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domingo, 26 de junio de 2011

BUSCANDO LAS GRULLAS DE LA EMPERATRIZ


Por: Lázaro Sarmiento

Frente al cine Águila de Oro, en el barrio chino de La Habana, pienso en el destino de las grullas imperiales durante los fulgores de la Revolución en Pekín. Y luego imagino pasadizos ocultos detrás de los muros de las viejas sociedades fraternales chinas en Cuba. En sus fachadas hay grabados nombres con fonéticas misteriosas…Cheng-Wah, Loung Kong Ta Tong, Min Chin Tang, Chang...

Me gusta ese pequeño callejón en una esquina de Zanja, con algo de set de la Paramount atiborrado de mini restaurantes que sirven comida china y criolla y también pizzas, espaguetis y dulces cubanos. Pero no es la comida la que me impresiona sino el pasado glorioso de nuestra ciudad amarilla.

Ya en el año 1940 Alejo Carpentier sentía nostalgia por la más admirable fábrica de ensueños que pueda imaginarse: el Teatro Chino de La Habana, “que gozaba del privilegio de ser con el de Lima y el de Los Ángeles, uno de los mejores de América en su género.”


Alejo anotaba: “El teatro chino es ininteligible para quien desconoce su simbólica admirable…Pero cuando se sabe del sentido de ciertos objetos dotados de historia, todo se hace claro y poético…”

Lo mismo pensaba Dulce María Loynaz , que un día en su palacete de El Vedado le dijo a Miguel Barnet: “Cuando vaya a Pekín y tenga contacto directo con ese país va a comprender mejor muchas claves de la gran cultura china.” El autor de Biografía de un cimarrón visitó la Ciudad Prohibida, la Muralla y mil sitios más. Y al regresar a La Habana escribió Poemas chinos…

…“Las uñas de la emperatriz eran terriblemente largas/La emperatriz poesía un jardín de piedras preciosas y grullas amaestradas…”




Entrada del callejón de Zanja. Barrio chino de La Habana. Con un grupo de amigos, entre ellos Lin Chang, músico y locutor de la radio cubana, descendiente de familia de origen chino asentada en Manzanillo, en el oriente de la Isla.







martes, 17 de febrero de 2009

Carroza de Fin de Siglo.

La otra tarde me encontré con este coche en la calle Águila, a un costado del edificio de Fin de Siglo, una de las tiendas más grandes de Cuba. Había algo irreal en el carruaje y su caballo. Durante unos quince minutos esperé al conductor, o tal vez a una probable modelo con ínfulas de princesa urbana. Me fui sin que apareciera nadie.

Con Fin de Siglo tengo una antigua relación. Es el edificio que recuerdo de mi primer recorrido por las calles de La Habana de la mano de mi padre. Habíamos dormido en una casa de huéspedes, Belinda, en la calle Neptuno. Bajamos a desayunar y me impresionó el ritmo vertiginoso de la ciudad con su tráfico, las cafeteras automáticas como diosas de brazos metálicos y la gente imitando la locura de las hormigas en sus rutas hacia los trabajos. En la cornisa de Fin de Siglo, ya nacionalizada la tienda, habían colocado una palma real. Siempre me ha quedado la duda si la palma es un recuerdo inventado.


El emblema de Siglo en la calle Galiano es uno de los más atractivos dibujos en las aceras de La Habana.

Fotos: Lázaro Sarmiento.

lunes, 16 de febrero de 2009

La Habana: Edificio de Águila y Dragones.

Por: Lázaro Sarmiento

Los habaneros le dicen “el edificio de la compañía de teléfonos,” en la esquina de las calles de Águila y Dragones. Esta construcción simbolizó en su momento la expansión hacia América Latina de los capitales norteamericanos en el negocio de la telefonía. La Cuban Telephone Company inauguró el edificio en septiembre de 1927 y sus 62 metros de altura sobre la acera lo convirtieron en el más alto del país. Su estilo es Plateresco Español. Aquí tiene su sede central en la actualidad la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S. A (ETECSA).


En su libro Cuba: 125 años de telefonía (Editora Política, La Habana, 2009), el investigador Omar Pérez Salomón recuerda que la Internacional Telephone and Telegraph, ITT, fue creada en el año 1920 por los hermanos estadounidenses Behn, “con el propósito deliberado de comprar con acciones de la nueva compañía, las de las empresas telefónicas de Cuba y Puerto Rico, y administrar ambas, así como cualesquiera otras compañías telefónicas y telegráficas deseables en países latinoamericanos.”

“Según nos narra el doctor José Altshuler en el citado trabajo, ‘Cuba, Plataforma de Lanzamiento y Polígono de Pruebas de la ITT’, hacia 1924 se hizo evidente para los hermanos Behn que el edificio de la calle Águila ocupado por las oficinas centrales de la Cuban Telephone Company, no estaba a la altura de los planes de gran envergadura que se habían trazado, de suerte que decidieron sustituirlo por un gran edificio moderno que dominara el panorama habanero y atrajera la atención de todo el mundo”.

El 3 de marzo de 1959 el Gobierno Revolucionario de Cuba dicta “la Ley No. 122, que anula las concesiones hechas por la dictadura de Batista a la Cuban Telephone Company, en marzo de 1957, a la vez que dispone la intervención de esa empresa norteamericana y una rebaja en las tarifas telefónicas. También dispone la inamovilidad de todos los trabajadores de esa empresa. Esta es la primera ley que interviene una propiedad yanqui en Cuba revolucionaria. "(Cuba: 42 años de Revolución. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006)


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