viernes, 8 de febrero de 2013

LIBROS QUE VAN CONMIGO: AVENTURAS DE ARTHUR GORDON PYM



 



Por: Lázaro Sarmiento

Entre mis libros entrañables figura AVENTURAS DE ARTHUR GORDON PYM, de Edgard Allan Poe.  Publicado   en Cuba en 1968  por   el Instituto del  Libro,  la  edición contó   con traducción y prólogo de Julio Cortázar. Fue el texto introductorio  del escritor argentino el que me impulsó a la lectura de esta obra que Poe dio a conocer   en Nueva York en  1838.  Las palabras de Cortázar  estimulan   a enfrentarnos a  la  extraña   y violenta poesía  del relato.  Ejemplo de magnífico  prólogo.

 “A las puertas de un gran misterio, Pym-Poe se ve precisado a callar. Y este silencio tiñe  todo el libro con un horror sagrado, insinúa un sentido ambiguo en cada escena anterior, enriquece misteriosamente el relato y a la vez lo desnuda de su fácil truculencia para dejarnos entrever detrás de esas, matanzas, ese canibalismo, esa exhibición de cadáveres descompuestos, un signo profundo del hombre en lucha consigo mismo o con el destino”.

“Con estos elementos técnicos, mapas, sus recuerdos náuticos, algunos elementos, lo ceden sus impulsos y sus obsesiones. La crueldad, la angustia del encierro y del ahogo, la podredumbre y el hambre,  el agobio de fuerzas ciegas, se ordenan y actúan  bajo  los dictados  de una lúcida pericia narrativa."


El  artista Raúl Martínez  tuvo a cargo el  diseño de  portada de esta edición cubana de AVENTURAS DE ARTHUR GORDON PYM, de Edgard Allan Poe.

domingo, 3 de febrero de 2013

COMPRO VIDAS.



Por: Lázaro Sarmiento

Necesitaría varias de las siete vidas de un gato para concluir todos los libros que me gustaría leer antes de irme para siempre a un  rincón invisible del universo.   Esta tarde mientras buscaba Ejercicios para hacer de la esterilidad virtud, del irónico y eminente escritor Antón Arrufat, me vinieron a la mente algunos de los primeros libros que, recuerde yo, llegaron a mis manos. Creo que mi primera biblioteca estuvo conformada por:

1.- El Libro de Oro de la CMQ, 1959.
2.-Así es mi país, de Antonio Núñez Jiménez.
3.-Selecciones del Reader s Digest.
4.-El reposo del guerrero, de Rochefort Christiane
5. Varios números de Mecánica Popular.
6.-El Álbum de "postalitas” de la Revolución Cubana.
7.-Libro de Lectura (5to o 6to grado, editado en algún país latinoamericano).
8.-Los 500 millones de la Begún, de Julio Verde. (Nunca terminé su lectura)
9.-Y el Atlas Geográfico Mundial de Bolsillo. (Praga, 1963)

De cada uno, recuerdo un texto, algunas imágenes, un dato, o la curiosidad con la que eran hojeados. No sé ni cómo tempranamente llegué a El reposo del guerrero. Pero, me impactó la manera en que la joven descubre el cuerpo desnudo del guerrero tirado sobre la cama. Una descripción que desde entonces he  recreado un millón de veces en mi imaginación.




Fotos: Con la maestra Martha en la graduación de sexto grado. Escuela Rubén Martínez Villena, de Luyanó.

SEXO EN LA CIUDAD


 
Se trata de una exposición abierta en la galería La Acacia (al costado del Capitolio de La Habana) . El título ya dice algo, o mucho, o nada. A la entrada de esta muestra de pinturas y fotografías se advierte que contiene imágenes que pueden dañar su sensibilidad. Su curador es el joven Píter Ortega Núñez (La Habana, 1982), licenciado en Historia del Arte y  Premio Nacional de Critica del Arte Guy Pérez Cisneros (2008). Píter es autor del libro titulado Contra la toxina, en cuyo prólogo Rafael Acosta de Arriba opinó: “Apreciamos este libro no como el balbuceo de una voz que intenta alzarse en el concierto de la crítica, sino como una presencia precoz a la vez que firme en el panorama artístico cubano".
Ah, y la exposición Sexo en la ciudad  es solo para mayores de 18 años.
Imagen: S/T, de la serie Carrera de triple filo, 2012, de Lidzie Alvisa.

lunes, 28 de enero de 2013

SANTOS SUAREZ


Por: Lázaro Sarmiento

 
Santo Suárez  es  el lugar donde  he sido más feliz en   mi vida. Yo era de Luyanó con su esquina de Toyo, con la gente caminando por el medio de la calle, con  la Vía Blanca y con los  cafés  de la Calzada de  Concha y con mis pulcras  escuelas, la primaria y la secundaria,  construidas  después de la Revolución. También en Luyanó estaban mis amigos de todos los días  que jugaban a hacerse los  héroes del beisbol y  me llevaban al cine Ritz para que aprendiera a fumar a escondidas en el balcony mientras pasaban la película Tigres en alta mar.

Sin embargo,  elegí a Santos  Suarez como  mi barrio adoptivo. Allí vivían mi abuela y mis tías. Santos Suárez con sus magníficos parques y los flamboyanes de la avenida Santa Catalina.  ! Y qué decir de la esquina donde estaban la cafetería  Niágara con sus sándwiches, el cine con sus estrenos de  los jueves, la pizzería, una  librería  bien surtida y la parada de las rutas 37 y 79 ¡ Yo bajaba por la calle Estrada Palma y siempre  me  detenía   frente a la casa blanquísima de Amelia Peláez  para imaginarme una  vida entre pinturas, plantas y cerámicas . Pero mi fachada preferida era la casita de  madera en la misma calle y que por puro milagro ha sobrevivido hasta hoy, con un  estilo que no es el nuestro pero de un encanto que es universal. Y, sobre todo, en Santos Suárez descubrí el   gozo expectante y el placer sexual mientras caminaba acompañado hacia la Ward,  la heladería    que  pronto se convertiría en símbolo de mis deseos y  hallazgos.   

Arriba: Casa de Amelia Peláez en la calle Estrada Palama, donde también se levanta la casita de madera que se muestra abajo.

 

RUTAS DE LA INFANCIA


 
El  ATLAS GEOGRAFICO MUNDIAL  DE BOLSILLO, editado en  Praga en 1963, fue el primer libro que  adquirí de niño.  Se lo compré a un vendedor   que  ofertaba  su mercancía  en  la entrada del Hospital La Benéfica, en la Calzada de Concha, en Luyanó.  Luego,  Higinio,   un  joven capitán de barco que visitaba a  mi  familia ,   me  contaba   con  el  Atlas   en  las     manos de  rutas trasatlánticas  y de lejanos puertos que encendían mi curiosidad.   También hablaba de  tormentas oceánicas  y de peces gigantescos. Con el tiempo,  aquel capitán de la Flota Cubana de Pesca desapareció de mi entorno. Y desaparecieron estados  como  la URSS, la  RDA y lo misma Checoslovaquia,  donde  imprimieron  los mapas especialmente para los cubanos.  El Atlas envejeció y el mundo se rejuveneció. Pero no  cambió   mi  nostalgia por las  clases de geografía  cuando Higinio me decía que el mundo cabía en un bolsillo.
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