Humberto Solás (La Habana, 4 de diciembre de 1941- La Habana, 17 de septiembre de 2008).
Fue uno de los pilares del cine surgido en Cuba después del triunfo de la Revolución de 1959. Galardonado con el Premio Nacional de Cine (2005) era reconocido como un maestro que contribuyó al esplendor del arte y la industria cinematográficos de la isla. Su largometraje Lucía (1968) esta considerado por la crítica mundial entre las diez películas más importantes de la historia del cine latinoamericano. Desde 2003 Solás estaba dedicado a desarrollar el Festival de Cine Pobre de Gibara, un espacio creado por él para promover alternativas de bajo costo con alto rigor artístico.
Lucía.
“Mi filme Lucía es siempre un diálogo sobre el presente, ya que el pasado solo actúa en la medida en que expresa los condicionamientos culturales, sociales y sicológicos que han definido nuestro particular estilo de vida nacional. Podría citar un ejemplo: uno de los propósitos fundamentales del filme es cuestionar una moral que sobrevive en amplios sustratos de la población y que la realidad revolucionaria impugna. Esta idea se desarrolla a lo largo del filme, aunque éste se ocupe, en términos narrativos, de hechos que ocurrieron en cierta medida durante el pasado. El tema está expresado en función del presente, y los datos que nos proporcionan, ya nos lleguen de las postrimerías del siglo pasado, o de la década de los treinta, están condicionados por la efectividad con que actúan dentro de un solo propósito: demostrar la incompatibilidad, la contradicción, el carácter frustrante de la moral tradicional, arcaica, dentro de la gesta revolucionaria.” (1)
En la filmografía de Humberto Solás figuran: Manuela (1966), Cantata de Chile (1975), Cecilia (1981), Amada (1981), Un hombre de éxito (1986), El siglo de las luces (1991), Miel para Oshún (2001) y Barrio Cuba (2005).
La película Lucía estuvo lista el 20 de septiembre de 1968 y formó parte de un grupo de filmes de ficción y documentales realizados para conmemorar los cien años de lucha del pueblo cubano, iniciada en 1868. Dice el ensayista Ambrosio Fornet que Lucía estalló ante nuestros ojos como expresión “de la continuación en la ruptura,” con un derroche de imaginación dramática y visual que era, al mismo tiempo,” una insuperable lección de historia de Cuba, el más fastuoso ejemplo de lo que podríamos llamar –utilizando el conocido término de Jameson- una alegoría política”.
Cine Pobre.
“…un movimiento que no surge bajo la tutela de un afán mesiánico (nada más ajeno a sus prédicas, que rechazan el peligro de rígidas posiciones ético-sociales), sino encaminado a alentar la multiplicación de la producción tanto nacional como internacional, partiendo del espíritu práctico de concebir nuestra profesión como una posibilidad alcanzable, ajena ala neurótica concepción de producción subhollywoodense que aún impera, desgraciadamente, en Europa, América Latina y en cualquier parte del planeta.”(2)
Lucía, junto a Memorias del subdesarrollo y Fresa y chocolate, forma parte del patrimonio cultural de nuestra nación y constituye una película de las que estamos orgullosos todos los cubanos.
(1) Juan Antonio García Borrero. Guía crítica del cine cubano de ficción. La Habana, Editorial Arte y Literatura ,2001.
(2) Cine Cubano. No. 164, 2007.