martes, 25 de agosto de 2009
PUBLICO AUTORIZADO A DESTRUIR CINE DESPUES DE FUNCION.
¡ Acción en la platea ¡
Por: Lázaro Sarmiento
Los espectadores de un cine de La Habana fueron autorizados por el dueño de la sala a destruir los asientos de la platea con sus propias manos una vez concluida la función. El cine se llamaba Renacimiento y estaba situado en la esquina de 15 y 14, en el barrio de El Vedado. Luego el local se transformó en el cine Ámbar. El incidente ocurrió en la década del cincuenta y forma parte de las memorias del crítico y director Enrique Colina, recogidas en el libro La Habana que va conmigo (Letras Cubanas, 2002), selección de Mario Coyula:
“En ese cine Renacimiento las butacas eran de madera mala, la pantalla era desastrosa, allí se ponían nada más que películas mexicanas. Este cine entra en bancarrota a principios del cincuenta. El propietario se arruina. El día que da la última función, el dueño anuncia que el cine va a ser remodelado y que todo el que estuviera allí, cuando se terminara la película, tendría derecho a destruir su butaca y todo lo demás que pudiera romper. Cuando se acabó la función ¡tembló Roma¡ porque acabaron, no hubo necesidad de tumbar el cine, la gente prácticamente lo tumbó, imagínense el gusto de la gente de poder romper cosas. Así surge el cine Ámbar, que tenía un aire acondicionado extraordinario”.
Los habaneros que disfrutaron de aquella función en la vieja sala Renacimiento constituyeron un público privilegiado. Nunca en el mundo los espectadores pueden, como en una película loca, destruir un cine después que en la pantalla aparece el letrero: THE END.
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lunes, 24 de agosto de 2009
JUANITA, LA REINA DE LOS BANDIDOS.
Por: Lázaro Sarmiento
Cada vez que inicio una operación de organización de viejos papeles termino recreándome en la atmosfera de nostalgia suscitada por los recortes de periódicos, fotos y revistas que, para mí, constituían – y aún siguen siendolos -magníficos y entrañables archivos antes de la llegada de internet y la digitalización de la información. Al final me desprendo de muy poco y muchos de los papeles y fotos regresan a su lugar de hibernación en una gaveta o a un pequeño contenedor de plástico. Este es el caso del cuaderno no. 19 de las aventuras de Buffalo Bill y la narración titulada Juanita, reina de los bandidos. No tiene la fecha en que fue publicado en Barcelona pero debe haber sido alrededor de 1920. No leo literatura del Oeste pero me encanta tener a buen recaudo a la reina de los bandidos.
AQUELLA VIEJA PUBLICIDAD…
Oye Anastasio, ¿sabes tu cómo se escribe uva?
-Claro que lo sé; pero no quiero decírtelo, porque el saber eso y otras cosas más me ha costado catorce reales.
-Pues, por lo menos, dime qué debo hacer para saber yo cómo se escribe bien.
-Pues es muy sencillo; cómprate hoy mismo un Diccionario de la Lengua Española, por Atilano Rancés. Te costará 3’50 pesetas y sabrás escribir tan bien como el maestro.
La publicidad consignaba que este Diccionario, editado por Ramón Sopena, podía pedírsele a su librero, o adquirirse en Provenza, 95, Barcelona.
Memoria Buffalo Bill Publicidad Enciclopedia Nostalgia
sábado, 22 de agosto de 2009
ENTRE LA BELLEZA Y EL CIENO.
“…Thomas Mann anotaba en sus cuadernos los huevos escalfados del desayuno, los paseos, visitas, erecciones, miradas que no había podido reprimir en la espalda de un joven camarero, un tejido vital que alternaba con conferencias, panfletos, recepciones y homenajes que no le impedían seguir escribiendo novelas profundas, densas, bíblicas. En sus diarios se entrecruzaba a veces Einstein con divos de Hollywood, con profesores de Princeton o de Harvard abriéndose paso en medio de los obstáculos que encontraba a la hora de escalar otras cimas literarias. Escribir siempre con grandeza al borde del acantilado, entre la belleza y el cieno, entre la estética y la putrefacción era la cumbre que más le atraía.
A lo largo de su biografía habían quedado recuerdos de adolescentes envasados. Su primer amor fue un compañero de colegio, Armin Martens; luego William Timpe y a los que añadía bell boys de hoteles, camareros y otros bañistas de cualquier playa que se transformarían en el Tadzio perseguido por las miradas del escritor Gustav von Aschenbach en las galerías del Gran Hotel des Bains del Lido de Venecia. Probablemente Thomas Mann nunca se atrevió a dar un paso adelante en este erotismo, pero su recuerdo le bastaba para excitarse ante esas sombras evanescentes que se reflejan en un espejo glaseado.”
Tomado del reportaje de Manuel Vicent titulado Thomas Mann: entre la belleza y el cieno. (Publicado en Babelia, suplemento de El País, 21.08.09) Este texto se refiere al diario que Thomas Mann (1875-1955) llevó desde su juventud hasta el final de sus días y que sólo pudo ser leído veinte años después de su muerte, por propio deseo expresado en su testamento.
Tomas Mann erotismo diario belleza Venecia
martes, 18 de agosto de 2009
LA LEALTAD DE UNA VIDA BREVE.
La vida es breve, pero yo deseo vivir para siempre.
Esta afirmación de Yukio Mishima poco antes de morir en 1970 me hace reflexionar no sobre la vida y la muerte, como podría ser por lógica asociación, sino en la lealtad. El escritor japonés había fundado una sociedad paramilitar para luchar contra lo que consideraba la occidentalización de su pueblo y defender la cultura y al Emperador. Esa lucha lo llevó a una serie de acciones que terminarían con la decisión del harakiri, que debía ser un suicidio espectacular con la presencia de público y periodistas. Un fiel discípulo de 24 años llamado Masakatsu Morita estaba encargado de cercenar la cabeza de su maestro. El joven erró tres veces el golpe cuando ya Mishima se había desgarrado el vientre. Y luego de emprender la última misión encomendada por su jefe, Morita se aprestó a llevar hasta las últimas consecuencias la fidelidad que le había jurado: ofrendar su propia vida. Pero no logró rajarse tampoco el vientre por sí mismo y tuvo que ser decapitado por otros dos miembros de la Sociedad del Escudo. Sin embargo, los tropiezos no empañan su gesto de lealtad hacia Mishima.
Al referirse a este suceso, Marguerite Yourcenar escribió sobre Morita: “Veinte años más joven que su maestro, dio más de su vida y quizá sin más motivación que su lealtad. Nadie lo menciona: únicamente se sabe que era originario de una provincia del norte adonde, según parece, enviaron sus cenizas”.
Imágenes: Yukio Mishima (izquierda) Masakatsu Morita (derecha)
Yukio Mishima Masakatsu Morita Emperador harakiri suicidio lealtad
sábado, 15 de agosto de 2009
ROSITA FORNES EN EL GRAN TEATRO DE LA HABANA
Imágenes de la primera noche de Vedettísima, después de 20 años.
Por: Lázaro Sarmiento
Rosita Fornés protagonizó hace unas horas la revista Vedettísima en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana ante un público emocionado y nostálgico que la colmó de aplausos y al cual ella entregó su imagen elegante y decantada de gran vedette.
Rosita interpretó canciones que identifican su repertorio en los últimos tiempos: Por qué te vas, Los abedules, Mis sentimientos, Sin un reproche y Gracias por venir, así como Vaya una dama, del género lírico. Mostró una fidelidad al quehacer artístico increíble luego de una intensa carrera durante más de setenta años. Llenó la atmósfera con un resplandor mágico a pesar de sus movimientos mínimos en el escenario. Lució magnífica un flamante vestuario que resaltó su imagen glamorosa. Y sus seguidores demostraron que son capaces de adquirir en pocas horas todas las localidades del Gran Teatro para las tres funciones de fin de semana.
A la Fornés le acompañaron en la primera noche de Vedettísima los actores Mario Aguirre y Carlos Ruiz de la Tejera, los cantantes María Elena Pena, Sandra Orce, Hilda de la Hoz, Leo Vera, Bruno y Jaime Jiménez (Estrellita), la compañía Neotango y el Ballet de la Televisión Cubana.
Esta revista fue concebida por Raúl de la Rosa en 1989. A partir de esa fecha se presentó durante casi tres años en distintas ciudades de la Isla. Ahora, dos décadas después, sube al escenario del Gran Teatro de La Habana, un coliseo significativo en la carrera de la Fornés. Aquí actuó por primera vez en 1938 con quince años de edad como estrella naciente de la Corte Suprema del Arte, programa radial del que salieron figuras que alcanzaron gran notoriedad.
En Rosita Fornés, los antiguos recuerdos de reina del espectáculo acumulados por varias generaciones de cubanos se transforman ahora en una nueva dimensión que hace disfrutable su personalidad artística desde la nostalgia. A sus 86 años, ella logra una verdadera proeza: seguir siendo la gran estrella en la escena y, lo que es más impresionante, mantener la ilusión en el público.
Por: Lázaro Sarmiento
Rosita Fornés protagonizó hace unas horas la revista Vedettísima en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana ante un público emocionado y nostálgico que la colmó de aplausos y al cual ella entregó su imagen elegante y decantada de gran vedette.
Rosita interpretó canciones que identifican su repertorio en los últimos tiempos: Por qué te vas, Los abedules, Mis sentimientos, Sin un reproche y Gracias por venir, así como Vaya una dama, del género lírico. Mostró una fidelidad al quehacer artístico increíble luego de una intensa carrera durante más de setenta años. Llenó la atmósfera con un resplandor mágico a pesar de sus movimientos mínimos en el escenario. Lució magnífica un flamante vestuario que resaltó su imagen glamorosa. Y sus seguidores demostraron que son capaces de adquirir en pocas horas todas las localidades del Gran Teatro para las tres funciones de fin de semana.
A la Fornés le acompañaron en la primera noche de Vedettísima los actores Mario Aguirre y Carlos Ruiz de la Tejera, los cantantes María Elena Pena, Sandra Orce, Hilda de la Hoz, Leo Vera, Bruno y Jaime Jiménez (Estrellita), la compañía Neotango y el Ballet de la Televisión Cubana.
Esta revista fue concebida por Raúl de la Rosa en 1989. A partir de esa fecha se presentó durante casi tres años en distintas ciudades de la Isla. Ahora, dos décadas después, sube al escenario del Gran Teatro de La Habana, un coliseo significativo en la carrera de la Fornés. Aquí actuó por primera vez en 1938 con quince años de edad como estrella naciente de la Corte Suprema del Arte, programa radial del que salieron figuras que alcanzaron gran notoriedad.
En Rosita Fornés, los antiguos recuerdos de reina del espectáculo acumulados por varias generaciones de cubanos se transforman ahora en una nueva dimensión que hace disfrutable su personalidad artística desde la nostalgia. A sus 86 años, ella logra una verdadera proeza: seguir siendo la gran estrella en la escena y, lo que es más impresionante, mantener la ilusión en el público.
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Rosita Fornés Vedettísima Vedette Espectáculo Revista Gran Teatro Teatro Público
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