lunes, 27 de abril de 2009

Mary Pickford y el destino de un hombre
Por: Lázaro Sarmiento

1.- Fue la noche en que me senté por primera vez en el bar de Prado 264.


Había pedido el trago bautizado con el nombre de una de las reinas de la antigüedad cinematográfica. Y mientras trataba de seguir las conversaciones de mis vecinos en la barra - por momentos susurros, más silencios y miradas- descubrí que otro personaje que yo quería ser en la vida real era el de barman.


Batía a mano la mezcla compuesta de una y media onzas de juego de piña, 1 ½ onzas de ron blanco, gotas de granadina y trozos de hielo. La servía colada en la copa adecuada y por último la adornaba con una cereza que me recordaba el color rojo del cartel de Besos robados.

2.-Los gestos perfectos del barman al elaborar el coctel Mary Pickford podían cambiar el destino de un hombre.


Ya no soñaría más con diseñar jardines futuristas, burbujas de cristal y nichos ecológicos para las rocas del hueco natural que hay en la manzana de las calles 23, J, 21 y L del Vedado. Ahora lo que deseaba era relacionarme con ese polvo impalpable que los árabes llamaban cohol (se dice también que la palabra alcohol viene del radical kaly, que significa quemar o abrasar). La ruta del alcohol me conduciría hasta los alquimistas, algunas de cuyas artes se reflejan en el barman excepcional.



3.- La nueva profesión incluía la propiedad de una banda sonora con los diálogos que la gente deja flotando como nube erótica sobre la barra de los bares.

Al final de la jornada, cada palabra y frase, risa, lágrima o gota de saliva sería aprovechada (quiero decir recogida). Luego de madrugada, tendidos en la cama, untados de colonia y jugando con el humo de un cigarro como en las películas, (boxer y camiseta blanca, miradas hacia el techo), utilizaríamos todo ese material para escribir el guión de una trama con abundante sexo. Además teníamos que llenar los vacíos en las escenas y perfeccionar las recetas que hicieron de La Habana una de las cumbres de la coctelería mundial.


En la mañana, Mary Pickford, ya momia para siempre, prefiriría seguir siendo la Novia de América, un título de mayor alcurnia que el nombre de un coctel en la Isla de Cuba. Y yo, con los ojos empañados por la mala-buena noche , marcharía hacia la estación de radio para el show del mediodía.

El barman dormiría unas horas más.

sábado, 25 de abril de 2009

EL VEDADO: PALACETE DE N y 25.


Por: Lázaro Sarmiento


En 1921 el arquitecto Emilio de Soto diseña esta casa ecléctica para Fausto García Menocal en la Calle N y 25, sobre un promontorio rocoso. Fausto, hermano de Mario García Menocal (Presidente de la República de 1913-1921) fue Representante a la Cámara, Senador y administrador del central Morón. Esta antigua residencia hoy es un Palacio de Matrimonios.

“Trajes de dril blanco, impecables; solitarios de brillantes, camisas de seda; paseos en automóvil por el Prado; visitas por lo alto (…) y por lo bajo; mujeres cuajadas de brillantes; residencias palaciegas; criados de librea, mansiones, pieles de oso blanco por los suelos; jardines; roof gardens con bailarinas; salas de juego; champagne…” (José Antonio Ramos en Las impurezas de la realidad)

En el mismo año en que los Menocal discuten los detalles de esta mansión a la entrada de El Vedado, había una miseria generalizada en el pueblo cubano. En 1921 el valor total de la zafra fue de 273 millones de pesos, mientras que el año antes había sido de mil millones de pesos aproximadamente.


La monografía El Vedado (1850-1940). De Monte a Reparto (Centro Juan Marinello, La Habana, 2003), del sociólogo chileno Jorge Pavez Ojeda, forma parte de los libros sobre la evolución histórica de este barrio de La Habana: “El Vedado como territorio aparece y se difunde en el imaginario habanero como un territorio de exclusión…las revoluciones cubanas (1895, 1933, 1959) constituyen momentos de importantes reordenamientos y redistribución de la población en el espacio urbano y, por consiguiente, de reapropiación de El Vedado por nuevos grupos, mientras que parte de los grupos asentados anteriormente huyen de estos cambios sociales hacia otros espacios que les aseguren estabilidad y protección de su riqueza”.

jueves, 23 de abril de 2009

CINE PORNO EN LA REPUBLICA


En el año 1909 al Alcalde de Marianao, Baldomero Acosta, y al jefe de la policía de esa localidad, Manuel Pacheco y Céspedes, se les abrió un expediente criminal en la Audiencia de La Habana. El caso tenía que ver con algunos hechos de alto contenido sexual, más bien pornográfico, que sucedían en el Teatro Nogueira, del cual el citado alcalde era arrendatario.

Sobre este suceso y su ubicación en el escenario cultural y político de la época detiene su mirada el historiador Abel Sierra Madero (Matanzas, 1976), en un texto titulado Making off de la República, publicado en la última entrega de la revista La Siempreviva (no. 5, 2009).

El autor presenta datos básicos y fragmentos del citado expediente conservado en el Archivo Nacional. Y antes de manejar otras informaciones sobre el escándalo del Teatro Nogueira de Marianao y la investigación que suscitó en La Habana, destaca:

“En estos fragmentos subyacen algunos elementos interesantes que van más allá de lo descarnado y la alusión sexual vulgar y explícita. Uno de ellos tiene que ver, efectivamente, con la temprana existencia del cine porno en la esfera pública cubana y la convivencia y diálogo con el teatro del mismo carácter en esa época. Asimismo, nos ilustra cómo los políticos y autoridades estaban implicados en este fenómeno que debía aportar, seguramente, grandes dividendos”.

El análisis de Abel Sierra Madero en La Siempreviva nos hace suponer el adelanto de una interpretación mayor sobre el espectáculo erótico y pornográfico en las primeras décadas de la República. Y por las credenciales demostradas ya por este investigador deben esperarse rutas enriquecedoras y orgánicas hacia aquella época compleja.

lunes, 20 de abril de 2009

Libros que pinchan
Por: Lázaro Sarmiento

El Directorio Telefónico de La Habana, edición de 1957 en intimidad con la Poesía, de Pablo Neruda, y La Ciudad de las Patrañas, de David Mamet, y muy cerca de La ínsula fabulante. Mi biblioteca tiene dos categorías de libros que se contaminan mutuamente: los que disfruto como lector puro (este término es solo provisional) y los que constituyen herramientas de trabajo. Por otra parte, observo como no todo el mundo ve como algo natural la cantidad de libros que acumula la gente que le gusta la lectura, redacta artículos, escribe programas o realiza investigaciones.

En un texto de 1990, Cómo justificar una biblioteca privada, Umberto Eco pone como ejemplo de una situación obvia al visitante que entra en su casa, cuya vasta biblioteca no puede pasar inadvertida, entre otras cosas porque no hay nada mas, y dice: ¡Cuántos libros¡ ¿Los ha leído todos? Seguidamente Eco observa: “Se puede decir que se trata, con todo, de personas que tienen una noción de la estantería como depósito de libros leídos y no de la biblioteca como instrumento de trabajo, pero no basta. Creo que, ante muchos libros, cualquiera cae presa de la angustia del conocimiento, y finalmente se desliza hacia la pregunta que expresa su tormento y sus remordimientos”.

Un directorio telefónico no se lee de la misma manera que una historia de Haruki Murakami , ni tampoco pertenece al tipo de libro que la mayoría de las personas vincula al concepto tradicional de biblioteca personal. Pero cuando indagué por determinados cines y bares para un trabajo sobre varias esquinas habaneras que eran como pequeñas capitales dentro de algunos barrios, el frágil directorio telefónico con sus páginas amarillas y sus ilustraciones me resultó una herramienta de extraordinaria utilidad. Este volumen esperó muchos años antes de ofrecerme sus datos. Y lo hizo con una nostalgia táctil que , por ahora, Internet carece.

Hay algunos libros "no leídos" que ocupan un lugar en el estante de la biblioteca por misteriosas razones. Puede suceder que transcurra un largo tiempo hasta que el día menos esperado uno de esos títulos dormidos despierte nuestra atención . Y sobre otros libros no llegaremos jamás a saber si nos hubieran gustado porque nunca los leeremos. Las bibliotecas privadas existen también para provocarnos. Pero desconocemos el momento en que ocurrirá el pinchazo.

domingo, 19 de abril de 2009

Adiós a J. G. Ballard, autor de El imperio del sol

“Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, liberar la verdad que hay en nosotros, alejar la noche, trascender la muerte, encantar las autopistas, congraciarnos con los pájaros y asegurarnos los secretos de los locos.

Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías y evasiones.

Creo en el misterio y la melancolía de una mano, en la amabilidad de los árboles, en la sabiduría de la luz.

Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en el absurdo del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética y en el intento criminal de la lógica". Esto y mucho más escribió el autor británico J. G. Ballard cuando la revista Science Fiction le pidió que compartiera sus convicciones personales.

Como comentaba un crítico, “en ese particular credo, en el que tenían cabida tanto ‘la ansiedad, la psicosis y la desesperación' como 'los olores corporales de la princesa Diana’, Ballard exhibía una personalidad inclasificable y la misma inventiva desbordada que aparecía en sus libros.” El texto completo del credo puede leerse en El blog Ausente (http://absencito.blogspot.com/)

J. G. Ballard falleció ayer domingo en Londres a los 78 años de edad, víctima de cáncer de próstata. Había nacido en Shangai (China) el 18 de noviembre de 1930 y durante la II Guerra Mundial fue recluido en un campo de internamiento por los invasores japoneses, experiencia que recogería en El imperio del sol. Esta novela fue llevada al cine por Steven Spielberg en 1987 .Otra historia de Ballard trasladada a la pantalla fue Crash (1973), adaptada por David Cronenberg en el año 2000.

Autor de 15 novelas, en Cuba recordamos a J. G. Ballard principalmente por El Imperio del sol, cuya versión cinematográfica se exhibió aquí en 1990.

ecoestadistica.com