Por: Lázaro Sarmiento
Marguerite Yourcenar hizo decir a uno de sus personajes : “Un corazón es tal vez algo sucio. Pertenece a las tablas de anatomía y al mostrador de los carniceros. Yo prefiero tu cuerpo”.
Sería tan cómodo poder identificarse siempre con esta frase de la astuta y fina escritora francesa. Pero la vida es más complicada que la literatura. Por lo general estamos todo el tiempo hambrientos: queremos el cuerpo, la mente, las palabras, el molde. Y a veces buscando el placer, conocemos el dolor.
Esto es lo que pienso cuando mi mirada se pasea sobre una frase del diario de André Gide:
“Que bello es el placer sin amor; sin deseo, qué noble es el amor. Qué desgraciado es el hombre”.
Lo peor es que toda la aparente sabiduría de los demás en ocasiones no sirve de nada y terminanos arrojándole margaritas a los cerdos.
Pero estábamos en el placer…
Sería tan cómodo poder identificarse siempre con esta frase de la astuta y fina escritora francesa. Pero la vida es más complicada que la literatura. Por lo general estamos todo el tiempo hambrientos: queremos el cuerpo, la mente, las palabras, el molde. Y a veces buscando el placer, conocemos el dolor.
Esto es lo que pienso cuando mi mirada se pasea sobre una frase del diario de André Gide:
“Que bello es el placer sin amor; sin deseo, qué noble es el amor. Qué desgraciado es el hombre”.
Lo peor es que toda la aparente sabiduría de los demás en ocasiones no sirve de nada y terminanos arrojándole margaritas a los cerdos.
Pero estábamos en el placer…