LOS HOMBRES NO SE DABAN CUENTA.
Por: Lázaro Sarmiento
Margaret Mitchell al principio de Lo que el viento se llevó escribió: “Escarlata O Hara no era bella, en realidad, pero los hombres no solían darse cuenta…”
Algo parecido sucedía hace cerca de 2.080 años con Cleopatra, la inteligente y poderosa reina de Egipto. Ha pasado a la historia como un mito de belleza y seducción. Pero, en realidad, era bajita, gorda y fea.
En su novela Los idus de marzo (1948), Thornton Wilder pone en boca de Cicerón el siguiente juicio sobre Cleopatra:
“La fascinación que esta Reina ejerce disminuye mucho viéndola de cerca. Yo sostengo que cada persona tiene una edad hacia la cual apunta toda la vida, como la aguja imantada al Norte….Según esta ley, Cleopatra, a pesar de su juventud, tendría cuarenta y cinco, lo que hace aparecer desconcertantes sus gracias juveniles. Su redondez es la de una mujer que ha tenido ocho hijos. Su andar y su porte son muy admirados, pero no por mí. Tiene veinticuatro años y camina como si tratara de representar veinticuatro años.
“Sin embargo, hay que estar muy alerta para advertir tales cosas. El prestigio de su título, la magnificencia de su atavío, el efecto que producen sus dos atractivos más notables: la belleza de sus ojos y la dulzura de su voz cuando habla, subyugan al incauto”.
Muchas actrices de Hollywood contribuyeron a cimentar el mito de la belleza de Cleopatra: Rhonda Fleming, Claudette Colbert, Vivian Leight y Elizabeth Taylor. Más de 40 películas y en casi todas, por no decir todas, Cleopatra aparece como” una vampiresa maquillada por Max Factor”, según Terenci Moix.
Y ya que he mencionado el nombre de actrices que fueron en realidad mujeres bellas, quiero citar a la científica Nancy Etcoff quien en su libro La supervivencia de los más guapos (Madrid, 2000) dice al comentar los estudios sobre el tema:” En realidad se demuestra que el castigo por la fealdad puede ser incluso mayor que el premio por la belleza”.