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martes, 9 de febrero de 2010

GEORGE RAFT Y UN NIDO DE MAFIOSOS EN LA HABANA.


Por: Lázaro Sarmiento

Este edificio que ahora está en reparación en el corazón de El Vedado fue en una época un nido de mafiosos en lo que llamaban la esplendorosa Habana. A la inauguración del Hotel Capri con su lujoso casino de juego la noche del 27 de noviembre de 1957 asistió el mismísimo Santos Traficante, quien poco antes había participado en una reunión en Nueva York donde los jerarcas del crimen organizado en Norteamérica habían discutido sobre los destinos de sus negocios en Cuba.

Nicholas di Constanza, el Carnicero, otro connotado mafioso, fue presentado como el accionista principal del hotel. También estaba Jack, el Cejudo, hermano de Meyer Lansky. Este último, curiosamente, no asistió a la apertura del casino no obstante vivir en esa época en la capital de la Isla. La fiesta reunió a políticos, senadores, empresarios y artistas, así como a personajes del régimen de Batista vinculados directamente con los negocios de la mafia. Y entre los periodistas figuraron Don Galaor, de Bohemia, y Palmita, de la revista Show.


La figura principal de la fiesta de inauguración fue George Raft (1895 –1980). Este actor norteamericano actuó durante un tiempo como un relaciones públicas especial, encargado de contribuir a la popularidad del casino y atraer a sus mesas de juego a gente rica de Estados Unidos.

Este acontecimiento está narrado en el libro La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana, (Editorial Ciencias Sociales, 2006) del escritor cubano Enrique Cirules, donde se señala:

“En el instante preciso, George Raft penetró en el casino con una sonrisa cinemascope. Esa noche, como siempre, vestía una de sus caras y exclusivas camisas, una corbata muy llamativa y uno de aquellos trajes, con los que hizo época”.

También el libro recuerda que George Raft “había confrontado algunos problemas, y que después de convertirse en un apestado, ahora, de nuevo, lo habían integrado a los negocios, y se aparecía en los negocios de La Habana, era porque le estaban brindando una última oportunidad, para que pudiera expiar de manera sosegada sus culpas”.

Historias relacionadas con el Casino del hotel Capri y con otros que existían en Cuba en los años cincuenta, están bien contadas y documentadas en las páginas de La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana. La mafia norteamericana tuvo amplios y poderosos tentáculos en la capital y en otras localidades del país y mantenía una alianza con el dictador Fulgencio Batista (1952-1958). Esos intereses llegaron a provocar una guerra sangrienta entre el clan Habana-Las Vegas y las familias sicilianas de Nueva York.

La mafia disfrutó poco tiempo el Casino del Capri (en la actualidad uno de los más fabulosos escenarios de la música cubana) pues la Revolución que triunfó en 1959 acabó con el juego en la Isla. El Hotel, sin sus ruletas y matones, se convirtió en uno de los edificios emblemáticos de El Vedado. En la actualidad, una brigada de constructores labora para restituirle su brillo original.



Calles N y19 en el Vedado. En sus esquinas están el Hotel Capri, el restaurante El Caribeño (antes Los Andes), el Club 21 y el Pabellón Cuba. Al fondo de la imagen: el edificio Focsa, que hace unos pocos años recibió una amplia labor de mantenimiento. El antiguo Casino del Capri está a la izquierda de las imágenes. Hoy es el Salón Rojo, un cabaret donde se presentan populares solistas y orquestas. Fotos: Lázaro Sarmiento, febrero 2010.

viernes, 17 de julio de 2009

COSTUMBRES URBANAS EN EXTINCION: CINES DE BARRIO.


Por: Lázaro Sarmiento

A veces imagino que los ejecutivos que administran los cines de barrio que quedan en La Habana le tienen muy poco amor al cine. Pero…solo son malos pensamientos.

Hoy pasé frente a El Mégano, antiguo Capri. Cerrado. Estuvo abierto hasta hace unos días. Un empleado que cuida la instalación ubicada a varios pasos de una de las esquinas del Capitolio Nacional dice que hay otros planes para este cine. Una tercera persona que escuchaba la conversación acota que El Mégano lo cerraron debido al público que acudía a las funciones.

Creo que argumentos como la actitud del público en la platea, o el reducido número de espectadores, o la falta de recursos, constituyen en muchos casos pretextos que encubren indolencia, desinterés y falta de imaginación en algunos funcionarios para mantener una programación que contribuya a la recreación y animación cultural del barrio.

Estos locales no pertenecen al Instituto de Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC. Desde 1976 los cines de barrio los controla una entidad a nivel provincial.

Una inteligente selección de películas y la combinación de proyecciones de filmes con espectáculos de variedades, junto a la limpieza y la caracterización adecuadas de las salas, pudieran salvar los pocos cines de barrio que quedan en La Habana. Algunos con más méritos que otros. Por ejemplo, se decía que el Actualidades era el cine más antiguo de América Latina en mantener de forma continua la proyección de filmes.Casi un museo de costumbres urbanas.

La experiencia demuestra que cada vez que se cierra uno de estos locales difícilmente vuelva a abrirse. Así sucedió con el Actualidades, Pionero, Apolo, Rex, Duplex, Moderno, Atlas, Martha, Luyanó, Negrete, Cuatro Caminos (¿alguien se acuerda?) Bayamo, Nuevo Continental, Reina, Universal, Finlay y...la lista es numerosa y junto a los del barrio aparecen también cines que eran de “estreno”. Ahora pudiera añadirse El Megano, en Industria esquina a San José. THE END






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