martes, 20 de diciembre de 2011

OLVIDAR LA NATURALEZA DEL ORGASMO.

Por: Lázaro Sarmiento

“La ignorancia es felicidad. La próxima vez que estemos a punto de tener el orgasmo genital borraremos de la mente todo pensamiento de esperar algo. Hay que olvidar todo lo que sabemos de la naturaleza del orgasmo o de lo que suponemos que es. Lo abordaremos como si nunca lo hubiéramos experimentado, como si fuera algo totalmente nuevo para nosotros y no supiéramos qué esperar de él. A ser posible, nos quedaremos con la mente en blanco.”

Esto escriben los autores del libro Sexualidad sagrada, selección y prólogo de Luis García (Barcelona, 1998), cuyas páginas recogen principios de las filosofías orientales del Tao y el Tantra.

El texto proclama que el orgasmo genital nos da la oportunidad de ser creativos e imaginativos y que podemos ampliar e intensificar el orgasmo convencional cambiando el tipo de participación en él.

Una oportunidad que no todo el mundo aprovecha.

Fotografías de la artista Nan Goldin.

domingo, 18 de diciembre de 2011

MARILYN, EL SIMBOLO.

1962

"Marilyn era esa carne que creías poder tocar con solo alargar la mano, pero al contrario de lo que pensaba todo el mundo ella no quería ser un símbolo sexual, y eso la mató. Era una mezcla de pena, amor, soledad y confusión, pero tenía un problema más grave: se enamoraba con demasiada rapidez" (…) "Marilyn no necesitaba lecciones de interpretación; lo que necesitaba era ir al colegio Omega, en Suiza, donde se imparten cursos de puntualidad superior".

Billy Wilder, citado por Manuel Vicent en Billy Wilder: todo el universo en una frase feliz, en Babelia.


1962

“El problema es que un símbolo sexual se acaba convirtiendo en una cosa. Odio ser una cosa. Pero si voy a ser el símbolo de algo, entonces prefiero serlo del sexo, antes que de otras cosas de las que también tenemos símbolos”.

Marilyn Monroe citada por Janice Anderson, en Siempre Marilyn, Madrid, 1993.


1962


1957


1955


1949

A casi cincuenta años de su muerte, Marilyn Monroe (1926-1962) continúa siendo uno de los referentes iconográficos rotundos del siglo veinte.

sábado, 17 de diciembre de 2011

SAN LAZARO, MI ABUELA Y YO.

Por: Lázaro Sarmiento

Todos los días del mundo me acuerdo de mi abuela Margot. Pero el día de San Lázaro me acuerdo más. Esta relación entre los tres empezó el día en que yo vine al mundo sietemesino en una finca, en medio del campo, distante de cualquier hospital. Mi madre no había cumplido aún los quince años de edad. Los dos nos beneficiamos de la experiencia maternal de mi abuela. Ella fue quien me colocó en una caja de cartón con abundantes algodones y botellas de agua caliente. En esa incubadora “milagrosa” llegué a un hospital con muy pocas posibilidades de sobrevivir. Mi abuela estuvo llorando varios días y las promesas que hizo por mi salvación determinaron mi nombre: Lázaro. Nunca dejó de encenderle velas al santo que, según decía, le debo la vida.

Luego pasaron los años y, aunque vivíamos en distintos barrios, yo siempre quería estar en su casa los fines de semana o durante el paso de un ciclón, o cuando me enfermaba. Le gustaba tener a todos los hijos y nietos debajo de la saya. Le decíamos la abuela gallina. Ella y yo jugábamos a la realeza con todos los cachivaches y lujos que heredó de la casa donde fue sirvienta largo tiempo. Trabajó para unos polacos que la trataban como un familiar pero le pagaban solo treinta pesos al mes por hacer todas las labores domésticas.

Mi abuela me decía: espérame en la terraza que voy a llevarte limonada. Y allí me servía la refrescante bebida en bandeja de plata y copa de bacarat. Yo andaba por los siete u ocho años. También nos deleitábamos imitando grandes festines con una primorosa vajilla en la gran mesa de cristal donde antes se sentaban los amigos de los polacos, comerciantes como ellos de la calle Muralla de La Habana. Y como casi todas las abuelas, ella fabricaba pan de la nada.

Jamás hizo preguntas molestas y fue mi cómplice inteligente y entusiasta. Para encender la imaginación de mis compañeros de colegio, yo le inventaba a mi abuela antiguos amantes en Sudamérica y viajes en trasatlánticos a ciudades lejanas. Siempre me seguía la rima.

Ella le tenía horror a las canas (una fobia familiar). Cuando las crisis de abastecimientos tocaban fondo en el país y desaparecían de la tiendas los tintes para el cabello, recurría al papel carbón y a infusiones de flores que oscurecían el pelo. Al percibir que envejecía y podía perder la memoria, me hizo prometerle que no permitiría que la enterraran con el cabello sin teñir y que, si no había tintes, le cubriera las canas aunque fuera con betún negro para calzado. Fue lo único en que le fallé.


jueves, 15 de diciembre de 2011

DIOSAS EN EL CREPUSCULO.

Para el papel de Norma Desmond en El crepúsculo de los dioses, su director Billy Wilder primero intentó conseguir a Mae West, luego a Pola Negri, después pensó en Mary Pickford y Shirley Temple.“Y entonces, finalmente, encontró a Gloria Swanson, que tenía un show de televisión en Nueva York y que inmediatamente estuvo dispuesta a hacer unas tomas de prueba”. Esto lo cuenta el propio Billy Wilder en sus memorias tituladas Nadie es perfecto, publicadas a principios de la década de 1990.
Mae West

Pola Negri

Mary Pickford


Shirley Temple

miércoles, 14 de diciembre de 2011

BARBARITO DIEZ EN LOS AIRES DE CUBA.

Por: Lázaro Sarmiento

En las emisoras de radio, las grabaciones de Barbarito Diez han gozado siempre de un respeto especial. Recuerdo la amplia difusión que en Radio Ciudad de La Habana recibió el disco que el legendario cantante de danzones hizo con La Rondalla Venezolana en 1985. Este fonograma lo presentaba como bolerista y serenatero. La voz de Barbarito refulgía poderosa y cristalina entre los acordes y las estridencias de moda.

Por esa misma época le escuché decir a Miguel Barnet que él cambiaría toda su obra literaria por ser el autor de Una rosa de Francia. Este criollo-bolero del compositor Rodrigo Prats debe en gran parte su prestigio a la interpretación que hizo Barbarito Diez.

Y ya que mencioné a Barnet, voy a transcribir un fragmento de un texto suyo titulado Barbarito, incluido en su libro Autógrafos cubanos.

“En la audición radial diaria para las amas de casa, los peloteros y las muchachas ruborizadas por el primer beso. Cuando no existía la televisión era solo su voz lozana. Luego su porte erguido y severo, como de pastor evangélico.

-Ese hombre es una palma real y no baila.

Pero no hay un cubano que no haya bailado con sus danzones. No hay un cubano que no haya cantado –en hondo coloquio- con él, a dos voces.

Baile de verbena, retreta municipal, Aires Libres del Prado, domingo de guayabera de hilo y sombrero de pajilla. Si alguien ha impuesto la brújula de su voz a los cuatro vientos es él.

Si alguien ha llegado a la puerta de los enamorados con una concha nacarada y una guinda es él.

Si alguien ha cantado para todas las generaciones es él.

Sea su voz, de palo de monte, como una raíz de cuya savia se nutran los aires de la Patria”.




Barbarito Diez nació en Bolondrón, Cuba,el 4 de diciembre de 1909. Murió en La Habana el 6 de mayo de 1995.

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