miércoles, 4 de febrero de 2009

ELLA: La Habana descubre a los Matamoros.

SON: ENTRA FANFARRIA DE CINE QUE BAJA A FONDO HASTA DISOLVER:
EL: Teatro Campoamor. Agosto de 1928. En todas las tandas, se presenta la interesante cinta Después de la tormenta, con las rutilantes estrellas Hobart Bosworth y Eugenia Gilbert. Cinco y media y nueve y media, tandas elegantes. Presentación del trío Matamoros. Cuarenta centavos la luneta. Teatro Campoamor.


SON: ENTRAN SONIDOS DE CIUDAD FINES DECADA DEL VEINTE MEZCLADOS CON AMBIENTE DE LUNETA TEATRAL PARA FONDO DE:
ELLA: Les propongo entrar en esta sala que desde su inauguración hace siete años constituye uno de los principales teatros de nuestra capital. Frente a la sábana blanca que hace soñar a los espectadores, el público sigue emocionado las escenas de esta cinta recién llegada de Hollywood. Una parte de la historia transcurre a bordo de un trasatlántico en lejanos mares. El personaje principal besa a su heroína con ese ardor que Rodolfo Valentino ha puesto de moda en el cine americano. La película concluye. Los caballeros abandonan los asientos en busca de bombones y rositas de maíz para las damas. Ellas alivian el calor con el ritmo de sus abanicos. El escenario es preparado con premura para la actuación de un trío que viene de Oriente y del que se habla con entusiasmo en La Habana desde que sus discos se han puesto de moda en todos los fonógrafos: Los Matamoros.



SON: APLAUSOS BARREN AMBIENTE Y SE MEZCLAN A MUSICA DE LOS MATAMOROS QUE BAJA A SEÑAL:
ELLA: En su primera noche habanera en 1928 interpretan Promesa, Olvido, El que siembra su maíz y Mamá, son de la loma.

SON: SUBE , RECREA Y BAJA A FONDO A SEÑAL :

EL: La prensa se hace eco del debut en La Habana de los tres músicos orientales. El periódico El Mundo apunta:
ELLA: “Tres cantantes, que hace veinte años habríamos llamado ‘guaracheros’, con voces que armonizan agradablemente, forman el grupo Matamoros, que jueves escuchamos en Campoamor y que llevó al teatro que administra el señor Smith, un público nutrido y selecto que llenaba entero el lindo coliseo que es uno de los más modernos y de mejor suerte de La Habana. ”



La pereza que disfruto por estos días me lleva a usar en el blog un fragmento de uno de mis viejos libretos que han sobrevivido el exterminio frecuente de archivos.

La acogida de los Matamoros por parte del público habanero fue tan extraordinaria que el circuito Smith, que los había contratado, llegó a presentarlos en tres, cuatro y hasta en cinco cines y teatros en un mismo día. Y pronto los Matamoros izarían la bandera cubana en la inauguración del Capitolio.

Imágenes: Derecha: Fachada actual del teatro Campoamor, Industria y San José. Izquierda: Hobart Bosworth, actor del filme Después de la tormenta.

lunes, 2 de febrero de 2009

Enamorarse en bloque
Por: Lázaro Sarmiento

Cada cierto tiempo me someto a una experiencia casi masoquista: abro mis cuadernos de apuntes que tienen quince o más años, incluso, uno ya cumplió veinte (cuadernos que alimentaba a diario durante una vida anterior, en la prehistoria de la computadora y la internet ). Percibo entonces un temor parecido al que sienten los gatos al entrar en una habitación .

“Amar a muchas personas, ninguna de las cuales nos colma, pero que juntas componen una felicidad plural, desordenada, tumultuosa, inquieta; una inquietud, es cierto, menos total y amenazadora que la que inspira el amor a una sola persona. Esto es, quizás, la sabiduría. Poner el corazón en muchas cestas, reunidas en una deliciosa complicidad cuyo centro sería yo. Una buena variante consistiría en estar enamorado en bloque de toda una familia, la más numerosa posible, y hacerme adoptar por ella”.

No recuerdo la fecha en que transcribí el párrafo anterior. Pertenece a El vagabundo inmóvil, de Michel Tournier (debió ser un poco antes de 1990). No creo que me interese averiguar por qué este texto mínimo llamó mi atención hace veinte años. Pero sucede: los cuadernos de apuntes, con números lejanos, desencadenan una confrontación con antiguas emociones y afinidades Lo mismo pasa con los recortes de periódicos anteriores a Google y otros buscadores. Y también con las canciones que envejecieron, las caras o los músculos del abdomen.

Imagen: Delirium tremens (tríptico) Rocío García, óleo. 2003.

sábado, 31 de enero de 2009

Nancy Cunard, una muerte desamparada.
Por: Lázaro Sarmiento

“En una crisis de su agonía bajó casi desnuda por el ascensor del hotel. Allí se desplomó y se cerraron para siempre sus bellos ojos celestes. Pesaba treinta y cinco kilos cuando murió. Solo era un esqueleto.”

Nancy Cunard murió en París en 1965. Es uno de los numerosos personajes que pasan por las páginas de Confieso que he vivido, de Pablo Neruda. En la época en que leí por primera vez este libro lo hice presionado por el préstamo breve de un título que entonces se pronunciaba como una contraseña. Por estos días he vuelto a las memorias del gran poeta chileno.

Nancy, hija de Lady Cunard, había sido la única heredera de la Cunard Line, el famoso imperio de trasatlánticos.

Ella escandalizó a la aristocracia británica alrededor de 1930 cuando se escapó con un negro, “musicante de unos de los primeros jazz band importados por el hotel Savoy “de Londres. Lady Cunard la desheredó al conocer el negro destino elegido por su hija.

Pablo Neruda destaca que Nancy no pudo volver a residir en Inglaterra , abrazó la causa de la raza negra perseguida, se fue a Addis Abeba durante la invasión de Etiopía y viajó a Estados Unidos para defender a unos muchachos negros de Scottsboro condenados injustamente por los tribunales norteamericanos. De ese país fue expulsada.



Existe la biografía Nancy Cunard. Rica heredera, musa, idealista política (editorial Circe), de la autora Lois Gordon .Y en internet abundan las referenciadas sobre esta mujer que se rodeó de mucha de la gente más inteligente y brillante de su tiempo. Pero su vida terminó en la miseria y en la confusión mental causada por el alcohol y las drogas.

De Confieso que he vivido siempre he recordado, y hasta fabulado, el pasaje de Nancy Cunard en su frágil desnudez de muerte en un ascensor de Paris:

“Su cuerpo se había consumido en una larga lucha contra la injusticia en el mundo. No recibió más recompensa que una vida cada vez más solitaria y una muerte desamparada”.

viernes, 30 de enero de 2009


Desnudarse frente a extraños.

La relación dura unos minutos. Por sus ojos pasan mis sonrisas dibujadas, las poses que ensayé, los abrazos con los amigos y también comidas disfrutadas. Ella no muestra pudor; actúa como testigo de los cuerpos amados y de varios intentos por atrapar la felicidad. Amor no te vayas. Su mirada esta acostumbrada al único strip-tease permitido por los moralistas. Durante una jornada atiende decenas de peticiones como la mía. Por eso acumula miles de gestos, camisas, aeropuertos, azules, labios, dientes… Hay que realizar retoques, aclarar escenas, cortar los bordes. Borra ese edificio. La vida es bella .Cuidado que se queda una mano fuera…”muchos años de paz y armonía…” (tal vez fue en inglés).La última es frente a un espejo, hotel Berkeley . Le pago su trabajo – estoy complacido- y ella dirige la atención hacia otros rostros, nuevas vidas. ¿Recordará mañana que tiré piedras en el río Bayamo? La labor continúa para la editora de fotografías.

Tomo el sobre y camino por La Habana con la ilusión de que entré en la inmortalidad por la puerta de Photo Service.
Foto: Lázaro.

miércoles, 28 de enero de 2009

El cine de peor público de La Habana.
Por: Lázaro Sarmiento

Hoy poca gente recuerda, y muchos ignoran, que en esta esquina, debajo de esos arcos, estaba el cine Bélgica de 750 butacas. Calle Monserrate no. 518. Habana Vieja.

En La Habana para un infante difunto, Cabrera Infante escribe: “El cine más al sur, el Bélgica, fue otro que nunca visité por su fama de infame, con el peor público de todos los cines nefandos de La Habana”.

Otros cines en esta categoría eran el Niza y el Montecarlo. Sobre este último: “depravaciones en la pantalla, depravados en el público”. Estos pequeños cines de un público “no decente” fueron sepultados por el tiempo.

El lunetario del Bélgica se transformó en feas viviendas improvisadas. En cambio, en la acera de enfrente, se ha salvado la preciosa fachada del cine Universal (1048 butacas) que hasta hace pocos años ofreció películas. En la actualidad el edificio del Universal sirve como local de ensayo de un pequeño grupo de teatro comunitario.

Fantasmas del antiguo cine Bélgica: no queda ninguno. Cruzaron la calle atraídos por los plátanos y las papayas del vecino Mercado de Egido, uno de los más populares de la capital.

Arriba: Fachada del antiguo cine Bélgica. A la izquierda: Antiguo cine Universal. Fotos: Lázaro.28.01.2009
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