Fui un niño monárquico que escribía cartas a los soberanos de Europa y que un día redactó para su país socialista una constitución cuyo gobierno lo encabezaba la figura del Rey como Jefe de Estado. Escribir esos decretos era más divertido para mí que ver los muñequitos de la televisión o jugar a las bolas.
El niño creció y se hizo republicano a la par que la foto de la Reina de Inglaterra que le habían enviado del Palacio de Buckingham se puso vieja y nadie se acordó nunca a donde fue a parar. Por la época de la desaparición de Isabel II de los dominios domésticos, el niño ya convertido en joven estudiaba el Manifiesto Comunista y las doctrinas de Marx y Engels.
Y el adulto que alguna vez fue monárquico se acuerda ahora de esas cartas al leer en la página web de la revista Forbes la relación de los quince miembros de casas reales más ricos del mundo. En su conjunto acumulan una fortuna de unos 131.000 millones de dólares. Esta cifra representa el 27,4% más que los 95.000 millones que reunían hace un año.
Como estamos en tiempo de crisis global sugiero que podríamos organizar una cumbre de las quince casas reales de mayores fortunas según Forbes. La reunión se efectuaría en algún lugar discreto del Viejo Continente, sin fotógrafos ni cámaras de televisión. Un escenario que estimulara la reflexión, lejos de las acciones de protesta de los revoltosos de siempre. Nada de disturbios ni cumbres alternativas…
Entonces los reyes, príncipes y sultanes más ricos del mundo, en un acto digno de su sangre azul, crearían un fondo global con los activos de sus inmensas fortunas con el objetivo de combatir la pobreza en sus propios países, así como en “algunos oscuros rincones del planeta” y también en los países industrializados donde cada vez más aumenta el número de familias pobres.
Una parte de los recursos estaría dirigida a crear becas de estudios para jóvenes de África, a donde también iría una ayuda para los emigrantes de ese continente expulsados de Europa.
La revista Forbes con su excelente equipo de redactores podría contribuir con esta cruzada contra la pobreza de las monarquías más ricas de la Tierra। Por ejemplo, sería oportuno un reportaje sobre todos los recursos que pueden movilizarse con esos 131 mil millones de dólares. También un listado de las residencias reales aptas para albergar a los estudiantes que se beneficiarían con las becas de los reyes, príncipes y sultanes. Incluso, Forbes podría confeccionar una relación de las personas más pobres del planeta. Estos desafortunados terrícolas que comenzarían a tener la atención de la célebre publicación serían los primeros en beneficiarse del fondo global.
En fin, que Forbes puede ayudar muchísimo a repartir el dinero real. Y si todo esto sale bien prometo volverme de nuevo monárquico y comenzar a leer, además de Forbes, la revista Hola.