Por: Lázaro Sarmiento
El ATLAS GEOGRAFICO MUNDIAL DE BOLSILLO, editado en Praga en 1963, fue el primer libro que adquirí de niño. Se lo compré a un vendedor que ofertaba su mercancía en la
entrada del Hospital La Benéfica, en la Calzada de Concha, en Luyanó. Luego, Higinio,
un
joven capitán de barco que visitaba a mi familia
, me
contaba con el Atlas en las manos de
rutas trasatlánticas y de lejanos puertos que encendían mi curiosidad. También hablaba de tormentas oceánicas y de peces gigantescos. Con el tiempo, aquel capitán de la Flota Cubana de Pesca desapareció
de mi entorno. Y desaparecieron estados como la
URSS, la RDA y lo misma Checoslovaquia, donde imprimieron los mapas especialmente para los cubanos. El Atlas envejeció y el mundo se rejuveneció.
Pero no cambió mi nostalgia por las clases de geografía cuando Higinio me decía que el mundo cabía en un bolsillo.
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