Me habla de sus viajes por aire desde La Habana a Santiago de Cuba. Le tiene pánico a los aviones pero esa sensación disminuye cuando está junto a su pareja. Siempre trata de que lo acompañe en sus angustiosas travesías por las nubes. Si la relación pasa por un mal momento, la pareja lo castiga con un silencio de hielo durante todo el vuelo. Ni una palabra. Mi amigo prefiere esa mudez aérea a la posibilidad, por remota que sea, de sentirse solo en caso de accidente. Y mientras hace la historia, recuerdo la frase de Marguerite Yourcenar:
“En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.”
Antiguo local de la compañía aérea KLM , en la esquina de Trocadero y Paseo del Prado, La Habana.
Arriba: Instalación del pintor Agustín Bejarano.
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