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viernes, 5 de diciembre de 2008

Una canción para Esther Borja.
Por: Lázaro Sarmiento

Esther Borja está cumpliendo hoy 95 años. Ella es uno de los símbolos más brillantes de la canción cubana. Hace algún tiempo, cuando la entrevisté para Radio Enciclopedia dijo que le gustaría que la recordaran “amablemente, con una sonrisa en los labios, o quizás escuchando una canción”. El programa se tituló Esther Borja: una vida de bellos recuerdos .


Y entre sus recuerdos más bellos mencionó la primera presentación con Ernesto Lecuona; el concierto de canciones con versos de José Martí, en el cual también interpretó “Cierro mis ojos”, de Ernestina Lecuona; luego, el recital un 10 de Octubre en el Carnegie Hall de Nueva York; el viaje a la Argentina…el éxito de la Damisela encantadora, el programa de televisión Álbum de Cuba… Fueron muchos los momentos de su vida que evocó una tarde en los estudios de la radio en el edificio Focsa de La Habana.

Quizás esos recuerdos estén dormidos ahora para Esther Borja en un lado recóndito, donde es muy difícil llegar pues el cerebro y la memoria siguen siendo grandes misterios. Hoy celebramos su aniversario como ella quería que la recordaran: amablemente, con una sonrisa en los labios, escuchando una canción…

Fotos, Arriba: Esther, Lázaro y Cuca Rivero. Hotel Las Yagrumas, San Antonio .Febrero 2003.
Abajo: Esther, Lázaro y Cuca. Sesión de trabajo en Festival de la Radio,Hotel Pernik, Holguín. Febrero,2004.

Esther Borja: una vida de bellos recuerdos .Equipo de realización: Lázaro Sarmiento, Alfredo Zamora, Sergio Cervantes y Ana Margarita Gil, una de las voces más elegantes de la locución en Cuba. Este programa fue Premio en el Festival Nacional de la Radio, en el Concurso de Periodismo 26 de Julio y en el Caracol de la UNEAC. Además fue galardonado por la Caribbean Broadcasting Union , 2006, en el género documental .

viernes, 22 de agosto de 2008


LOS LABIOS INVISIBLES DE LA RADIO.

Por: Lázaro Sarmiento
El arte perdido de la conversación, trasatlánticos, dinosaurios, cortes, sonatas, naves cósmicas en las fronteras del Sistema Solar, Unicornio, silencios, estrellas de cine, estalló la guerra del Golfo, “desde el quinto piso del Edificio Ene, en el corazón de la Rampa; ciudades y selvas, canciones de moda, proezas científicas, Chica material…La radio me ha dado un universo entero desde la altura de un micrófono y la inmensidad de sus cabinas.

He trabajado junto a gente laboriosa, inteligente y creativa. Y gracias a este medio tuve la oportunidad de conocer a dos personas especiales que hasta hace muy poco tiempo estuvieron vinculadas a la radio: Esther Borja y Cuca Rivero. Junto a ellas integré en varias ocasiones el jurado de música especializada del Festival Nacional de la Radio.

Además de escuchar y analizar programas de música clásica (¿o de concierto?) infantil, latinoamericana y nueva trova, durante las sesiones del jurado se producían pausas para conversar sobre los más diversos temas. Podía ser que Esther hablara de los nietos, de su afición a la Mesa Redonda de la Televisión Cubana o de las glorias y dificultades de Álbum de Cuba, que ella presentó hasta 1986. Tanto se identificó con este programa que, en una ocasión, un auto en el que viajaba se detuvo en el semáforo de 23 y 26, en el Vedado, y desde una guagua próxima una niña le gritó a su madre: -¡Mami, mira quien va ahí: Álbum de Cuba ¡-.

De la parte de Cuca los temas podían abarcar desde las anécdotas de Candelaria, su pueblo natal, y los coros que ella fundó hasta su labor como la Profesora Invisible de las clases de educación musical que se difundieron desde la radio para los niños de todo el país. En otras ocasiones, el interés gravitaba en su hija Silvia y su esposo José María Vitier.

Esther Borja y Cuca Rivero constituían una compañía excepcional en las sesiones del jurado que transcurrían cada año en hoteles de diferentes localidades de la Isla. Ejercían el criterio con un punto de vista próximo a los jóvenes artistas de hoy. Atesoraban un vasto mundo de referencias que estaban siempre dispuestas a compartir con los demás.

Tenían un excelente sentido del humor. Sabían establecer puentes entre las diversas generaciones. Eran figuras con mucho prestigio que escuchaban con interés los criterios que no coincidían con los suyos. Hacían gala de una inteligencia emocional “fuera de serie”.

No obstante sus largas vidas, o “mucha experiencia acumulada,” como gustaba decir Esther, nunca se mostraron cansadas. Y estaban entre las primeras en subir a los ómnibus para asistir a las numerosas actividades organizadas durante los días del Festival y en las que Esther era justamente venerada en su condición de gloria de la música.

Formar parte del jurado del Festival Nacional de la Radio junto a la Damisela Encantadora y la Profesora Invisible fue una experiencia de la que aprendí y disfruté. Frente a mi curiosidad y admiración, Esther y Cuca me entregaron muchos de sus recuerdos y lo hicieron con simpatía. Eso se lo debo a la radio.
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