viernes, 22 de agosto de 2008


LOS LABIOS INVISIBLES DE LA RADIO.

Por: Lázaro Sarmiento
El arte perdido de la conversación, trasatlánticos, dinosaurios, cortes, sonatas, naves cósmicas en las fronteras del Sistema Solar, Unicornio, silencios, estrellas de cine, estalló la guerra del Golfo, “desde el quinto piso del Edificio Ene, en el corazón de la Rampa; ciudades y selvas, canciones de moda, proezas científicas, Chica material…La radio me ha dado un universo entero desde la altura de un micrófono y la inmensidad de sus cabinas.

He trabajado junto a gente laboriosa, inteligente y creativa. Y gracias a este medio tuve la oportunidad de conocer a dos personas especiales que hasta hace muy poco tiempo estuvieron vinculadas a la radio: Esther Borja y Cuca Rivero. Junto a ellas integré en varias ocasiones el jurado de música especializada del Festival Nacional de la Radio.

Además de escuchar y analizar programas de música clásica (¿o de concierto?) infantil, latinoamericana y nueva trova, durante las sesiones del jurado se producían pausas para conversar sobre los más diversos temas. Podía ser que Esther hablara de los nietos, de su afición a la Mesa Redonda de la Televisión Cubana o de las glorias y dificultades de Álbum de Cuba, que ella presentó hasta 1986. Tanto se identificó con este programa que, en una ocasión, un auto en el que viajaba se detuvo en el semáforo de 23 y 26, en el Vedado, y desde una guagua próxima una niña le gritó a su madre: -¡Mami, mira quien va ahí: Álbum de Cuba ¡-.

De la parte de Cuca los temas podían abarcar desde las anécdotas de Candelaria, su pueblo natal, y los coros que ella fundó hasta su labor como la Profesora Invisible de las clases de educación musical que se difundieron desde la radio para los niños de todo el país. En otras ocasiones, el interés gravitaba en su hija Silvia y su esposo José María Vitier.

Esther Borja y Cuca Rivero constituían una compañía excepcional en las sesiones del jurado que transcurrían cada año en hoteles de diferentes localidades de la Isla. Ejercían el criterio con un punto de vista próximo a los jóvenes artistas de hoy. Atesoraban un vasto mundo de referencias que estaban siempre dispuestas a compartir con los demás.

Tenían un excelente sentido del humor. Sabían establecer puentes entre las diversas generaciones. Eran figuras con mucho prestigio que escuchaban con interés los criterios que no coincidían con los suyos. Hacían gala de una inteligencia emocional “fuera de serie”.

No obstante sus largas vidas, o “mucha experiencia acumulada,” como gustaba decir Esther, nunca se mostraron cansadas. Y estaban entre las primeras en subir a los ómnibus para asistir a las numerosas actividades organizadas durante los días del Festival y en las que Esther era justamente venerada en su condición de gloria de la música.

Formar parte del jurado del Festival Nacional de la Radio junto a la Damisela Encantadora y la Profesora Invisible fue una experiencia de la que aprendí y disfruté. Frente a mi curiosidad y admiración, Esther y Cuca me entregaron muchos de sus recuerdos y lo hicieron con simpatía. Eso se lo debo a la radio.

jueves, 21 de agosto de 2008


ALABANZAS A LOS PIES.
Por: Lázaro Sarmiento
He encontrado en una de mis viejas libretas de apuntes ciertas anotaciones sobre los pies que comparto con los lectores de este blog.

Ninguna parte del cuerpo está tan cerca de la grandeza como los pies. El amor, la muerte, la gloria, la hombría siempre terminan arrojados a los pies de los héroes o de los victimarios.

Isadora Duncan decía que la bailarina debía moverse como una luz, “posarse en la tierra con la naturalidad de un rayo de luz”.

A lo que en una ocasión añadió Dulce María Loynaz : “Es decir , no debe tener pies, porque la luz no los tiene, y si los tiene, a pesar del precepto, debe olvidarse de ellos, portarse como si no los tuviera

“Pero cómo puede olvidarse una bailarina de sus pies cuando ellos son el tallo que la sostiene en el aire, el hilo que la suspende entre el cielo y la tierra, Ha de olvidarlo, sin embargo; y ha de olvidar también todo lo que persiste en ella como atadura física, su traje, su belleza, hasta su propio rostro”.

Más de la libreta de apuntes:

Como si debajo existiera un planeta subterráneo que alimentara con una vida secreta aquella multitud de pies, a cada uno, una energía diferente.


miércoles, 20 de agosto de 2008

DOS ANCIANOS EN LA FRONTERA.






Ojalá mi cámara tuviera el ojo fabulador de Nan Goldin para lograr la visualidad justa de esta pareja. Pero termino conformándome con seguir sus pasos durante un par de cuadras en su obstinación casi ortopédica de figurar en el paisaje de París.

lunes, 18 de agosto de 2008

CARLOS ACOSTA: Estrella de la danza y escritor.


Por: Lázaro Sarmiento



Está considerado en la actualidad el más grande bailarín del mundo. Demostró que un príncipe del ballet podía ser negro. En Londres lo adoran como un dios. A fines de año las compañías cinematográficas Universal y Phaté comenzarán a rodar una película sobre su vida. En mayo recibirá el importante Premio Benois de la Danza.

Carlos Acosta no sólo es una estrella universal de la danza, es también el autor de un libro que ha tenido una exitosa acogida en varios países, atributo excepcional para un bailarín en cualquier época. Ha escrito la historia de su vida con el título “No way home”. Esta biografía, publicada en 2007 por Harper Press, posiblemente se edite en Cuba el próximo año.


En declaraciones para el diario Granma de La Habana, confesó:” “Ahora estoy muy entusiasmado porque se va a publicar aquí y puedo compartir esa experiencia con mi pueblo.” Y añade”: Estoy trabajando también en el guión para hacer la película, que se empezará a filmar en noviembre o diciembre aquí en Cuba”

Comenzó a escribir su biografía en 1998 con anotaciones a mano. Luego se compró una computadora y se metió de lleno en la literatura. Leyó desde Hermann Hesse, García Márquez, Rulfo, Borges y Cabrera Infante, hasta Pedro Juan Gutiérrez y Wendy Guerra." Y según el propio Carlos ha explicado, “empezó a entender cómo contar una historia, en qué consiste el factor sorpresa, y cómo hacer para que la escritura fuera lo menos predecible. "En el futuro quiere probarse como escritor de ficción y en alguna entrevista ya ha adelantando un proyecto literario.

La especialista Isis Wirth señaló en Danza Ballet:

Siempre he pensado que en Acosta hay algo de misterioso y desconocido, una sustancia inapresable –pese a lo diáfano de su personalidad- que explica su estatura artística. Su autobiografía contribuye a desvelar el misterio, pero en la misma medida lo hace aún más atractivo.”


Foto tomada de Cubadebate.

domingo, 17 de agosto de 2008


LA PALABRA CICLON EN LA BITACORA FAMILIAR.

Mi abuelo llegó a Cuba proveniente de Las Palmas de Gran Canaria a bordo del Valbanera. Se supone que este buque naufragó la noche del 9 al 10 de septiembre de 1919 a la altura de la bahía de La Habana a causa del ciclón tropical que azotaba a la ciudad. La fecha exacta de la tragedia es un misterio. No hubo sobrevivientes.

Perecieron ahogadas 488 personas entre tripulantes y pasajeros, en su mayoría emigrantes canarios.

Mi abuelo, que se llamaba Manuel Sarmiento, había abandonado el Valbanera cuatro días antes en Santiago de Cuba, porque pensaba que este puerto estaba próximo a Los Palos, el destino de su viaje. Cuando le dijeron que esa localidad se ubicaba en el otro extremo de la Isla intentó subir nuevamente al barco pero éste había levantado anclas. Ese episodio le salvó la vida porque el Valbanera ya navegaba hacia su trágico final.

Manuel salió de Gran Canaria huyéndole al servicio militar en el ejército español. Tenía 19 años de edad. Después de un recorrido a pie desde un pueblecito de Mogán hasta el puerto de Las Palmas, subió al buque con la ayuda de un miembro de la tripulación. Venía a reunirse con tres de sus hermanos que habían emigrado a Cuba y trabajaban en la agricultura en la provincia de La Habana.

La travesía en el trasatlántico, el desembarco en Santiago de Cuba, las peripecias que tuvo que realizar, con muy poco dinero en los bolsillos, para reunirse con sus hermanos y como debió laborar de finca en finca, desde el oriente hasta el occidente de la Isla, hasta poder ver a los suyos, constituían su historia preferida. La contó con emoción infinidad de veces a sus amigos y vecinos de Madruga, municipio habanero donde vivió hasta su muerte en 1997. Todo el mundo le decía El Isleño.

En Santiago de Cuba se bajaron del Valbanera 742 pasajeros , entre ellos, un ciudadano español que dejó a bordo a su esposa y su hija con el propósito de viajar en tren hasta La Habana, adelantarse al arribo del barco, comprar una casa en la capital y recibir a su familia con ese paso resuelto. Este hombre se volvió loco y hasta los años cincuenta se le podía ver en el malecón habanero a donde iba, según decía, “a pescar el Valbanera.”

Algunos analistas señalan que cuando el Valbanera abandonó el puerto de Santiago de Cuba el 5 de septiembre de 1919 es probable que el capitán desconociera que se estaba formando un ciclón en el Golfo. Hay que tener en cuenta que en esa época los métodos de predicción meteorológica eran muy rudimentarios.

Varios sitios en internet ofrecen este dato: Los restos del Valbanera reposan en los 24º 33,5´ de latitud Norte y los 82º 28,2´de longitud Oeste, en un banco de arenas movedizas denominado Half Moon Shoal (El Bajo de la Media Luna). Este lugar se encuentra en el Santuario Nacional de los Cayos de Florida, a unas 95 millas al norte de La Habana, 40 millas al oeste de Key West y a unas 5 millas al este del Faro de Rebeca.

Fue así que ciclón se convirtió en una palabra asociada a la llegada de mi abuelo a Cuba y por supuesto a la historia de toda la familia, la de aquí y la de Gran Canaria, donde lloraron por un tiempo al joven Manuel creyendo que había perecido en el naufragio del Valbanera.
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