lunes, 1 de septiembre de 2008


LA PALABRA CICLON EN LA BITACORA FAMILIAR

Mi abuelo llegó a Cuba proveniente de Las Palmas de Gran Canaria a bordo del Valbanera.Se supone que este buque naufragó la noche del 9 al 10 de septiembre de 1919 a la altura de la bahía de La Habana a causa del ciclón tropical que azotaba a la ciudad. La fecha exacta de la tragedia es un misterio. No hubo sobrevivientes.

Perecieron ahogadas 488 personas entre tripulantes y pasajeros, en su mayoría emigrantes canarios.

Mi abuelo, que se llamaba Manuel Sarmiento, había abandonado el Valbanera cuatro días antes en Santiago de Cuba, porque pensaba que este puerto estaba próximo a Los Palos, el destino de su viaje. Cuando le dijeron que esa localidad se ubicaba en el otro extremo de la Isla intentó subir nuevamente al barco pero éste había levantado anclas. Ese episodio le salvó la vida porque el Valbanera ya navegaba hacia su trágico final.

Manuel salió de Gran Canaria huyéndole al servicio militar en el ejército español. Tenía 19 años de edad. Después de un recorrido a pie desde un pueblecito de Mogán hasta el puerto de Las Palmas, subió al buque con la ayuda de un miembro de la tripulación. Venía a reunirse con tres de sus hermanos que habían emigrado a Cuba y trabajaban en la agricultura en la provincia de La Habana.

La travesía en el trasatlántico, el desembarco en Santiago de Cuba, las peripecias que tuvo que realizar, con muy poco dinero en los bolsillos, para reunirse con sus hermanos y como debió laborar de finca en finca, desde el oriente hasta el occidente de la Isla, hasta poder ver a los suyos, constituían su historia preferida. La contó con emoción infinidad de veces a sus amigos y vecinos de Madruga, municipio habanero donde vivió hasta su muerte en 1997. Todo el mundo le decía El Isleño.

En Santiago de Cuba se bajaron del Valbanera 742 pasajeros , entre ellos, un ciudadano español que dejó a bordo a su esposa y su hija con el propósito de viajar en tren hasta La Habana, adelantarse al arribo del barco, comprar una casa en la capital y recibir a su familia con ese paso resuelto. Este hombre se volvió loco y hasta los años cincuenta se le podía ver en el malecón habanero a donde iba, según decía, “a pescar el Valbanera.”

Algunos analistas señalan que cuando el Valbanera abandonó el puerto de Santiago de Cuba el 5 de septiembre de 1919 es probable que el capitán desconociera que se estaba formando un ciclón en el Golfo. Hay que tener en cuenta que en esa época los métodos de predicción meteorológica eran muy rudimentarios.

Varios sitios en internet ofrecen este dato: Los restos del Valbanera reposan en los 24º 33,5´ de latitud Norte y los 82º 28,2´de longitud Oeste, en un banco de arenas movedizas denominado Half Moon Shoal (El Bajo de la Media Luna).Este lugar se encuentra en el Santuario Nacional de los Cayos de Florida, a unas 95 millas al norte de La Habana, 40 millas al oeste de Key West y a unas 5 millas al este del Faro de Rebeca.

Fue así que ciclón se convirtió en una palabra asociada a la llegada de mi abuelo a Cuba y por supuesto a la historia de toda la familia, la de aquí y la de Gran Canaria, donde lloraron por un tiempo al joven Manuel creyendo que había perecido en el naufragio del Valbanera.

domingo, 31 de agosto de 2008


Coppelia: el helado como metáfora.

Coppelia en La Habana: fresa y chocolate, paseo, símbolo de códigos urbanos, diversidad de sabores y de proyecciones, set de encuentros y opiniones y, para muchos cubanos escenario ya de nostalgias. La gente no solo disfruta aquí de bolas de helado; va a sus canchas, pasillos y alrededores a verse, exhibirse, buscar, descubrirse. Coppelia es la expresión del parque municipal magnificado en una escala de gran ciudad .En ocasiones el término se desprende de la heladería que nombra y se convierte en emblema sociológico, sinónimo de juventud, de estilo de vida, de recreación. Esa construcción en forma de araña posada sobre un jardín del Vedado es una de las obras más representativas de Mario Girona, arquitecto que acaba de fallecer en La Habana a la edad de 84 años.

Se ha dicho que con la construcción del Pabellón Cuba (1963) y Coppelia (1966) en La Rampa “se quiso demostrar el nuevo uso social de la tierra urbana, en un espacio que en la etapa anterior era reservado para la presencia de costosos edificios de oficinas o hoteles de lujo”. Estas instalaciones, destaca el arquitecto Roberto Segre, “monumentalizaron dos espacios públicos dedicados a la recreación cotidiana de los habitantes urbanos”.

Una gran satisfacción debió sentir Mario Girona cuando su proyecto de heladería, concebido en una semana y materializado en seis meses, se convirtió en muy poco tiempo, casi instantáneamente, en uno de los sitios más populares de La Habana. Coppelia solo ha sido imitada en los últimos años como imán espontáneo de ebullición humana por la franja del malecón habanero donde nace, o quizás termina, la calle 23, entre una pequeña heladería Bin Bon y las aguas de la Corriente del Golfo.

martes, 26 de agosto de 2008

LA HABANA EN NUESTRO PJG

Por: Lázaro Sarmiento


La Habana: gran casino-burdel de lujo del Caribe, mucho más grande y rutilante de lo que ya lo era en 1955, año en el que transcurre la novela Nuestro GG en La Habana. Eso es lo que hubiera sido esta ciudad en la actualidad, vampirizada por la mafia, los políticos corruptos y los proxenetas, con rascacielos proyectando sus sombras de cristal sobre las aguas del Golfo.

"Estaba pensando en esta posibilidad cuando Graham Greene consumió un sándwich de jamón y queso en el bar restaurante La Terraza, en Cojímar. Pagó y se fue al aeropuerto de Rancho Boyeros. Un rato antes había escuchado al Mago describir el gran proyecto que había para 150 kilómetros de costa, desde La Habana hasta Varadero: En tres o cuatro años la iban a llenar de hoteles de lujo y de casinos y de playas…Y rápido, con prisa. Las Vegas se quedaría atrás para pobretones que juegan cinco dólares y “Miami sería sólo un aeropuerto de tránsito para seguir hasta La Habana.”

“¿Ya ves cómo se mueve el mundo, escritorcito?”

Los barbudos se movieron más rápido. Salvaron a La Habana de la mafia. Pero ese no es el tema de esta entrada, el de hoy es la novela corta de Pedro Juan Gutiérrez Nuestro GG en La Habana (Editorial Anagrama, Barcelona, 2008) que acabo de leer esta tarde de un tirón y que - como otros textos de este escritor- - te deja con las ganas de seguir leyendo. Piensas que Pedro Juan pudo escribir más, aunque adviertes enseguida esa intención deliberada a cortar y dejar que el lector complete las imágenes a partir de una economía de elementos que él ubica con estrategia minimalista.


Esta no es una novela sobre La Habana, aunque como en otras historias del autor, la ciudad constituye un escenario que seduce, maltrata, envuelve o libera a los personajes. Hay referencias, algunas muy breves, al teatro Shangai, en Zanja y Campanario, el Hotel Inglaterra, un solar en Trocadero 264, el barrio de Colón, el Coney Island, el Hotel Bristol, los barcitos de la Quinta Avenida, el edificio Royal Palm, en el Malecón…


“Había muchas tiendas, teatros, cines, librerías, negocios de todo tipo, edificios en construcción. Recordó aquellas famosas fotos porno en la habitación de George Greene. Fue hasta Neptuno. Había al menos veinte pequeñas librerías de ocasión. Una junto a la otra. Vendían barato, y de todo: libros antiguos, monedas, billetes y sellos de correo para coleccionistas, pornografía de todo tipo. Se tomó su tiempo para escoger bien. Finalmente compró dos pequeños álbumes con postales de principios de siglo. Eran fotos bellísimas de hombres y mujeres desnudos.”


En una escenografía mínima transcurre la novela trepidante Nuestro GG en La Habana, de Pedro Juan Gutiérrez.

lunes, 25 de agosto de 2008


Mirada de turista, bolsillos de lacayo.
Por: Lázaro Sarmiento

”Decir bulevar es decir París; decir París es decir bulevar. El bulevar es la calle genuinamente parisiense. Y la calle es la más gráfica proyección del alma de una ciudad.

“La multitud rueda por las amplias aceras, en masa compacta y ordenada. En las terrazas de los cafés –institución social de París-, rodeando las mesillas, en un clima de voluntaria cordialidad, cerrada por un tácito acuerdo colectivo, las afinidades agrupan a hombres y mujeres, a franceses y extranjeros, a burgueses y artistas, a sabios pensativos frente al vermú y a trotamundos impertinentes que cazan la mariposa de una aventura.

“La patria común es el bulevar.

“El bulevar es el escenario de los grandes movimientos del espíritu francés. ¡Cuántas visiones evoca esa palabra mágica¡ Revoluciones artísticas, connotaciones sociales, debates políticos, algaradas populares, duelos escandalosos por artículos de periódico, el ajenjo inspirado, la belleza deslumbrante de la mujer de moda, el devaneo de la modistilla, la tragedia de la niñita que propone ramos de violetas aterida de frío. ¡Inquietud, pasión, anclaje amable, resumen de la ciudad sabia y discreta¡

Este texto pertenece al libro titulado Bulevar, publicado en 1938 en La Habana por la editorial Cultural S. A. Su autor es el periodista y político cubano Ramón Vasconcelos En el excelente y muy bien documentado volumen Los propietarios de Cuba 1958, de Guillermo Jiménez (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006) se incluyen los siguientes datos sobre Ramón Vascconcelos Maragiliano: “Consejero Consultivo tras el 10 de marzo de 1952, Ministro de Comunicaciones en 1954-1958 y uno de los más destacados y talentosos periodistas, además de polémico político por sus constantes vaivenes entre los partidos y tendencias de turno.”

Y más adelante: “Su periódico (Alerta) recibía un pago mensual del gobierno de Fulgencio Batista y Zaldívar ascendente a $10.000 que él cobraba. Aunque abandonó el país en 1959 regresó en 1964 a vivir en él.”

Por su parte, el periodista Juan Marrero en un artículo titulado La libertad de prensa se identificó con libertad de empresa (La Jiribilla, edición digital, octubre, 2007) se refiere a esa realidad en la que estaba involucrado Ramón Vasconcelos.

“Cierto era que los propietarios de los medios aceptaban subvenciones de los gobiernos de turno y, a la vez, pagaban salarios de hambre a los periodistas, 22 pesos semanales. A algunos lograban sobornarlos convirtiéndolos en botelleros de dependencias estatales. Estas prácticas se hicieron más escandalosas en los años que siguieron al 10 de marzo de 1952, cuando una gran parte de los propietarios de los medios se puso al servicio de la tiranía de Batista. Subvencionados por Palacio Presidencial estaban dueños de publicaciones, directores, subdirectores y otros directivos de la prensa ".

Ramón Vasconcelos: Mirada de turista inteligente en el París de 1938; lacayo del Palacio Presidencial de Batista en la década del 50.
Foto del autor.

domingo, 24 de agosto de 2008


EL BARBARO DEL RITMO .
Por: Lázaro Sarmiento

¿Quién bautizó con esta calificativo a Benny Moré? Fue el locutor Ibrahim Urbino quien llamó a Benny El Bárbaro del Ritmo. El dato lo ubicó el periodista y guionista de televisión Orlando Quiroga en su libro de memorias “Nada es imposible” (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1996. De Urbino apunta Orlando: “locutor injustamente casi olvidado”. Por cierto, creo que el mencionado libro de Quiroga, fallecido en 2007, nunca ha tenido el reconocimiento que merece. En sus páginas hay numerosas anécdotas y acontecimientos de la radio y la televisión cubanas que el autor salvó del olvido. Aprovecho el aniversario del natalicio de Benny Moré (Santa Isabel de Las Lajas, Cienfuegos, 24 de agosto de 1919- La Habana, 19 de febrero de 1963) para incluir una foto del Bárbaro del Ritmo con la actriz Odalys realizada por el fotógrafo Mario García Joya (Mayito), durante la Feria Papel y Tinta, celebrada en el Paseo del Prado de La Habana poco antes de la muerte del gran cantante y compositor cubano.
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