Por: Lázaro Sarmiento
Muy pocas veces busqué debajo de la cama los juguetes de Melchor, Gaspar y Baltasar los dias seis de enero. Los descubría recién llegaban de la ferretería que estaba en la Calzada de Concha, en Luyanó. Recuerdo algunos de los juguetes que disfruté mediante el sistema diseñado en Cuba en la década de 1960 para que los niños recibieran regalos en su día mágico del año: uno básico, otro adicional y un tercero dirigido.
A un lector no familiarizado con la historia de los avatares cotidianos de esta Isla puede resultarle incomprensible la frase “uno básico, otro adicional...”. En pocas palabras: los padres podían adquirir en las tiendas estatales tres juguetes para cada hijo. El juguete básico era de mayor precio y podía ser una bicicleta, una muñeca, unos patines o un juego de carpintero. Los otros eran de precios inferiores.
Para algunas personas el sistema establecido era agónico. Llegó a incluir turnos por teléfono en el acceso a los comercios. Para otras, la distribución de los juguetes del Día de Reyes por la cartilla de racionamiento establecía una igualdad por decreto mucho más equitativa que tiendas repletas de juguetes y bolsillos vacíos. (1)
Ahora invitar a Melchor, Gaspar y Baltasar a que dejen su regalo debajo de la cama o en un sitio especial de la casa es una decisión condicionada por la economía familiar. Y hacerlo con ostentación en las condiciones actuales de la sociedad cubana puede herir la sensibilidad infantil. Sucede que hay familias que conviven con holgados Reyes Magos. Muchas no.
La manera en que este tema se asume no solo tiene que ver con las posibilidades materiales, sino con la ética y la inteligencia de los padres.
En aquella época de los “juguetes por la libreta” surgieron insatisfacciones, tribulaciones y frustración porque muchas veces el juguete que anhelábamos no era el que nos tocaba .Pero el mundo de los adultos, como el de los niños, no es perfecto. El juguete básico y los adicionales fueron en su momento expresión de principios solidarios y de igualdad social. Esos artículos normados y observados con incertidumbre detrás de los cristales de las vidrieras formaron parte de los sueños y las alegrías de millones de niños cubanos.
A un lector no familiarizado con la historia de los avatares cotidianos de esta Isla puede resultarle incomprensible la frase “uno básico, otro adicional...”. En pocas palabras: los padres podían adquirir en las tiendas estatales tres juguetes para cada hijo. El juguete básico era de mayor precio y podía ser una bicicleta, una muñeca, unos patines o un juego de carpintero. Los otros eran de precios inferiores.
Para algunas personas el sistema establecido era agónico. Llegó a incluir turnos por teléfono en el acceso a los comercios. Para otras, la distribución de los juguetes del Día de Reyes por la cartilla de racionamiento establecía una igualdad por decreto mucho más equitativa que tiendas repletas de juguetes y bolsillos vacíos. (1)
Ahora invitar a Melchor, Gaspar y Baltasar a que dejen su regalo debajo de la cama o en un sitio especial de la casa es una decisión condicionada por la economía familiar. Y hacerlo con ostentación en las condiciones actuales de la sociedad cubana puede herir la sensibilidad infantil. Sucede que hay familias que conviven con holgados Reyes Magos. Muchas no.
La manera en que este tema se asume no solo tiene que ver con las posibilidades materiales, sino con la ética y la inteligencia de los padres.
En aquella época de los “juguetes por la libreta” surgieron insatisfacciones, tribulaciones y frustración porque muchas veces el juguete que anhelábamos no era el que nos tocaba .Pero el mundo de los adultos, como el de los niños, no es perfecto. El juguete básico y los adicionales fueron en su momento expresión de principios solidarios y de igualdad social. Esos artículos normados y observados con incertidumbre detrás de los cristales de las vidrieras formaron parte de los sueños y las alegrías de millones de niños cubanos.
(1) Ver Encuesta sobre el Nivel de Vida del Trabajador Agrícola Cubano realizada por la Agrupación Católica Universitaria. Artículo Estructura y miseria del campo cubano (1958)publicado en la revista Carteles, La Habana, 16 de marzo de 1958, pp 38-40, 113-114.Ver más
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