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jueves, 10 de diciembre de 2009

PASEANDO POR EL CEMENTERIO BAUTISTA.

Por: Lázaro Sarmiento

Cuando en 1877 se fundó el Cementerio San Juan Bautista, los terrenos de los alrededores no tenían ni remotamente el glamour urbanístico que alcanzó hace varias décadas. Estoy refiriéndome al Nuevo Vedado y al Cementerio Bautista de La Habana, el oasis funerario de una comunidad de cristianos protestantes, rodeado de casas coquetas, una escuela, jardines con hojas de corazón de león y una muestra de viviendas inventadas o modificadas junto a sus muros. Muy cerca hay varios edificios altos. Y los árboles verdísimos y frondosos diseñan un ambiente de parque sin regulaciones.

Me gustan los camposantos y me gusta éste en su pobreza de pretensiones y carencia absoluta de valores arquitectónicos (aprecio igualmente la necrópolis de Colón, por los motivos contrarios). Aquí, el abandono y deterioro de la mayoría de los sepulcros crean un encanto de ruinas gregarias sin ninguna memoria esplendorosa.

Algunas tumbas tienen fechas muy antiguas y quizás pertenecieron a familias que se extinguieron o se diluyeron por el mundo.

Con la mirada planeando sobre las 1, 23 hectáreas de este terreno de reposo, un amigo me dice que no le gustaría ser cremado, que tras su muerte él quiere que lo lleven a la tierra para que el cuerpo nutra el suelo.

En el Cementerio Bautista, viendo las alfombras verdes y los árboles saludables con sus raíces buscando la química de la vida , pienso en los vasos comunicantes entre la tierra, los cuerpos y el paisaje.

Por momentos, parece como si hubiera sido olvidado en medio de la ciudad o ya no acogiera ceremonias fúnebres.

Calles San Juan Bautista y 37, área residencial La Dionisia, Nuevo Vedado, Municipio Plaza de la Revolución. Entrada principal del Cementerio Bautista de La Habana.

Aquí yacen los restos del doctor Alberto de Jesús Díaz Navarro (1852-1916). Según consta en el humilde monumento, fue Capitán del Ejército Mambí y apóstol de la obra bautista en Cuba.


La fecha de la lápida de Karen Quintana Peña (2007) nos advierte que el Cementerio Bautista de La Habana continúa ofreciendo servicios a la comunidad.

Fotos: Lázaro Sarmiento

lunes, 22 de junio de 2009

LO QUE PREFIERO DE LOS CEMENTERIOS


Por: Lázaro Sarmiento.

De los cementerios chinos me atrae la simbología de su vegetación.

De los cementerios judíos admiro el rito de las pequeñas piedras colocadas sobre las tumbas.


La Necrópolis de Colón, con sus panteones como obras de arte, me invita a reflexionar sobre la vanidad faraónica de muchas familias de la antigua burguesía cubana. Algunos de sus miembros reposan hoy en modestos camposantos de otros países, lejos del esplendor funerario diseñado desde sus palacetes del Vedado y del oeste de La Habana.



En los cementerios chinos, “las personas antes de fallecer solicitan la siembra de plantas sobre el montículo de tierra que cubrirá sus restos. Eligen la especie de planta de su preferencia y la disposición de éstas en la tumba, y de acuerdo con su voluntad pueden ser cortadas al cumplirse el primer año del fallecimiento.”



Como en un cementerio chino, escogería para la última curiosidad de la vida estar cerca del oreganillo. Esta planta ha resistido en mi ventana durante años el smog, el salitre y las altas temperaturas.

sábado, 7 de junio de 2008



LO QUE ME GUSTA DE LOS CEMENTERIOS.
Por: Lázaro Sarmiento

Del Cementerio Chino de La Habana me atrae la simbología de su vegetación.

Del Cementerio Judío de Guanabacoa me gusta el ritual de las pequeñas piedras colocadas sobre las tumbas.

La Necrópolis de Colón me invita a reflexionar sobre la vanidad faraónica de muchas familias de la antigua burguesía cubana. Algunos de sus miembros deben reposar hoy en modestos camposantos lejos del esplendor funerario soñado desde sus palacetes del Vedado y del oeste de La Habana.

En los cementerios chinos,” las personas antes de fallecer solicitan la siembra de plantas sobre el montículo de tierra que cubrirá sus restos. Eligen la especie de planta de su preferencia y la disposición de éstas en la tumba, y de acuerdo con su voluntad pueden ser cortadas al cumplirse el primer año del fallecimiento.”

En un lugar parecido me gustaría estar cerca del oreganillo, una planta que desde mi ventana ha resistido durante años el smog, el salitre y las altas temperaturas.
ecoestadistica.com