
“Aquel descubrimiento me preparó para apreciar el erotismo de una voz, igual que el cine me había enseñado a leer el erotismo de los rostros. De manera que ciertas voces de la radio entraron a saco en mis noches de niño y, según, la intensidad de las emociones, intensificaron la temperatura de mis fantasías”.
El texto pertenece a El Peso de la Paja, Memorias , El cine de los sábados (Círculo de Lectores, 1990), de Terenci Moix. En este libro el escritor español evoca los años de su infancia y adolescencia en Barcelona durante las décadas de 1940 y 1950. El cine ya entonces era su gran pasión pero también se sintió cautivado por la radio.
El niño Terenci escuchaba los radioteatros desde la cama, donde comenzó a saber de las grandes pasiones. Y a medida que avanzaba el drama radiofónico… “las voces empezaban a excitarme, mi cuerpo se encogía sobre sí mismo y, cuando ya estaba convertido en un ovillo, la mano iba en busca del sexo y acababa cerrándose sobre él. Mientras esto hacía, la voz de un narrador contaba que ya anochecía sobre los tejados de Nueva Orleáns.”
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