sábado, 22 de mayo de 2010

EL ARTE PERDIDO DE AQUELLAS MUJERES MANDRÁGORAS.

“Las estrellas se movían en un mundo propio, silencioso, aislado del tráfago nuestro, con algo de peces raros que nadaran tras los cristales de un acuario. Una barrera, más ancha que un lindero de candilejas, que la fosa de una orquesta, se interponía entre los espectadores y aquellas mujeres-sirenas, mujeres-mandrágoras, mujeres-aves, que silbaban tragedia con voces inaudibles, que nos hablaban con labios mudos, mientras una orquesta –más a menudo, un piano desafinado- trataba de seguir la acción, tocando el Erotikon de Grieg en las escenas de amos, ,la obertura de Guillermo Tell para acompañar las cabalgatas, o En un mercado persa (fantasía oriental)de Keteilby, cuando se trataba de evocar la Persia o el Egipto. Pero esa misma distancia, ese mismo deslinde establecido entre el ámbito del espectáculo y el ámbito del hombre cotidiano, confería a los actores un misterio, un prestigio, una poesía que mucho les hizo perder el cine sonoro…”


“Terminaron los días en que Theda Bara fascinaba al público con gigantescos close-up de sus ojos; en que Nazimova adornaba su cabellera con cerezas plateadas; en que el “eterno femenino” se acompañaba de una utilería de plantas exóticas, de muebles propicios, de ornamentos peculiares, que habían terminado por crear –por su estilo sin estilo- una suerte de barroquismo californiano”.


Fragmento del artículo Una época de cine, publicado por Alejo Carpentier el 18 de noviembre de 1954 en el periódico El Nacional, de Venezuela. Unos meses antes, bajo el título Ocaso de una mitología, Carpentier observaba que en la actualidad, “las estrellas se han despojado de sus aureolas, de su misterio, del relumbre de seres sobrenaturales que vivían sus amores, matrimonios, excentricidades y divorcios, en un mundo aparte, tras de las puertas de estudios, severamente custodiados”. Estos textos aparecen incluidos en el volumen Letra y Solfa, Alejo Carpentier Cine, 1, compilación de Raimundo Respall Fina, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1989.

CINE DE LA HABANA DONDE SE ESTRENÓ EL CANTANTE DE JAZZ.



El 20 octubre de 1921 Santos y Artigas inauguran el cine teatro Campoamor, en Industria y San José, La Habana, construido a un costo de 300 mil pesos de la época. En el libro La tienda negra. El cine en Cuba (1897-1990), la investigadora María Eulalia Rodríguez deja constancia de que en el Campoamor se estrenó el 15 de febrero de 1928 el filme El cantante de jazz (The jazz singer), de la Warner, interpretado por Al Jolson. La famosa frase dicha por el protagonista a su madre inicia la invasión del cine sonoro por las salas de todo el mundo: “No has visto nada aún”.

Tengo la cara de una vampiresa, pero el corazón de una feminista.” La actriz Theda Bara, la primera vamp o mujer fatal del cine, nació 29 de julio de 1885 en Cincinnati, Ohio y murió 7 de abril de 1955 en Los Ángeles, California.

lunes, 17 de mayo de 2010

AIRES LIBRES EN LA HABANA.

Por: Lázaro Sarmiento

Los Aires Libres del Prado tenían tres tarimas principales para la música: la del Hotel Pasaje, la del Dorado, y la del Hotel Saratoga. La fuente donde encuentro el dato precisa que luego se sumó la del Misisipi. Cuando comencé a familiarizarme con este paisaje de La Habana, las presentaciones de orquestas en esos escenarios eran, desde hacía mucho tiempo, nostalgia de otras generaciones. Ya habían desaparecido los establecimientos vinculados a la música en el Prado y el Saratoga estaba lejos del esplendor que muestra en la actualidad. Lo que yo conocí fueron espacios, algo decadentes pero alegres, con mesitas en las aceras para el consumo de bebidas y que los habaneros bautizaron como “los paragüitas”. Esos bares al aire libre, que no tenían nada que ver con los anteriores aires, cerraron a principios de la década del noventa.


El Hotel Saratoga, en Prado y Dragones, La Habana Vieja, fue reabierto en el año 2005, totalmente remozado por la Oficina del Historiador de la Ciudad. El investigador Rolando Aniceto destaca que, “se trata de un edificio con filiación neoclásica construido en 1880 para almacenes, viviendas y casa de huéspedes, habilitado en 1933 para hotel, y que conserva su fachada original, en la que aparecen superpuestos los tres órdenes clásicos, el dórico, el jónico y el corintio. La restauración logró recuperar el remate en forma de cresta con el nombre el hotel, así como la reproducción de elementos del antiguo edificio, entre los que están el atrio central, el portal y la terraza mirador.”

Foto de la Anacaona en los años treintas. Sobre la orquesta femenina líder de la Isla , fundada en 1931, el Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba , de Radamés Giro, destaca: “En 1987 la mayoría de las viejas integrantes de la Anacaona, se acogieron al retiro, y la misma pasó a manos de las hermanas Dora y Georgia Aguirre, quienes, con alumnas egresadas del Instituto Superior de Arte y del Conservatorio Anadeo Roldán, continuaron la trayectoria de la agrupación. Debutaron el 28 de mayo de 1988”. Hay que recordar que, entre las primeras orquestas que tocaron y brillaron en los Aires Libres del Prado sobresale la femenina Ensueño (creada en 1930). Dirigida por Guillermina Foyo, la Ensueño tenía doce integrantes y estuvo en activo hasta 1958.

No he logrado precisar el momento en el cual las orquestas dejaron de presentarse en los Aires Libres de Prado, un territorio cada vez más mitificado en la memoria.

En la foto Georgia Aguirre, actual directora de Anacaona, durante una visita reciente al programa Disco Fiesta de Radio Ciudad de La Habana. De izquierda a derecha: Braulio Cancio, locutor, Lázaro Sarmiento, director, y Alex Wilson, locutor.

El restaurante del Hotel Saratoga se denomina Anacaona, en homenaje a la legendaria orquesta femenina que animó en las décadas de los cuarenta y los cincuenta el escenario musical situado frente a su fachada.


La imagen que encabeza este post fue tomada de havana_viewwww.netssa.comhavana.html.La segunda y cuarta de otros sitios de internet. El resto fueron realizadas por Lázaro Sarmiento.

domingo, 9 de mayo de 2010

CUERPOS ENCERRADOS EN UNA CAJA CHINA.

Por: Lázaro Sarmiento


En La inmortalidad Milan Kundera escribe: “Con cierta parte de nuestro ser vivimos todos fuera del tiempo. Puede que sólo en circunstancias excepcionales somos conscientes de nuestra edad y que la mayor parte del tiempo carecemos de edad”.

Cuando yo tenía la mitad de los años que tengo ahora, coincidí con dos personas dentro de una suerte de caja china en medio de un juego erótico. Una de ellas era aproximadamente de mi misma edad. La otra, la consideré entonces, casi anciana (en realidad estaba lejos de serlo). Fue esta persona la que me pidió:
- Por favor, retírate porque tú eres joven y tienes un mundo por delante.

Me fui regocijado en mi juventud.

Pero ahora me doy cuenta de que pronto llegará el día en que tendré la edad que tenía la persona que me suplicó le dejara el terreno libre. Y como un vulgar especulador, calculo la porción del mundo que le va quedando por delante a cada parte de mi cuerpo.

El recuerdo en la caja china constituye uno de esos momentos excepcionales en los que soy consciente de mi edad.


miércoles, 5 de mayo de 2010

BAR

¿Y si de pronto pudiera involucrarme en esta fabulación de Rocío? Voy a esforzarme para ocupar el lugar del hombrecito inclinado sobre la barra. En resumidas, la de barman es una de las profesiones que he elegido para vidas alternativas. Mi doble es el responsable de la atracción por Chiva's Bar.

TEXTOS RELACIONADOS DEL BLOG:
MARY PICKFORD Y EL DESTINO DE UN HOMBRE.
LOS SETS HOMOEROTICOS DE ROCIO

El cuadro de Rocío García se titula Chiva’s Bar (2008).

martes, 4 de mayo de 2010

TEXTOS DE JOSE EMILIO PACHECO.

Memoria


No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.

A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.

Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.



Fotos

No hay una sola foto de entonces.
Mejor así: para verte
necesito inventar tu rostro.

Desde entonces

Hubo una edad (siglos atrás, nadie, nadie lo recuerda)
en que estuvimos juntos meses enteros,
desde el amanecer hasta la medianoche.
Hablamos todo lo que había que hablar.
Hicimos todo lo que había que hacer.
Nos llenamos
de plenitudes y fracasos.
En poco tiempo
incineramos los contados días.
Se hizo imposible
sobrevivir a lo que unidos fuimos.
Y desde entonces la eternidad
me dio un gastado vocabulario muy breve:
“ausencia”, “olvido”, “desamor”, “lejanía”.
Y nunca más, nunca más, nunca, nunca.

Desde hace días vengo disfrutando de La fábula del tiempo, una antología de José Emilio Pacheco, uno de esos poetas con los que creas una adicción que parece natural y quisieras que te durara toda la vida. El libro, publicado por LOM Ediciones (Santiago de Chile, 2007), destaca en su contraportada:

“Con una gran variedad de voces y de formas poéticas – del epigrama y el haikú al versículo y al poema extenso- aparecen en esta antología la tragedia, la violencia y la fugacidad, al lado del fulgor de la hermosura y la celebración del hecho incomparable de estar vivos. Pacheco ha demostrado que todo en el mundo puede ser tema de la poesía. No hay nada que no pueda decirse con el instrumento preciso y lacónico del verso”.

ecoestadistica.com