viernes, 25 de junio de 2010
CARLOS MONSIVAIS, PASION POR EL CINE.
“Compartimos una pasión por el cine, como si la juventud de este arte mereciera memoria, referencias y cuidados tan grandes como los clásicos más clásicos, y era cierto. La frágil película de nuestras vidas, expuesta a morir en llamaradas o presa del polvo y el olvido, era para Monsiváis un arte importantísimo, único, pues, ¿de qué otra manera, si no en el cine, iban a darnos obras de arte Chaplin y Keaton, Lang y Lubitsch, Hitchcock y Welles? Y no se crea que el "cine de arte" era el único que le interesaba a Carlos. Competía con José Luis Cuevas en su conocimiento del cine mexicano y con el historiador argentino Natalio Botana en películas de los admirables años treinta de Hollywood.
“Juntos, presentamos hace un año diez películas que juzgamos las mejores de todos los tiempos -del Amanecer de Murnau a Bailando bajo la lluvia de Kelly y Donen-. Pero enseguida nos dimos cuenta de la injusticia e insuficiencia de tal selección. ¿Dónde quedaban Antonioni y Bergman, Rogers y Astaire, el cine de gánsteres, los westerns que Alfonso Reyes calificaba como "la épica contemporánea"? ¿Y dónde, Juan Orol y Rosa Carmina; dónde las cejas actuantes y activas de María Félix y Dolores del Río; dónde los parlamentos inescrutables de Arturo de Córdoba y la inventiva popular de Clavillazo?"
Fragmento del artículo Pasiones de Monsiváis , publicado en Babelia (26.06.10), en el cual Carlos Fuentes evoca su amistad con Carlos Monsiváis, a quien describe con estas palabras: “ingenio rápido, cultura profunda, mirada penetrante, referencia oportuna, melancolía escondida, regocijo siempre. ”
Carlos Monsiváis cine Carlos Fuentes Maria Félix películas
lunes, 21 de junio de 2010
TRUMAN CAPOTE, EL AMIGO DEL AMANTE.
Por: Lázaro Sarmiento
No soy nada promiscuo, simplemente carezco de la energía necesaria para ello, le dijo con deslenguada franqueza Truman Capote al periodista y novelista Lawrence Grobel durante una de las muchas conversaciones que ambos sostuvieron entre junio de 1982 y agosto de 1984. Esos encuentros dieron por resultado el libro Conversaciones íntimas con Truman Capote, publicado en 1985, al año siguiente de su muerte. Hoy volví a releer algunos capítulos. Y aunque parece que ya no queda nada por decir del autor de Música para camaleones, los libros de entrevistas crean un cómodo y ficticio sentido de apropiación de la intimidad del protagonista que hace recicable su lectura.
Truman afirma a su entrevistador que solo había tenido cuatro grandes historias de amor y una de ellas plena, para toda la vida. Se refería a su relación de más de 35 años con el escritor Jack Dunphy. Ya en unas declaraciones anteriores en la revista Interview, Capote había dicho:
“No hay nadie en el mundo que no se pueda conquistar si uno se concentra de verdad en ello, si realmente se le quiere conseguir. Hay que quererlo con exclusión de todo lo demás. Así es que como conquisté al novelista Jack Dunphy. Todo el mundo decía que no lo lograría; estaba casado con juna chica extraordinaria, Joan McCracken, que también me gustaba, y mucho. Pero yo estaba decidido. Me concentré en ello con exclusión de todo lo demás. Resultó una cosa excelente en todos los aspectos…En cualquier relación que se tenga, con un hombre o una mujer, hay que hacer muy atento y crear una buena amistad…Si uno no puede ser amigo de su amante, hay que olvidarlo. No dará buen resultado”.
Por su parte, Jack Dunphy contó en una ocasión:
“Truman y yo nunca estuvimos juntos – no juntos como la mayoría de las parejas. Esa cercanía nos habría matado. Soñábamos con habitar lugares distintos del que ocupábamos, como los niños que necesitan huir de su niñez, tan salvaje, tan intensa…”
Jack Dunphy murió en 1992.
Truman Capote Conversaciones íntimas amante historias de amor relaciones promiscuo Jack Dunphy
No soy nada promiscuo, simplemente carezco de la energía necesaria para ello, le dijo con deslenguada franqueza Truman Capote al periodista y novelista Lawrence Grobel durante una de las muchas conversaciones que ambos sostuvieron entre junio de 1982 y agosto de 1984. Esos encuentros dieron por resultado el libro Conversaciones íntimas con Truman Capote, publicado en 1985, al año siguiente de su muerte. Hoy volví a releer algunos capítulos. Y aunque parece que ya no queda nada por decir del autor de Música para camaleones, los libros de entrevistas crean un cómodo y ficticio sentido de apropiación de la intimidad del protagonista que hace recicable su lectura.
Truman afirma a su entrevistador que solo había tenido cuatro grandes historias de amor y una de ellas plena, para toda la vida. Se refería a su relación de más de 35 años con el escritor Jack Dunphy. Ya en unas declaraciones anteriores en la revista Interview, Capote había dicho:
“No hay nadie en el mundo que no se pueda conquistar si uno se concentra de verdad en ello, si realmente se le quiere conseguir. Hay que quererlo con exclusión de todo lo demás. Así es que como conquisté al novelista Jack Dunphy. Todo el mundo decía que no lo lograría; estaba casado con juna chica extraordinaria, Joan McCracken, que también me gustaba, y mucho. Pero yo estaba decidido. Me concentré en ello con exclusión de todo lo demás. Resultó una cosa excelente en todos los aspectos…En cualquier relación que se tenga, con un hombre o una mujer, hay que hacer muy atento y crear una buena amistad…Si uno no puede ser amigo de su amante, hay que olvidarlo. No dará buen resultado”.
Por su parte, Jack Dunphy contó en una ocasión:
“Truman y yo nunca estuvimos juntos – no juntos como la mayoría de las parejas. Esa cercanía nos habría matado. Soñábamos con habitar lugares distintos del que ocupábamos, como los niños que necesitan huir de su niñez, tan salvaje, tan intensa…”
Jack Dunphy murió en 1992.
sábado, 19 de junio de 2010
CARLOS MONSIVÁIS Y UNA FOTO DE ANDREA PALMA.
Por: Lázaro Sarmiento
Carlos Monsiváis fue el responsable de que durante mucho tiempo yo tuviera cerca de mi mesa de trabajo la imagen de Andrea Palma en La mujer del puerto. Ella en la semioscuridad de un portal: frágil y lejana, la mirada impura, el cigarrillo en los labios, la pose sensual. Descubrí a esta mítica actriz gracias al libro Amor perdido. O tal vez debo decir que descubrí a Monsiváis gracias a Andrea Palma. Lo cierto es que, en algún momento, ese volumen y el nombre del autor, así como algunas crónicas suyas, adquirieron una categoría familiar entre mis papeles y libros.
Un amigo mexicano, que había vivido mucho tiempo en La Habana , me contó que durante una conversación que mantuvo un día con Monsiváis surgió al azar la figura de una personalidad de la política de Cuba en el siglo veinte, ya fallecida y cuyas anécdotas no eran muy conocidas. Monsiváis, quien parecía tener el don de la ubicuidad, demostró en aquel diálogo que memorizaba sobre el personaje cubano una cantidad enciclopédica de datos que se supone solo maneja -en el mejor de los casos- un especialista en historia de la Isla.
Un artículo publicado en 2008 en la revista mexicana Letras libres hace referencia a esa cualidad de Monsiváis: “... memoriza desde el nombre del novelista del siglo XIX nunca citado, hasta el del último bar gay abierto en Tijuana, por quién y con qué medios; qué baños debe uno evitar en Chilpancingo o cuántas películas hizo María Antonieta Pons; qué le respondió María Félix en cierta ocasión a Novo; cuál es el novelista sudafricano en ascenso y cuál poeta holandés ya nadie lee; los nombres de toda la Familia Burrón y el número en que Borola pone un orfanato y en vez de leche da agua con cal a los huérfanos; cuál cuento de Maupassant se parece a uno de Poe y dónde vivió Lizardi; la letra de Cenizaso; cuál es el estanquillo más viejo de Tlalpan, etc. Es una máquina traganombres, un fichero andante, una enciclopedia de la trivia y una presencia en cualquier lugar donde alguien comience a sonar, ya sea una Gloria Trevi adolescente o el último ganador de los Juegos Florales de Macuspana”.
Los caminos por los cuales uno llega al mundo de un escritor son insospechados. Pueden comenzar en el blanco y negro de un melodrama de culto con su orgía de marineros vulgares, el incesto y el suicidio final de la protagonista.
Carlos Monsiváis ensayista Andrea Pama escritor Amor Perdido La mujer del Puerto foto
Carlos Monsiváis fue el responsable de que durante mucho tiempo yo tuviera cerca de mi mesa de trabajo la imagen de Andrea Palma en La mujer del puerto. Ella en la semioscuridad de un portal: frágil y lejana, la mirada impura, el cigarrillo en los labios, la pose sensual. Descubrí a esta mítica actriz gracias al libro Amor perdido. O tal vez debo decir que descubrí a Monsiváis gracias a Andrea Palma. Lo cierto es que, en algún momento, ese volumen y el nombre del autor, así como algunas crónicas suyas, adquirieron una categoría familiar entre mis papeles y libros.
Un amigo mexicano, que había vivido mucho tiempo en La Habana , me contó que durante una conversación que mantuvo un día con Monsiváis surgió al azar la figura de una personalidad de la política de Cuba en el siglo veinte, ya fallecida y cuyas anécdotas no eran muy conocidas. Monsiváis, quien parecía tener el don de la ubicuidad, demostró en aquel diálogo que memorizaba sobre el personaje cubano una cantidad enciclopédica de datos que se supone solo maneja -en el mejor de los casos- un especialista en historia de la Isla.
Un artículo publicado en 2008 en la revista mexicana Letras libres hace referencia a esa cualidad de Monsiváis: “... memoriza desde el nombre del novelista del siglo XIX nunca citado, hasta el del último bar gay abierto en Tijuana, por quién y con qué medios; qué baños debe uno evitar en Chilpancingo o cuántas películas hizo María Antonieta Pons; qué le respondió María Félix en cierta ocasión a Novo; cuál es el novelista sudafricano en ascenso y cuál poeta holandés ya nadie lee; los nombres de toda la Familia Burrón y el número en que Borola pone un orfanato y en vez de leche da agua con cal a los huérfanos; cuál cuento de Maupassant se parece a uno de Poe y dónde vivió Lizardi; la letra de Cenizaso; cuál es el estanquillo más viejo de Tlalpan, etc. Es una máquina traganombres, un fichero andante, una enciclopedia de la trivia y una presencia en cualquier lugar donde alguien comience a sonar, ya sea una Gloria Trevi adolescente o el último ganador de los Juegos Florales de Macuspana”.
Los caminos por los cuales uno llega al mundo de un escritor son insospechados. Pueden comenzar en el blanco y negro de un melodrama de culto con su orgía de marineros vulgares, el incesto y el suicidio final de la protagonista.
Carlos Monsiváis ensayista Andrea Pama escritor Amor Perdido La mujer del Puerto foto
viernes, 18 de junio de 2010
LA HABANA Y EL ESPLENDOR DE UN HOTEL.
Por: Lázaro Sarmiento
TEXTOS RELACIONADOS:
LOS EDIFICIOS-CISNES DEL VEDADO
CLAVES DEL PASADO: LEY SECA Y TURISMO EN LA HABANA
VEDADO. (I)
GEORGE RAFT Y UN NIDO DE MAFIOSOS EN LA HABANA
BESAR LAS PAREDES DE EL VEDADO
HOTEL TROTCHA: LA FILOSOFIA DE LAS RUINAS
Fuente: Pozo Hernández, Alberto. Cultura y turismo. Editora Política. La Habana: 1993.
La Habana Hotel Nacional vista capital cubana esplendor industria turística Ava Gardner paisaje El Vedado malecón
En el mapa de los paisajes esplendorosos del mundo aparece el Hotel Nacional, en La Habana, con su magnífica vista de la capital cubana. A los valores arquitectónicos y paisajísticos de esta instalación hay que añadir una rica historia desde su inauguración en 1930 y la alcurnia de muchos de sus huéspedes.
En un libro que publicó en 1993, Cuba y turismo, el periodista Alberto Pozo se refirió a este símbolo suntuoso de la industria turística de la Isla con las siguientes palabras:
“El Hotel Nacional fue deliberadamente diseñado para ostentar el liderazgo del Caribe por la cadena norteamericana Intercontinental, a su vez subsidiaria de la Pan American Airways, en realidad propiedad del Chase Manhattan Bank, representante de los intereses del grupo Rockefeller. En este ejemplo se aprecia claramente el mecanismo del capital norteamericano y, en especial, de ese grupo Rockefeller que afincó muy adentro sus garras en Cuba.
El Hotel Nacional resultó también una típica operación del imperialismo yanqui con un país subdesarrollado. El Estado cubano le cedió los amplios terrenos, en un promontorio único, que domina todo el Malecón, la entrada de la bahía habanera y la parte más resplandeciente de La Habana Vieja, Centro Habana y el gran barrio residencial del Vedado. El Nacional goza de la vista más bella de La Habana, uno de los paisajes más esplendorosos del mundo, al decir de innumerables especialistas en la materia. Todo esto se concedió a cambio solamente del derecho a usar una suite presidencial destinada a recibir visitantes ilustres. También se especificó que el hotel se entregaría a Cuba en la década del 90”.
En un libro que publicó en 1993, Cuba y turismo, el periodista Alberto Pozo se refirió a este símbolo suntuoso de la industria turística de la Isla con las siguientes palabras:
“El Hotel Nacional fue deliberadamente diseñado para ostentar el liderazgo del Caribe por la cadena norteamericana Intercontinental, a su vez subsidiaria de la Pan American Airways, en realidad propiedad del Chase Manhattan Bank, representante de los intereses del grupo Rockefeller. En este ejemplo se aprecia claramente el mecanismo del capital norteamericano y, en especial, de ese grupo Rockefeller que afincó muy adentro sus garras en Cuba.
El Hotel Nacional resultó también una típica operación del imperialismo yanqui con un país subdesarrollado. El Estado cubano le cedió los amplios terrenos, en un promontorio único, que domina todo el Malecón, la entrada de la bahía habanera y la parte más resplandeciente de La Habana Vieja, Centro Habana y el gran barrio residencial del Vedado. El Nacional goza de la vista más bella de La Habana, uno de los paisajes más esplendorosos del mundo, al decir de innumerables especialistas en la materia. Todo esto se concedió a cambio solamente del derecho a usar una suite presidencial destinada a recibir visitantes ilustres. También se especificó que el hotel se entregaría a Cuba en la década del 90”.
TEXTOS RELACIONADOS:
LOS EDIFICIOS-CISNES DEL VEDADO
CLAVES DEL PASADO: LEY SECA Y TURISMO EN LA HABANA
VEDADO. (I)
GEORGE RAFT Y UN NIDO DE MAFIOSOS EN LA HABANA
BESAR LAS PAREDES DE EL VEDADO
HOTEL TROTCHA: LA FILOSOFIA DE LAS RUINAS
Fuente: Pozo Hernández, Alberto. Cultura y turismo. Editora Política. La Habana: 1993.
La Habana Hotel Nacional vista capital cubana esplendor industria turística Ava Gardner paisaje El Vedado malecón
domingo, 13 de junio de 2010
PETE SEEGER, UN FRUCTIFERO ENCUENTRO.
“Ha dejado un pedacito de Cuba en Estados Unidos, un poquito de África en Italia, un soplo de España en Japón. Para Pete no hay fronteras. Si hay un reparador de sueños, ese es él”. Esto afirmaba en su blog el cantautor Silvio Rodríguez, luego de dedicarle a Pete Seeger el segundo de sus conciertos en el Carnegie Hall, de Nueva York, como parte de sus actuales presentaciones en Estados Unidos.
La trayectoria de Pete Seeger es extensa y caracterizada por su activismo social. Este artista norteamericano popularizó en el mundo los versos de José Martí con música de la Guantanamera. Él conoció esos textos y la melodía en la década de los sesenta durante un encuentro en Estados Unidos con el entonces joven compositor cubano Héctor Angulo. Los investigadores Iraida Sánchez Oliva y Santiago Moreaux Jardines en el libro La Guantanamera (Editorial José Martí, La Habana, 1999), lo cuentan así:
“Un fructífero encuentro.
Gracias a un inesperado y fructífero encuentro entre Pete Seeger y Héctor Angulo, la Guantanamera da su salto a la universalidad. De labios del propio Seeger nos llega la historia:
Gracias a un inesperado y fructífero encuentro entre Pete Seeger y Héctor Angulo, la Guantanamera da su salto a la universalidad. De labios del propio Seeger nos llega la historia:
…Fue en 1962. Yo estaba de visita en un campamento de verano, al norte, para niños de una extensa zona. Como es natural, llevé mis canciones y algunos me preguntaron: ‘Peter, ¿por qué no aprende una canción que nos enseñó un instructor cubano que tenemos aquí’. Era Héctor Angulo, que se ganaba la vida trabajando durante las vacaciones para poder proseguir sus estudios musicales, y fue idea suya o de su maestro, Julián Orbón, introducir versos de Martí en la guajira de Joseíto Fernández, y así fue como la aprendí, y ese mismo día supe quién era José Martí …
Creo que fue una bendición ese descubrimiento: llevé la Guantanamera a más de 35 países, ‘con los pobres de la tierra’” (Declaraciones de Pete Seeger al periodista López Nussa, publicadas en Bohemia, el 30 de diciembre de 1983).
El compositor Héctor Angulo (Santa Clara, 1932) ha cultivado la música de cámara, coral y sinfónica. A partir de 1960 realizó estudios superiores becado por el Ministerio de Educación cubano en la Manhattan School of Music de Nueva York.
“Durante 1962 trabajaba como instructor en un campamento de verano progresista –Woodland Camp-, al norte de Nueva York, donde los niños y jóvenes, hijos de obreros de diversas tendencias políticas, de campesinos y judíos, negros, blancos y latinos, disfrutaban de una estancia sobre verdaderas bases de colectivismo, sin fronteras raciales, políticas, sociales ni religiosas (…) Un maravilloso domingo de aquellos, Pete Seeger llega al campamento y conoce al compositor cubano. Ya éste les había enseñado a los niños la melodía de la Guantanamera con las tres estrofas -I, V y III- escogidas por el propio Angulo- con la intención de exaltar el sentimiento de fraternidad y amor hacia los desposeídos- de las muchas que Martí había escrito en sus Versos sencillos. Seeger se llevaría entonces la cinta grabada con la letra y música de lo que más tarde se convertiría en himno de solidaridad y esperanza”.
Pete Seeger Silvio Rodríguez Héctor Angulo Iraida Sánchez, Guantamera Joseíto Fernández José Martí Manhattan School música Cuba Santiago Moreaux Versos sencillos
Etiquetas:
Héctor+Angulo,
Iraida+Sánchez,
José+Martí,
Joseíto+Fernández,
La+Habana,
Manhattan+School,
música,
Pete+Seeger,
Santiago+Moreaux,
Silvio+Rodríguez,
Versos+sencillos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)