Un día un amigo trajo de Haití varias pinturas naif. Eran cuadros de vivos colores que mostraban una vegetación exuberante y seres muy pegados a los elementos de la naturaleza, en armonía con piedras, hojas, animales y agua. Los autores habían conseguido transmitir un estado de complacencia laboriosa como vocaciòn de una vida sencilla. Los paisajes de estas pinturas -que todavía decoran el apartamento de ese amigo en El Vedado- parecen ahora utópicos y están muy lejos de la tragedia que sufre en la actualidad el país que los inspiró. Históricamente, Haití encabeza varias listas, una con orgullo, otras con tristeza. Fue la primera nación de América Latina que alcanzò la independencia. Pero sufrió durante décadas una de las tiranías más sangrientas del mundo, la de los Duvalier. Es el país más pobre del Continente. Acaba de ser golpeado por la Naturaleza en una magnitud aún no calculada en su trágica dimensión.
Desde el confort de mi apartamento, frente a la pantalla de la computadora, arropado en un entorno afectivo que me es favorable, tengo la impresiòn de no encontrar las palabras lo suficientemente justas y solidarias ante el sufrimiento del pueblo de Haití.
Desde el confort de mi apartamento, frente a la pantalla de la computadora, arropado en un entorno afectivo que me es favorable, tengo la impresiòn de no encontrar las palabras lo suficientemente justas y solidarias ante el sufrimiento del pueblo de Haití.
El Talmud enseña que la única manera de comportarse en presencia de los desconsolados es guardar silencio. Después de los noticiarios de hoy que continúan mostrando cuerpos destrozados y Port-au-Prince colapsada, tendrìamos que permanecer un largo rato en silencio. Y se necesitarán de muchos gestos y esfuerzos para lograr que los hermanos haitianos accedan al ambiente de armonía con el paisaje que proyectan con espontaneidad y colores hermosos aquellas pinturas creadas por humildes artistas; imágenes que más que una realidad cotidiana expresan un sueño de vida.
Lázaro, la magnitud de la tragedia me tiene sobrecogido y extremadamente sensible. Lo que está sucediendo en Haití es inimaginable y patéticamente dramático. Un país que tenía bien poco para comenzar y ahora, esto... Silencio. Silencio en señal de consternación y respeto... Pero al minuto mucha acción, mucha generosidad, mucho corazón y bolsillo abiertos para paliar los efectos de este drama humano que pone a la hermana nación caribeña al borde del colapso social. Si algo positivo ha derivado de esta crisis es ver la respuesta inmediata y generosa de muchos países en el mundo, independientemente de política y recursos económicos. Como cubano, me hizo llorar de emoción que Cuba, que poco tiene, haya sido de los primeros en contribuir con el aumento del personal médico para asistencia de los damnificados y con otras ayudas. Como norteamericano, me siento orgulloso de que Estados Unidos haya respondido de inmediato y sin reservas con todo el despliegue de su capacidad organizativa y económica. Como ser humano y ciudadano del mundo, me siento reconfortado y esperanzado de que tal vez no somos tan egoístas, aprovechados y malos y sólo pido a Dios y a los hombres de buena voluntad que no disminuyan la contribución y el esfuerzo, pues Haití va a necesitarlos por muchos años más. Te abrazo desde aquí y te invito a que si quieres, visites mi blog y recojas un afiche que he creado precisamente para mantener la causa de Haití viva y a los ojos del todos. Abrazos, hermano.
ResponderEliminarEs terrible lo que a ocurrido en este pais, pero es una oportunidad increible para cambiar todo lo negativo y que el sufrimiento de la poblacion se convierta en justicia donde se destierre la corrupcion
ResponderEliminarPorque esta poblacion tiene derecho a un mañana digno
Pedro , aplaudo tu iniciativa y es muy importante, como dices, que la causa de Haitì se mantenga viva mucho despuès de este estremecimiento doloroso. Haitì sufrìa ya hace tiempo una tragedia tan devastadora como la de esta semana: la pobreza extrema, que no tiene tanta atenciòn mediàtica como un terremoto pero que, sin embargo, es tan mortal como las sacudidas de la Tierra.
ResponderEliminarAnte tanto dolor solo puedo callar
ResponderEliminarSILENCIO