Hay fumadores que logran
un estallido único de sensualidad en el juego que establecen entre sus dedos,
el cigarro, el encendedor y los claroscuros del rostro. Luego una sensación de
intimidad te abraza. Aunque nunca he fumado, la primera vez que descubrí ese efecto fue en el
cine Ritz de Luyanó en compañía de tres amigos del barrio. Esa noche el líder
del grupo era Iván, mayor que los demás. Ya se afeitaba, usaba colonia de
adultos y consumía Populares sin filtro. Estábamos en séptimo y octavo grado y
salíamos a caminar o sentarnos en las esquinas, a perder el tiempo, o juntarnos
con otros muchachos. Los años han desdibujado su cara y no logro un retrato
convincente; solo recuerdo la impresión que me produjo una palabra suya. Él fue
quien sugirió subir al balcony del Ritz que siempre estaba vacío. A la
acomodadora no le importaba lo que sucedía allí. Nos sentíamos libres. En el
instante en que en la pantalla un montón de cuchillos entraban en la carne de un emperador romano, Iván puso un cigarro
en mis labios y dijo con tierna masculinidad: Pruébalo.
domingo, 2 de agosto de 2015
domingo, 19 de julio de 2015
A UNOS CENTÍMETROS DE L A FELICIDAD...
Yo
quería andar hacia atrás por los oquedades del tiempo, disolver las felicidades antiguas, borrar los escenarios de mis
fotos y llegar a un punto donde pudiera mirarte desde lejos, para regresar entonces sin cicatrices en la piel, sin filosofías
que complican el mundo, olvidadas las canciones que algún
vez tarareé, fingiendo que lo ignoro todo, que sé muy poco …Y una vez de vuelta, echarme a tu lado como un animal puro, para reverenciar los olores
y clavar los dientes en el goce…Pero
de pronto te levantas de la cama
y con gestos mínimos dices que yo no te
entiendo, que tienes otras necesidades…Unos
centímetros separan tu espalda de mi
cuerpo cuando descubro que acabo de dormir con un extraño.
viernes, 17 de julio de 2015
PULLMAN
PULLMAN figuraba entre las palabras que consideraba mágicas cuando era niño. Un pariente de mi familia administraba una
cervecera con ese nombre en Consulado 312 esquina a San Rafael.
Tal vez este local se denominaba
así por la vecindad con el edificio de
al lado, en cuyo piso de la entrada principal está grabada la palabra PULLMAN.
La cervecera siempre estaba colmada de bebedores
que formaban una nube de voces con anécdotas,
discusiones y malas palabras. Era un mundo que podía ser violento, machista,
impredecible, pero también gráficamente erótico cuando los hombres envueltos en humo y
alcohol se referían a sus hazañas
sexuales. Pero en esa época yo no podía comprender el alcance del término
erótico, ni muchos menos su relación con la palabra PULLMAN.
domingo, 12 de julio de 2015
sábado, 11 de julio de 2015
FOTOGRAMAS
Hay sucesos breves que brindan placeres muy privados que nunca olvidamos. Una vez entré a
la cabina de proyección de un
cine de barrio mientras transcurría la función. Me habían dicho que a mitad de
película, el joven proyeccionista salía siempre de su
angosto local y pedía en voz alta
fuego para prender un cigarro. Al día siguiente me senté en la
última fila del balcony, con una
fosforera en el bolsillo. Y gracias a la
chispa que alimenta el vicio, disfruté del filme con mis ojos alineados
con el haz de luz que daba vida a una historia en la pantalla. No solo los actores se revelaron de una
manera diferente. Parapetado junto a la
máquina rebobinadora, observé las obscenidades
gozosas del público en las butacas. Era una atmósfera de sombras chinescas con personas
reales y gemidos en sordina.
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