viernes, 14 de noviembre de 2008

Besar las paredes de El Vedado.
Es verdad: uno no solo vive en una ciudad sino en un país. También pudiera decirse que uno no solo vive en un país sino en un planeta. Y por este camino terminaríamos reconociendo que vivimos en una galaxia.

Pero antes de llegar a las estrellas, primero hay que vivir en un barrio. Yo vivo en El Vedado. Llegué aquí hace casi veinte años. Antes era de Luyanó, todo lo contrario a El Vedado. Cuando en 1989 me mudé para un edificio a unos pasos del restaurante Moscú, antiguo cabaret Montmatre, sentí un ataque de nostalgia por lo que dejaba atrás: las calles, las caras, los ambientes de las esquinas –Toyo, Concha - la pizzería, los cines – todavía existían cines, el Apolo, el Moderno, el Ritz, el Florida…- y hasta la contaminante Planta de Gas de Melones me resultaba entrañable, al igual que los parques sin ningún estilo de Luyanó.

Estaban también los recuerdos vinculados a esos sets.

Un amigo que había nacido en El Vedado y que amaba hasta las hormigas cautelosas de sus parques, y que trataba de contrarrestar mi nostalgia, un día que pasábamos por la puerta del Hotel St John’s me recomendó con aire de prestidigitador que saca su mejor liebre: Besa las paredes de El Vedado.

Con el tiempo he sentido deseos de hacerlo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Sobre Eleanor Rigby.

Una hoja extraída de un registro de 1911 del Ayuntamiento de Liverpool con la firma de Eleanor Rigby, de 16 años, empleada en los fregaderos del City Hospital, será subastada por la organización caritativa The Sunbeam Trust el próximo 27 de noviembre en una galería de Londres. El documento fue donado por Paul McCartney, autor de la mítica canción Eleanor Rigby.

La pieza se dio a conocer el 5 de agosto de 1965. Desde entonces Paul McCartney ha sostenido que el nombre de Eleanor Rigby era producto de su imaginación. A este tema se refiere Diego A. Manrique en las páginas de El País en un artículo titulado Eleanor Rigby, un enigma en el planeta 'beatles'.

Después de ofrecer información sobre la disputa en torno al personaje de la famosa canción, Manrique apunta: Finalmente, se trata de una anécdota. Lo que cuenta es la motivación. El pasado domingo, McCartney respondía a una encuesta de The Guardian sobre la muerte como (infrecuente) temática del rock. Explicaba Paul:

"Fui afortunado por tener un padre muy majo, un caballero de la clase trabajadora que siempre nos decía que cediéramos el asiento en el autobús a las personas mayores. Eso me llevó a visitar casas de jubilados. Había un par de ancianas y yo solía ir allí, a preguntarles si necesitaban que les hiciera la compra. Cuando crecía, era consciente de esas damas ancianas y solitarias. De eso trata Eleanor Rigby, del hecho de que alguien muriera y nadie se enterara".


All the lonely people Where do they all come from? All the lonely people Where do they all belong?
Fotos:
Arriba: Estatua de Eleanor Rigby en Liverpool. AP 13.11.08
Derecha: En Bayamo, en el oriente de Cuba, hay estatuas de los cuatro integrantes de Los Beatles.

martes, 11 de noviembre de 2008

DESEMBARCO POR LA LANCHITA DE REGLA.


Por: Lázaro Sarmiento


1.-Visito Regla. Llego al “ultramarino pueblo” en ómnibus, es decir, por la entrada del cementerio. Para el regreso escojo la romántica lanchita de Regla que atraviesa la bahía de la capital. Hacía más de dos años que no realizaba esta ruta. Sorpresa al desembarcar en el paradero de la “lanchita”: hay una nueva imagen en esta zona de la Avenida del Puerto de La Habana. Desaparecieron las fachadas carcomidas y descoloridas. Los viejos bares de “mala muerte” ya no existen en este tramo. Las cúpulas de la catedral ortodoxa rusa reflejan un brillo cosmopolita y exótico, a la vez.

2.- Los hermanos de la Avenida del Puerto. El restaurante Dos Hermanos, que conocí como un bar decadente, y al que le atribuía mundanas historias marineras, Two Brothers, escenario para episodios de “bajos fondos”, está a punto de reabrir luego de una esmerada remodelación. Ahora al lugar se le restituye su pasado glorioso. En la cantina de Dos Hermanos levantaron copas “por la amistad y la alegría del mundo”: Federico García Lorca, Alejo Carpentier, Enrique Serpa, Marlon Brando, Errol Flynn y Ernest Hemingway, entre otras personalidades.

lunes, 10 de noviembre de 2008


Casablanca, o mirar una vieja fotografía.
Por: Lázaro Sarmiento

Cada vez que los reflectores de la nostalgia se mueven sobre el horizonte fílmico aparece Casablanca. Esta película sigue funcionando a “despecho de teorías estéticas y cinematográficas”.

Hace unas horas el canal Multivisión de La Habana proyectó Casablanca. Y como sucede en todas las televisoras del planeta , seguramente muchos espectadores debieron acomodarse en sus asientos favoritos para disfrutar, quizás por tercera, quinta o sexta ocasión, esta cinta que la Warner lanzó en 1942 con un reparto formidable: Ingrid Bergman, Humphrey Bogart, Paul Henreid, Conrad Veidt, Claude Rains, Peter Lorre y Sídney Greenstreet.

Una encuesta realizada hace varias semanas por la revista británica Empire ubicó a Casablanca en el puesto 18 de las 500 mejores películas de la historia. Entre las personalidades que participaron en la selección estaban Guillermo Del Toro, Cameron Crowe, Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar.

En un texto titulado Casablanca, o el renacimiento de los dioses, Umberto Eco analiza el fervor nostálgico que siempre suscita su exhibición y subraya que, desde el punto de vista de una crítica exigente, es una película muy modesta.

“Fotonovela, folletín, donde la verosimilitud psicológica es muy débil y los efectos dramáticos se encadenan sin demasiada lógica. Y sabemos por qué: la película fue pensada a medida que se rodaba, y hasta el último momento ni el director los guionistas sabían si Ilse se marcharía con Víctor o con Rick.”
(La estrategia de la ilusión, Editorial Lumen, Barcelona, 1999)

“Pero justamente porque están todos los arquetipos, justamente porque Casablanca es la cinta de otras mil películas y porque cada acto repite en ella un papel interpretado otras veces, opera en el espectador la resonancia de la intertextualidad. Casablanca lleva consigo, como en una estela de perfume, otras situaciones que el espectador refiere a este film sin recordar otras películas aparecidas después como Tener y no tener…Así que Casablanca no es una película, sino muchas, una antología”.

¿Qué tiene entonces Casablanca que mantiene su fascinación después de más de 67 años? La respuesta la ofrecía ya en 1956 Guillermo Cabera Infante, Caín, en las páginas de una publicación habanera:
Casablanca es como mirar una vieja fotografía: ahí está uno, pero de alguna manera ése no es uno: por el medio está el recuerdo, el tiempo pasado y la renovada presencia fotográfica, ganada su batalla al tiempo, pero perdiéndola, porque el tiempo no pasa: pasa uno por él y como en un estrecho pasadizo de zarzas se deja el vestido y la piel en sus espinas: en fin, que el tiempo es como la banca en la ruleta, siempre gana, aun perdiendo gana. Y ha ganado contra Casablanca”. (Carteles. 2 .06.1956)

Sobre los cuatro puntos de excelencia que Caín le otorgó a Casablanca, el propio crítico sugiere al lector preguntar ¿a qué vienen?

Respuesta: “Son por el recuerdo”.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Los edificios-cisnes del Vedado.
Por: Lázaro Sarmiento

El Hotel Nacional es uno de los edificios emblemáticos de Cuba. En sus habitaciones han dormido presidentes, nobles, divas del cine, mafiosos, celebridades deportivas y también gente sencilla y anónima. Desde hace algunos años, varias de las lujosas piezas de la instalación están reservadas cada día para trabajadores de la Isla que se han destacado en sus esferas productivas, científicas y artísticas.

Uno de los privilegios de alojarse en el Nacional lo constituye poder observar desde sus ventanas y jardines un conjunto de magníficas vistas de la ciudad. Por el este, La Habana profunda, de edificios descascarados y desvencijados; apuntalada por una población vital, joven y sensual que pasa mucho tiempo en la calle o en las puertas de sus casas.

Por el oeste y el sur del Hotel Nacional se extiende el Vedado. Y a unos metros está La Habana que heredamos del delirio inmobiliario de la década de los cincuenta. Luego vino el esplendor de La Rampa en los años 60. Los arquitectos extranjeros se pasean hoy por las aceras del Vedado como si atravesaran una enorme maqueta a de la arquitectura del Movimiento Moderno de la segunda mitad del siglo veinte.

En otras ciudades del mundo, los nuevos rascacielos, el asfalto implacable, las últimas modas o la voracidad consumista han aplastado el viejo glamour arquitectónico. El Vedado, sin ser invulnerable a la mediocridad o la improvisación, conserva muchas de sus mejores cualidades urbanísticas. Y sigue siendo el lugar preferido para vivir en la capital.

En 1960 Jean Paul Sartre se alojó en una de las habitaciones del Nacional. Luego escribiría: “Personalmente, me gustan los rascacielos: apreciados uno por uno, los del Vedado son bonitos. Pero los hay en todas partes y resultan un desorden de formas y colores. Cuando la mirada trata de unirlos, se les escapa: no hay unidad; cada uno vive por sí. Muchos son hoteles: el Habana Hilton, el Capri, veinte más.

“Es una carrera de pisos: Uno más. ¿Quién pone más? A los quince, el rascacielos es de bolsillo. Cada uno alarga el cuello para mirar el mar por encima del hombro de su vecino. Potente y desdeñoso, el Nacional vuelve la espalda a esa agitación”.

A la visión de Sartre le añado una apreciación desde la ventana de mi habitación en el hotel: los rascacielos enanos del Vedado no alargaban el cuello solo para mirar el mar. Por encima de las azoteas de sus vecinos querían observar un poco más allá.Querían ver Miami.


Fotos: Alfredo Zamora.
ecoestadistica.com