miércoles, 14 de mayo de 2008


CINES ART DECO DE LA HABANA. (I)
Por: Lázaro Sarmiento

Cine Moderno. Calzada de 10 de Octubre. La Habana. Nada queda del antiguo glamour. Parece un edificio fuera del tiempo. O un juguete roto olvidado por una civilización aérea.

Fantasma que habita este cine: el emperador Ming, de la serie Flash Gordon. El ha logrado que los demás fantasmas emigren hacia otras instalaciones próximas: el Atlas y el Apolo, también cerradas.

La inauguración del cine Moderno en 1930 coincide con el auge del Art Deco en el mundo. La Habana, abierta a todas las influencias artísticas, también reflejó este estilo en diversas salas cinematográficas.

El crítico Alejandro G. Alonso, autor de los textos del libro “La Habana Deco” (2003) destaca que los principios del Art Deco “fueron manifestados con integridad en el cine Moderno del arquitecto Ernesto López Rovirosa, que se levantó en la Calzada de Jesús del Monte (hoy 10 de Octubre), por entonces una zona suburbana con una población de clase media baja y obreros. Alteraciones posteriores y pobre estado de conservación perjudican la imagen”.

Cuando el artista italiano Martino Fagiuoli recorrió los barrios habaneros en busca de edificios Art Deco para el citado libro, descartó fotografiar lo que queda del cine Moderno. Ya no valía la pena.

martes, 13 de mayo de 2008

HOMBRES SIN MUJER.
Por: Lázaro Sarmiento

El homosexualismo en una cárcel cubana de las primeras décadas del siglo veinte es el gran tema de la novela Hombres sin mujer de Carlos Montenegro, publicada por primera vez en México en 1938. Un año antes en La Habana aparece un capítulo en la revista Mediodia .Los responsables son acusados de pornografía y propaganda subversiva. Editada por Letras Cubanas en el año 2001 junto con una selección de cuentos del autor, es acogida con lógico interés por los lectores. El director Juan Carlos Cremata proyecta llevarla cine.

“Ahora sabía que estaba allí, entre leas y bugas, como les decían a los pederastas, que no pensaban más que meterse en el hoyo para refocilarse, y que, no contentos con eso, se pasaban el día hablando de lo mismo, con palabras pegajosas y espesas como semen”.

En el prólogo de la última edición cubana de Hombres sin mujer, Imeldo Álvarez destaca que Carlos Montenegro es quizás el primero en abordar el tema de la homosexualidad en la narrativa no ya cubana, sino latinoamericana, tan tabú hasta hace escasos años. Desde el punto de vista de Montenegro, la trama está concebida para denunciar en lo político, jurídico y social situaciones vividas en una prisión de la época. Y como subraya Álvarez, el texto es fruto de un plan sociolingüístico preciso.

“…Todos los días, cuando estaba detrás del mostrador de la zapatería, hablando con el vigilante que cuidaba el taller, le daban fatigas. ¡Claro, con tantísimos años de prisión¡ Como era don Pancho le dieron a tomar poción yacú, le mejoraron la comida, le concedieron patio por las noches. ¡El mundo colorado ¡Hasta que se supo que no había tales fatigas, sino que metía debajo del mostrador a los aprendices.”

Carlos Montenegro nace en Galicia en 1900. Emigra a Cuba con 7 años junto a otros familiares. Aquí es condenado a catorce años y ocho meses de prisión por un homicidio en La Habana Vieja. . A la cárcel del Castillo del Príncipe entra en 1919 y no sale hasta 1931. A partir de esa fecha se vincula al periodismo y desarrolla una carrera como escritor. Casado con Emma Pérez, periodista de Bohemia, se marcha de la Isla al triunfo de la Revolución. Muere en Miami en 1981.

“-Yo no confundo a nadie. Pero sé que esta es la casa del jabonero: que el que no cae, resbala. Si no, al tiempo; aquí ni los ocambos se escapan; andan salidos por ahí, como gatos en cuaresma, dando consejos a los jovencitos: Oye, yo ya soy viejo y tengo experiencia; no te reúnas con Fulano, que es un empedernido. Y al cabo ya tú sabes: no son otra cosa que asaltadores de portañuelas”.

Se ha dicho que el autor presenta sus relatos de la cárcel desde una concepción machista, unilateral. Algunos hablan, incluso, de discriminación sexual. Imeldo Álvarez anota: “Pienso que Montenegro organiza su novela a partir de su formación histórica, occidental y cristiana: desde sus paradigmas culturales y sensoriales”. Anteriormente expresa que por su tenebrosidad, lujuria y violencia esta es una historia singular de la narrativa cubana de todos los tiempos.

Hombres sin mujer es de esos libros que una vez que se tienen en las manos no pueden soltarse.

lunes, 12 de mayo de 2008


GRAN HOTEL: LA BELLEZA DE LAS COSAS MANOSEADAS.
Por: Lázaro Sarmiento

Gran Hotel, 100 habitaciones con baño. Así lo anunciaba el cartel que se llevó uno de los ciclones que pasaron por Cuba en los años noventa. Gran Hotel, en Teniente Rey entre Dragones y Zulueta, La Habana.

Tal vez debemos dejar estas ruinas como están ahora. Pero no estoy seguro de que la gente de los alrededores, los urbanistas y los que toman las decisiones tengan igual opinión.

Contra estas ruinas conspiran la antigua arquitectura mediocre del edificio, el valor actual y futuro del terreno y los conceptos estéticos tradicionales. A su favor trabajan el tiempo y una ingenua aureola vegetal.

“ Y existe todo un culto a las ruinas, a las del Imperio Romano, de los edificios, de las viejas iglesias, y tiene ese enorme poder las ruinas. Es algo que ha decidido no luchar más, se ha rendido, no hay que volverlo a pintar, no hay que reconstruirlo”. (Edmundo Desnoes. Revista Cine Cubano, no. 192)

Las inversiones para construir un nuevo hotel detrás de parte de la fachada original del Gran Hotel se han demorado demasiado. En su lugar surgió una vegetación babilónica que se ha extendido por la armazón metálica, cubriendo como telaraña verde lo que queda de las paredes.

“Hay una belleza en las cosas manoseadas, que tienen textura producida por el tiempo”.

Los huéspedes de la República, los traficantes nocturnos, el turista, los recién casados, la pareja fugitiva, quizás no imaginaron en sus 100 habitaciones que todo edificio contiene, desde los cimientos, un derrumbamiento.

El Gran Hotel nunca fue un gran hotel. Pero en la actualidad tiene el resplandor de patio interior de gran ciudad.

sábado, 10 de mayo de 2008


MIGUEL BARNET: EL TENOR MAS GRANDE DEL MUNDO.
Por: Lázaro Sarmiento

Cuando entrevisté a Miguel Barnet para Salsa Cubana hace diez años dijo que en sus sueños mientras duerme se ha cumplido uno de sus deseos: ser el más grande tenor del universo. “Ser cantante de ópera es la identidad que escogería para mi próxima vida futura”.

El compositor alemán Hans Werner Henze y el libretista Hans Magnus Erzensberger estrenan en Europa a principios de la década del setenta la ópera “La cubana”, basada en Canción de Rachel, de Miguel Barnet. Después esta novela-testimonio es llevada al cine con el título La bella del Alhambra, salpicada de ritmos vernáculos y de canciones tradicionales de la Isla. En el año 2005 la bailarina Niurka Marcos teatraliza en México la misma historia. El montaje intenta recrear la época de oro de los espectáculos de vedettes de las décadas de los 30, 40 y algo de los 50.

“Descubrí que nunca sería cantante profesional porque, sencillamente, soy alérgico y sufro afectaciones en las cuerdas vocales con bastante frecuencia. Al ver frustrados mis sueños de ser un gran solista, me integro humildemente a los coros gigantes de la Central de Trabajadores de Cuba. En varias ocasiones canté en ese proyecto multitudinario y lo hacía con tanto orgullo, pero con tanta fuerza a la vez, que todo el mundo me miraba púes yo quería destacarme entre aquellas mil gargantas que me rodeaban.”

De su fascinación por la música han salido textos sobre Rita Montaner, Bola de Nieve, Esther Borja y Merceditas Valdés. El cantautor Pablo Milanés se inspiró en el poema de Barnet titulado “Che” para componer la canción “Si el poeta eres tú”.Y cuando Alfredo Sadel escuchó cantar a Miguel en una fiesta en Caracas preguntó admirado “¿Pero dónde está el escritor si este hombre es un gran cantante?”

“Si no hubiera escuchado todo el tiempo la música de Anckermann, Gonzalo Roig y Rodrigo Prats mientras escribía Claves por Rita Montaner no hubiera poder crear ese texto que tanto quiero.

“Si no hubiera escuchado en mi entorno la gaita desde las colinas brumosas de Galicia, no hubiera concluido Gallego.

“Si no hubiera escuchado los tambores batá sonando en mis oídos desde lo más insondable de los barracones, Biografía de un cimarrón no sería el libro que es, como tampoco lo sería Canción de Rachel sin el teclado maravilloso de las pianolas de los años veinte que me acompañaron mientras recreaba la vida de Amalia Sorg.

“Lo mismo me pasó con el jazz latino que estaba en mis venas cuando entrevistaba a Julián Mesa, en Nueva York, parra la novela La vida real.”

Miguel Barnet cambiaría toda su obra por ser el autor de “Una rosa de Francia”.

EL DOBLE MUSICAL DE MIGUEL BARNET.
Por: Lázaro Sarmiento
Cuando hace diez años le pedí una entrevista para Salsa cubana y le comenté que probablemente se titularía “El doble musical de Miguel Barnet”, dijo que él tenía muchos dobles, pero el más evidente, el que más le ha acompañado a lo largo de su vida – hasta el punto de quitarle el sueño- es su doble musical. Entre ambos hay una relación tan pasional que el escritor de Biografía de un cimarrón confiesa que cambiaría toda su obra por ser el autor de la canción “Una rosa de Francia.”

“A los 17 años de edad quería ser cantante profesional, entonces no había comenzado mi idilio con la literatura. Soñaba con ser el más grande tenor del universo y me veía bajándome de una brillante limousine frente al Metropolitan Opera House. El tráfico se paralizaba, los transeúntes me ovacionaban y aparecía el alcalde de Nueva York para darme la condición de Ciudadano Ilustre de esa ciudad, para mí la cumbre del canto en esta época como lo fueron una vez París o Roma.

“En la vida real no me perdía ninguno de los conciertos del teatro Auditorium de La Habana, por cuyo escenario desfilaron excelentes cantantes. Y en 1958 me pagué con mis ahorros la grabación de un disco. Fue una sola placa con dos melodías en inglés: “Some enchanted evening” y “Be my love”. Ese disco ha sido una de las grandes alegrías de mi vida.

“Por eso digo que soy un hombre incompleto. Aunque amo mi trabajo, mis novelas, poemas y ensayos, mi verdadera vocación era ser cantante lírico. Esa ilusión no me abandona nunca. A veces tengo sueños muy raros y veo discos con mi nombre en letras doradas junto a María Callas y Renata Tebaldi. Y cuando me acerco, leo que interpreto obras de Verdi, Puccini y Leoncavallo. En ocasiones, son discos con música anónima del siglo XIV español y también con melodías latinoamericanas. Son sueños tan reiterativos que hay madrugadas en las que me levanto sudoroso, con los aplausos del público frescos en mis oídos”.

(Continuará….)
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