa S.A. y su moderno cine fueron intervenidos por la Resolución 1104 del Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados.

La Compañía que controlaba La Rampa era propiedad de Francisco G. Cajigas García del Prado, Luis Humberto Vidaña Guasch, José Miguel Arado de la Cruz y Buenaventura F. Dellundé Puyáns. Todos tenían empresas que iban desde arroceras y fincas ganaderas hasta valiosas minas de manganeso y hierro. En muchos casos, esos negocios prosperaron gracias a relaciones políticas y a turbios manejos con Fulgencio Batista.

Para embarcar sus minerales por Oriente, Francisco Cajigas se valía de influencias con autoridades gubernamentales, entre ellas el Gral. Alberto Río Chaviano a quien pagaba $5 0000 mensuales. Y Cajigas contribuyó a la campaña presidencial de Batista con $100 000 en efectivo. Esta suma se la entregó personalmente al militar en el campamento de Columbia (Ver: Los Propietarios de Cuba 1958, de Guillermo Jiménez.)

Otro de los dueños del cine La Rampa, Buenaventura Dellundé Puyáns, era político y propietario del Bufete Dellundé que tenía sus oficinas en el Edificio Bacardí. Fue representante a la Cámara de 1948 a 1952.

En el cine La Rampa se estrenó el 30 de diciembre de 1960 Historias de la Revolución, de Tomás Gutiérrez Alea, el primer largometraje de ficción realizado por el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, ICAIC, fundado en marzo de 1959.

La Rampa: 900 butacas.


viernes, 15 de mayo de 2009

HACER EL AMOR EN MEDIO DE LA CIUDAD


Por: Lázaro Sarmiento

Al igual que los elefantes se esconden en la espesura de la selva para hacer el amor, muchas “parejas raras” de la década de los años 80 buscaban esa privacidad en la profundidad de hoteles venidos a menos. Uno de esos hoteles alejados de su esplendor original era el Regis, ubicado en el Paseo del Prado de La Habana.

Hace unos veinticinco años, un amigo que conozco bastante bien, a las cinco de la tarde, de ciertos días de cada mes, integraba una fila india frente al mostrador de reservaciones del Regis.

Las parejas de mujer y hombre siempre conseguían alojamiento. Para “las demás personas” casi nunca había habitaciones disponibles.

Los “dúos” de sospechosa identidad homosexual eran rechazados por el carpetero de turno en el Regis que oficiaba como un verdadero “dios de las camas". Con mirada de águila maliciosa, este empleado examinaba de arriba a abajo los gestos, las voces y las ropas de quienes se esforzaban por conseguir una habitación mal iluminada, con el colchón destripado , por lo general sin agua en el grifo y con las ventanas rotas.

No era confort lo que atraía a las parejas al Regis. Buscaban en medio de la ciudad un lugar para hacer el amor y poco les importaban las comodidades. La mejor prueba de su felicidad estaba en los nombres y los corazones atravesados por flechas que quedaban rayados en el yeso de las paredes luego de una noche que podía ser tan larga como una sesión de sexo tántrico.

Para lograr “un cuarto de hotel” fingían lo que no eran, actuaban de forma camaleónica , colocaban la voz de una manera poco natural, intentaban sobornar al portero o inventaban historias rocambolescas. Ponían a mover las células del cerebro, que por algo es el órgano sexual más importante, y acudían a la astucia que ha dado tantos buenos ejemplos desde los días del caballo de Troya .

Mi amigo tenía suerte. Él y su compañero no encajaban en el molde tradicional de lo que se supone sea una pareja homosexual. En una ocasión la gerencia les advirtió que no podían alojarse en el hotel para hacer ningún tipo de negocios. Los habían confundido con negociantes de poca monta del Paseo del Prado.

Mucha gente trabaja ahora en Cuba para cambiar mentalidades como la de aquel carpetero caza-portañuelas que privó a numerosas parejas de irrecuperables noches de amor. En el empeño se unen instituciones oficiales, organizaciones sociales, campañas en los medios de difusión masiva, debates públicos, espectáculos en teatros y voces de prestigiosas personalidades que defienden el respeto a la diversidad sexual.

Los corazones de mi amigo y su pareja deben estar todavía dibujados en la pared de alguna habitación del Regis.



Imagen: Hotel Regis. Prado y Colón, La Habana. Foto: Lázaro Sarmiento. 15.05.09

jueves, 14 de mayo de 2009

LOS ENAMORADOS SE TRANSFORMAN EN MONSTRUOS


Por: Lázaro Sarmiento

Deberíamos hacer públicas nuestras experiencias como monstruos. Incluso me gustaría que algunos de los lectores de este blog me enviaran las suyas para publicarlas. Estuve pensando en esta idea después de recordar la tesis del escritor Andrew Sean Greer (Washington, 1970) de que “cualquier enamorado se transforma en un monstruo en algún momento.”

La afirmación la hizo Andrew Sean Greer durante la entrevista que en enero de 2005 le concedió al periodista Gabi Martínez de La Razón, a raíz de la publicación en España de Las confesiones de Max Tivoli (Editorial Destino).

“-¿Qué es un monstruo para ti?

-Una criatura egoísta .Los niños son monstruos, las madres rara vez lo son. Los artistas son monstruos; y los hombres de negocios; también los seductores y los hombres malos. Cualquier enamorado se transforma en un monstruo en algún momento, y estamos dispuestos a manipular o perjudicar -¡al objeto de nuestro amor¡-por mantenerlo. A menudo, King Kong es citado como una gran historia de amor, y estoy de acuerdo.

“Yo quería que el sentimiento de amor y felicidad fuera como un pájaro en el pecho de Max, saltando de rama en rama, nunca posado quieto. Porque nunca somos el mismo, en ningún momento. Los grandes amantes navegan y dudan y se mueven adelante y atrás, varias veces al día, incluso a lo largo del mismo día. Somos criaturas intrincadas, y esto hace todo más difícil. Y, como Alicia, uno debe correr tan rápido como pueda sólo para quedarse en el mismo lugar. "


Yo creo que si tuviéramos el valor o el sentido del humor, o la inteligencia, o el cinismo, de hacer públicas nuestras experiencias como enamorados comprobaríamos cuan común es la monstruosidad. .


Imagen: La ducha eléctrica, óleo sobre tela,
(1999) de Rocío García. Serie: Hombres, machos y marineros.

Imagen de la cabecera: Fotograma del filme El imperio de los sentidos.

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