domingo, 19 de junio de 2011

EL MISTERIO.

Es poco probable que cuando usemos una máscara como juego, aunque sus fines originarios son otros, pensemos en las consideraciones de Elias Canetti (1905-1994) sobre esta pieza nacida en la más remota antigüedad. Para Canetti el poder de la máscara descansa en que se le conoce con precisión sólo desde fuera, de frente, sin poder saber jamás qué contiene.

“La máscara es pues precisamente eso que no se transforma, inconfundible y perdurable, un algo permanente en el siempre cambiante juego de la transformación. Su limpio efecto depende de que oculte todo lo que se halla tras ella. Su perfección descansa en que así sea exclusivamente, y que todo lo que está tras ella permanezca irreconocible.

“Fascina y al mismo tiempo impone una distancia.

“El efecto de la máscara es principalmente hacia fuera. Crea un personaje. La máscara es intocable y establece una distancia entre el espectador y ella. Puede, acaso en un baile, acercarse más al espectador. Pero éste, de por sí, debe permanecer donde está. La rigidez de la forma deviene rigidez también de la distancia: que no cambie en lo más mínimo es lo que tiene de fascinante.

Porque inmediatamente tras la máscara comienza el misterio.”


Arriba: Artista Rocio García. Obra: DOMADOR, 200 x 140 cm, óleo s lino, 2002 Serie . El Domador y otros cuentos.

sábado, 18 de junio de 2011

EL HOMBRE QUE YO AMO.

Dos estrellas del viejo Hollywood regresaron esta noche en una conversación por teléfono que mantuve con un amigo: Ida Lupino y Ann Sheridan. Ambos las recordábamos de Cine del Hogar y de otros espacios de la televisión que veíamos en la infancia y la adolescencia. Desde entonces nunca más he vuelto a disfrutar de películas protagonizadas por estas artistas. Ann Sheridan murió en 1965. Ida Lupino en 1995. De la última mencionamos la película El hombre que yo amo, con la banda sonora de Max Steiner. Tal vez este compositor musicalizó el ochenta por ciento de todos los filmes que yo veía por televisión. Estaba en tantos créditos que se hizo familiar. En la cinta, Ida Lupino interpreta con una sensualidad impactante The Man I Love, de Gershwin.

Y de Ann Sheridan citamos Abismo de pasión (Kings Row) . Olvidé casi todo.

Ellas - junto a Bette Davis y Joan Crawford- integraron en Cuba durante una época el cuarteto de actrices norteamericanas con más apariciones sucesivas en la pequeña pantalla.

La antigua familiaridad cubre hoy apenas unos minutos de conversación telefónica.


Dicen que mientras trabajaba en la Paramount, Ann Sheridan fue doble de partes del cuerpo, como las manos, las piernas o los hombros.


El Florida, en la Calzada de 10 de Octubre,en La Habana,también en la lista de cines en extinción.



jueves, 16 de junio de 2011

SARA MONTIEL , PERDIDA EN LA HABANA.


Por: Lázaro Sarmiento




La otra mañana transmitieron en la televisión La mujer perdida, película de 1966 protagonizada por Sara Montiel, una de las artistas españolas más populares en una época en Cuba. Hoy , caminando por la calle San Rafael, céntrica arteria comercial habanera , me encontré con el rostro de la estrella, perteneciente a uno de sus momentos de esplendor , dibujado en la carátula de un long play . Ella observaba a los transeúntes desde una vidriera de empañados cristales. Con el escote generoso y los labios húmedos, estaba escoltada por Silvio Rodríguez y Carlos Gardel. Recordé que de niño en mi familia se decía que mi padre había sido amante de Sarita Montiel, pero no de la española sino de una muchacha que en un concurso fue elegida como “La Sarita Montiel cubana” por su parecido a la protagonista de El último cuplé. El certamen lo habían organizado en La Habana después del éxito de la película. En una ocasión , le escuché contar al cineasta Enrique Pineda Barnet los preparativos que hizo durante su etapa de publicista para la filmación de un comercial del jabón Camay para CMQ-Televisión, con Sara como espumante modelo.

¿Qué habrá sido de La Sarita Montiel cubana?





Por las puertas hoy desvencijadas de los antiguos cines Dúplex y Rex de La Habana entraron miles de espectadores para disfrutar de El último cuplé. Este filme se proyectó durante más de un año en el Dúplex .







Hace algún tiempo estos viejos discos de vinilo constituyeron un mercado floreciente pero ahora casi no tienen compradores.

domingo, 12 de junio de 2011

LAS CAFETERAS DEL EMPERADOR MING.

Por: Lázaro Sarmiento


Mi recuerdo más antiguo de La Habana tiene que ver con tazas de café.

Dormí con mi papá y un tío en una casa de huéspedes de la calle Neptuno. Después de esta primera noche en la gran ciudad me llevaron a desayunar a una cafetería en la esquina de San Rafael y Águila, frente a la tienda Roseland. Quedé fascinado por el movimiento casi sincrónico de grupos de hombres y mujeres cuyas manos y brazos acercaban con deleite hacia sus labios las blanquísimas tazas con el vivificante líquido , expulsado instantes antes del interior de unas cafeteras enormes y niqueladas que parecían diseñadas para la escenografía del planeta Mongo.

Yo estaba hipnotizado por ese ritual urbano alrededor de hileras de tazas de café. Eran llenadas con robótica rapidez por empleados muy pulcros y consumidas con elegante lentitud (pero con prisa latente) por los habaneros antes de partir a sus oficios y deberes. Ese ritmo de camareros y parroquianos, relacionado con sabores, rutas de guaguas y camisas planchadas, desaparecería con el tiempo. Luego, la evolución tecnológica extinguiría aquellas cafeteras, artefactos fabulosos en el territorio de mi infancia.

Los recuerdos de ese primer día en La Habana, la gente como hormigas desplazándose hacia sus destinos, la decoración de las vidrieras de Fin de siglo, y los vendedores de periódicos voceando las leyes del Gobierno Revolucionario, están envueltos en el vapor que salía de las cafeteras del emperador Ming.






viernes, 25 de marzo de 2011

EL ATLAS CHECO

Por: Lázaro Sarmiento


Mi biblioteca privada se ha multiplicado muchas veces desde los tiempos en que, niño, descubrí una librería de viejo frente al cine Moderno, en Luyanó. También compraba libros en una carretilla que colocaban en la entrada de La Benéfica, el hospital familiar de la Calzada de Concha. Entre los títulos más antiguos que conservo de esa época sobresale el Atlas geográfico Mundial de Bolsillo (Checoslovaquia, 1963).


Mis dedos seguían expectantes las rutas trasatlánticas dibujadas en sus océanos de papel. Detrás de esas líneas que marcaban las distancias en millas, había historias y gentes con vidas interesantes a bordo de embarcaciones y nostalgias ancladas en lejanos puertos: Nueva York - Río de Janeiro 8 807. Canal de Panamá- Londres: 8796. Por la calidad de la impresión, el color y los detalles, este atlas pudiera competir con sus similares de la actualidad. Pero las fronteras del planeta cambiaron desde 1963. Surgieron nuevos países. Otros desaparecieron. Se derrumbaron muros. Se levantaron otros. Ahora la gente emplea Google Maps, Google Earth y los GPS. El Atlas checo se puso viejo.


Un amigo me dice que los antiguos mapas impresos en Praga no han envejecido. Lo que sucede es que el mundo se ha rejuvenecido. Finjo que tiene razón.


ecoestadistica.com