sábado, 8 de agosto de 2009

CUANDO ANA PAVLOVA ATRAVESÓ EN TUTÚ EL PARQUE CENTRAL DE LA HABANA.


Por: Lázaro Sarmiento

Ana Pavlova (1881-1931) atravesó varias veces en tutú los aproximadamente doscientos metros que a través del Parque Central separan el Hotel Plaza del antiguo Centro Gallego, luego Gran Teatro de La Habana. Esto ocurrió en el año 1915 durante la primera de las tres visitas que la gran bailarina rusa realizó a la Isla. Las otras tuvieron lugar en 1917 y 1918. Dicen que incluso interpretó algunos de sus mágicos pasos de baile sobre las lozas cementadas del principal parque de la capital cubana.

La anécdota la leí en el libro de memorias de Orlando Quiroga titulado Nada es imposible (Letras Cubanas, 1996).

“Cuando la voz se corrió por la ciudad, una multitud de damas elegantes, niños, hombres con sombrero de jipi y periodistas venidos de todas partes, se agolpaban a la puerta del hotel, fundado en 1909, para ver el espectáculo inaudito de la bailarina más famosa del mundo saliendo por la gran puerta del Plaza, ya vestida uy maquillada para interpretar su legendaria Muerte del cisne.


“A la Pavlova, que además de grande era experta en marketing y relaciones públicas, le encantó el jolgorio que sus salidas y entradas al hotel provocaban en aquella ciudad, entre pecaminosa e ingenua.”

La gratuita exhibición del arte de Ana Pavlova se interrumpió a los pocos días. Parece que la empresa que la contrató y su agente la llamaron a cordura. Y los curiosos tuvieron que conformarse con ver a la estrella elegantemente vestida tomar un coche que la llevaba dos cuadras hasta la entrada del Gran Teatro de La Habana. Allí se convertía en el cisne deslumbrante cuya muerte era aplaudida hasta el delirio.


Parque Central de La Habana. En la foto de la derecha el Hotel Plaza, inaugurado en 1909. Por su puerta principal Ana Pavlova salía vestida para bailar la Muerte del cisne. Una multitud la seguía hasta el teatro.

viernes, 7 de agosto de 2009

MARTHA STRADA, LA FOTO Y EL LENGUAJE.


Por: Lázaro Sarmiento

Un catálogo de música cubana de hace 22 años, en la entrada dedicada a la cantante Martha Strada (1927-2005) señala:

“Entre las actividades que ha realizado, se destacan las actuaciones en la radio y la televisión, revistas y producciones en los principales cabarets y centros nocturnos del país, recitales y espectáculos en salas de conciertos y teatros, y en giras nacionales; las grabaciones de discos para la EGREM y de cintas magnetofónicas para el ICRT; las presentaciones en casas de cultura y otras instituciones culturales, políticas y de masas, así como en centros de producción y docentes….

“Posee distinciones, diplomas, certificados y cartas de reconocimiento, que acreditan su desarrollo artístico-técnico. En la última evaluación efectuada, obtuvo la calificación de A.”

El documento consigna el apellido de Martha como Estrada. La intérprete de Abrázame fuerte, Días como hoy y Sésamo pertenecía a la plantilla de la Empresa de artistas “Antonio María Romeu”.

Hay lenguajes que ni remotamente expresan la dimensión de la figura que describen, ni guardan relación con su personalidad. Un ejemplo es el texto sobre Martha Strada del Catálogo de Música Popular Cubana, editado en 1987. Por cierto, me entero que la renovada Revista de Música de la UNEAC publicará próximamente un artículo de Norge Espinosa sobre esta leyenda de la farándula cubana , un referente cautivante de la antigua vida nocturna en La Habana.


La foto incluida en este post fue realizada por Pedro Portal.

martes, 4 de agosto de 2009

SEXO. LA PRIMERA VEZ.

Por: Lázaro Sarmiento

Yo creo que al igual que tenemos diversas edades simultáneas, también acumulamos varias experiencias en el sexo que podemos calificar como “la primera vez”.

Hoy, leyendo el blog Migue y el Fabuloso Trompetista Invisible, vinieron a mi memoria las primeras ocasiones en que sentí la necesidad de liberar mediante el juego y los atributos de otro cuerpo la química profunda con las que andamos por el mundo fabricando felicidad o frustraciones. En ninguno de los tres casos que recuerdo como la primera vez hubo amor.

Las tres fueron acciones repentinas. Planificadas con pocos minutos de antelación. De expectativas inmediatas. Primaron la atracción del imán y la curiosidad. Sin embargo, solo en la tercera ocasión, la que considero la verdadera primera vez, me abrazó la sensación de que disfrutaba del sexo con naturalidad y alegría. Era una armonía invisible desconocida hasta entonces.

Parecía que hubiera hallado un tesoro fabuloso en medio del cielo estrellado (que ahora sobre las azoteas grises de Luyanó se mostraba más hermoso), al igual que le sucedía a los aviadores de Vuelo nocturno, el libro de Saint Exupery que yo leía por esos días.

Creí que la vida me revelaba su ecuación más importante. La filosofía que recibía en las aulas servía únicamente para interpretar la economía y la política. Había misterios que debía ir descubriendo con una cuota de ignorancia. Y uno de esos misterios era el sexo.

Luego, camino de mi casa con el brillo en las pupilas y la frescura de un río, intuí que detrás de las fachadas del barrio, en las esquinas, en los ómnibus, en las autopistas, en los rostros de la gente, en la ciudad toda, existía una atmósfera sutil de erotismo cuyos olores yo recién comenzaba a respirar. Bastaba el leve roce de la yema de un dedo para desencadenar las estrategias del placer.

Las paredes podían quedarse sin pintura, los maniquíes mostrar su desnudez patética, lo aviones partir con los amigos, el futuro lanzar preguntas incómodas… Yo era inmortal porque tenía aquella primera vez, en realidad la tercera, gozada al máximo. Y como en otras experiencias similares, estuvo presente la música: Mocedades en el programa Nocturno de la medianoche. Hubo más canciones pero la única que fijé fue Donde estas corazón. También un alcohol barato, una cama modesta, un bañito mínimo, un frío débil, un cuarto reducido, una toalla mal lavada, y algunas frases cursis… (el inventario no entraña trauma alguno) .

Estaba lejos de imaginar que mucho tiempo después, frente a la pantalla de una computadora, aquel escenario de pequeñeces sería un recuerdo luminoso y magnífico.



lunes, 3 de agosto de 2009

LA HABANA: COLECCIONANDO IMÁGENES.


“Al deambular por esta Habana que amo más que cualquier otra ciudad del mundo, me he preguntado muchas veces si sus destinos no han sido regidos siempre por unos fabulosos coleccionistas de casas, avenidas, muelles, parques y edificios públicos. Es decir, por hombres que temen ver terminado su placer al lograr una obra perfecta”.

Este párrafo pertenece al texto de Alejo Carpentier El amor a la ciudad. La Habana, ciudad sin terminar, fechado el 10 de diciembre de 1940. Está incluido en el libro Crónicas del regreso (Letras Cubanas, 1996).

En la primera de las imágenes que publico a continuación aparece el edificio de la Lonja del Comercio, en la Plaza de San Francisco, junto a la Avenida del Puerto de La Habana. Fue construido entre los años 1908-1909. Los arquitectos fueron Tomás Mur y José Mata. El enorme inmueble estaba destinado a almacenes, bolsa y oficina. En el libro de Lilian Llanes 1898.1921: La transformación de La Habana a través de la arquitectura (Letras Cubanas, 1993), leo sobre la Lonja del Comercio:

“En su conjunto, este edificio constituía un símbolo del comercio español en Cuba. En su época, representó una revolución en las construcciones de La Habana, por sus dimensiones y la técnica utilizada en su fabricación, así como por el tiempo en que se llevó a cabo. Desde el punto de vista formal, expresa el gusto de la época, por el lenguaje clásico y constituyó un buen ejemplo del eclecticismo…”


Abajo: El reconstruido Hotel Saratoga del Paseo del Prado. En la acera estaban los fabulosos Aires Libres del Prado que servían de escenario a la presentación de orquestas que hicieron época en La Habana.


En una de las orillas de la bahía, el Cristo de La Habana bendice la ciudad desde su privilegiada colina.


La más famosa de las avenidas cubanas: el Paseo del Prado de La Habana. Este es el tramo inicial. Más adelante los elementos urbanísticos cambian.

Fotos: Lázaro Sarmiento

sábado, 1 de agosto de 2009

CINES: FACHADAS DE LEYENDA.


Por: Lázaro Sarmiento

Las puertas de estos antiguos cines de La Habana nunca volverán a abrirse al público de las películas. Sus proyectores hace tiempo dejaron de lanzar esa  lluvia de meteoritos que al chocar en la pantalla se convierte en personajes y paisajes. Detrás de sus paredes nada queda de “la vida interior” de los espectadores que colmaban la platea y el balcony en sus momentos de gloria. Sus butacas y la densa oscuridad sirvieron de pequeños escenarios para primeros atrevimientos, amores felices, travesuras y promesas tan verdaderas como las historias que contaban los filmes. Y no estoy seguro de que haya fantasmas que habiten estos edificios, algunos heridos de muerte para siempre, otros convertidos en locales para nuevas funciones.

De estas fachadas, la mejor conservada es la del antiguo cine Universal, en la calle Egido. Esta sala tenía 1048 butacas (izquierda). El local acoge en la actualidad a un grupo infantil de teatro.

¿Qué hacemos con estas fachadas?


Antiguo cine NEPTUNO, en Neptuno no. 507 ( 800 butacas)


En la calle Consulado estaban los cines MAJESTIC (1110 butacas) y el VERDUN ( 350 butacas)


DUPLEX (500 butacas) y REX CINEMA (750 butacas) en la calle San Rafael



El antiguo cine NORMA (820 butacas) en la Calzada de Luyanó. Como otros de su época, imitaba la fachada de los teatros.


El cine teatro CAMPOAMOR ( 1082 butacas) en la esquina de Industria y San José





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