lunes, 14 de diciembre de 2009

LUCES DEL PUERTO DE LA HABANA.


La Habana tiene zonas que nadie ha visto, escribió Miguel Barnet en su libro Viendo mi vida pasar. Y esta tarde , al bordear la ciudad profunda por la Avenida del Puerto, celebro los lugares que camino una y otra vez y que disfruto como la primera vez . Entonces parece que se cumpliera la afirmación del fabulador y etnólogo y sigo buscando, como una hormiga afanosa , esas zonas de La Habana que nadie ha visto.



“ahora mi corazón se hospeda en la ciudad y su aventura.... "(Nancy Morejón en Amor, ciudad atribuida)



“La costa se ennegrece. Los barcos parecen detenidos
El mar viejo huele a kerosene, a piel podrida.
Amo ese olor, esas aguas de desperdicios.
Desde el anfiteatro llega un clamor de voces y aplausos.
La vida, verdaderamente, no tiene fin”. (Miguel Barnet en Muelle de Luz)

Ómnibus escolares traídos a Cuba por la solidaridad de Pastores por la Paz, de Estados Unidos. Detrás el edificio de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

“Hay una noche limpia; la del mar y la luna.
Había un pueblo de luces en el agua tranquila,
con calles solitarias por donde, sin quererlo,
dejábamos vagar nuestra inquietud y ternura” (Ángel Augier en Nocturno diferente)


“a lo lejos
una lancha se encamina a cortar
el ombligo del cielo” (Nancy Morejón en Puerto de La Habana)

Fotos: Lázaro Sarmiento.

domingo, 13 de diciembre de 2009

GRETA GARBO, LAS DIOSAS TAMBIEN CRUZAN LA CALLE.

Por: Lázaro Sarmiento

Es difícil imaginar que esta figura que cruza una calle en la zona este de Nueva York un día de 1955 sea Greta Garbo. Parece un personaje fantasmal de los bosques nórdicos llevando un secreto de una acera a la otra. Nada de glamour sobre el asfalto. Y nada sugiere que detrás de esa silueta, dibujada por una capa, un bolso y unos zapatos anticuados, se esconda uno de los símbolos supremos del cine. Y sin embargo, es ella. La foto pertenece a los archivos de la revista Life, abiertos a internet desde 2008.

En una serie de retratos publicados bajo el titulo de Señoras y señores, Juan Marsé escribió que Greta Garbo “se anticipó a su tiempo por una estricta cuestión de ritmo corporal: se movía, miraba, andaba o se estaba quieta, con un sentido del tiempo y del espacio distinto por completo del que tenían sus contemporáneos”.

El novelista español comentaba que el misterio de Greta Garbo “no consistió en otra cosa que en la alteración de un ritmo, en la imposición de un compás distinto. Viendo cualquier película suya de la primera época, la ruptura que imponía su presencia, estática o moviéndose, la distinguía”.

Ese efecto Greta Garbo lo disfruté hace veinte años en la sala Ideal, entonces funcionando (tenía una programación que se anunciaba de cultura cinematográfica). El Ideal, un antiguo cine de barrio con 450 butacas, está en las calles Acosta y Compostela, en el Centro Histórico de La Habana. El filme exhibido era una copia restaurada de La leyenda de Gösta Berling, de la etapa del cine mudo.

Una foto puede convertir a una leyenda en una mortal transeúnte de Nueva York. Las diosas también cruzan las calles.















La actriz Greta Garbo nació Estocolmo, Suecia, 18 de septiembre de 1905 y murió en Nueva York, en Estados Unidos, el 15 de abril de 1990.
Sobre la foto de arriba: "Reclusive film star Greta Garbo clad in knit cap, long dark coat & clunky high-topped shoes, clutching a large handbag to her chest as she walks across intersection in front of several taxis waiting for the light on an East Side Street. Location: New York, NY, US . Photographer: Lisa Larsen taGarbo en la calle. "Archivos de la revista Life.
Sobre el texto citado: Marsé, Juan. Señoras y señores. Retratos con retoques (1974-1984). Plaza Janés. Barcelona, 1998.



TEXTOS RELACIONADOS:
LA DIOSA DEL CINE Y SU AMANTE MERCEDES
EL MEMORANDUM CUBANO DE GRETA GARBO

jueves, 10 de diciembre de 2009

PASEANDO POR EL CEMENTERIO BAUTISTA.

Por: Lázaro Sarmiento

Cuando en 1877 se fundó el Cementerio San Juan Bautista, los terrenos de los alrededores no tenían ni remotamente el glamour urbanístico que alcanzó hace varias décadas. Estoy refiriéndome al Nuevo Vedado y al Cementerio Bautista de La Habana, el oasis funerario de una comunidad de cristianos protestantes, rodeado de casas coquetas, una escuela, jardines con hojas de corazón de león y una muestra de viviendas inventadas o modificadas junto a sus muros. Muy cerca hay varios edificios altos. Y los árboles verdísimos y frondosos diseñan un ambiente de parque sin regulaciones.

Me gustan los camposantos y me gusta éste en su pobreza de pretensiones y carencia absoluta de valores arquitectónicos (aprecio igualmente la necrópolis de Colón, por los motivos contrarios). Aquí, el abandono y deterioro de la mayoría de los sepulcros crean un encanto de ruinas gregarias sin ninguna memoria esplendorosa.

Algunas tumbas tienen fechas muy antiguas y quizás pertenecieron a familias que se extinguieron o se diluyeron por el mundo.

Con la mirada planeando sobre las 1, 23 hectáreas de este terreno de reposo, un amigo me dice que no le gustaría ser cremado, que tras su muerte él quiere que lo lleven a la tierra para que el cuerpo nutra el suelo.

En el Cementerio Bautista, viendo las alfombras verdes y los árboles saludables con sus raíces buscando la química de la vida , pienso en los vasos comunicantes entre la tierra, los cuerpos y el paisaje.

Por momentos, parece como si hubiera sido olvidado en medio de la ciudad o ya no acogiera ceremonias fúnebres.

Calles San Juan Bautista y 37, área residencial La Dionisia, Nuevo Vedado, Municipio Plaza de la Revolución. Entrada principal del Cementerio Bautista de La Habana.

Aquí yacen los restos del doctor Alberto de Jesús Díaz Navarro (1852-1916). Según consta en el humilde monumento, fue Capitán del Ejército Mambí y apóstol de la obra bautista en Cuba.


La fecha de la lápida de Karen Quintana Peña (2007) nos advierte que el Cementerio Bautista de La Habana continúa ofreciendo servicios a la comunidad.

Fotos: Lázaro Sarmiento

martes, 8 de diciembre de 2009

BAILANDO CON SETSUKO ONO

Por: Lázaro Sarmiento

En el Hotel Nacional de La Habana, a unos metros de la piscina donde Ava Gardner se mostraba como el animal más bello del mundo, está anclada desde hace cinco años la escultura titulada Baile. Su autora es la artista y economista japonesa Setsuko Ono, hermana de Yoko Ono.

El conjunto, integrado por tres figuras de hierro, un hombre, una mujer y un niño bailando, “amor de familia”, constituye un detalle de democracia artística, fuera del tiempo, en medio de la elegancia rosa, intacta, del hotel.

Las figuras de Baile han logrado una rara armonía con el lugar. Me recuerdan esta frase de Gastón Baquero: “La danza puede ser el idioma perdido de unos dioses”.

Aprovecho para fotografiarme con los humildes dioses de Setsuko Ono.

domingo, 6 de diciembre de 2009

NUEVO VEDADO, ENTRE ABRAZOS Y POSTALES

Por: Lázaro Sarmiento

Salgo de Los abrazos rotos con deseos de caminar por el Nuevo Vedado mientras espero la próxima película del Acapulco, una de las salas de proyecciones del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Me atrae una casa verde, tramposamente familiar, representativa de las residencias de la pequeña burguesía cubana de los años cincuenta , al igual que otras muestras del barrio, incluidos el cine, el supermercado, la gasolinera, la jardinería; postales de lo que se consideraba moderno en la capital cubana en la segunda mitad del pasado siglo. Algunas veces aparece esta vivienda en mis viajes en la máquina del tiempo. No conozco a sus actuales inquilinos pero de niño estuve en su interior y llegué hasta la cocina (que era un set de televisión).

A la casa verde la recuerdo por un episodio mínimo de mi infancia.

Un día, el esposo de una de mis tías me trajo de visita a esta residencia que ahora contemplo desde la acera de enfrente y en la cual vivían en aquella época sus familiares. Los antiguos propietarios habían salido el país en los primeros tiempos de la Revolución pero en las agarraderas de los estantes de la cocina permanecían dibujadas las iníciales de sus nombres: N S y J A. Normita Suárez y Jesús Albariño constituían una pareja de actores de la radio y la televisión, cuyos nombres escuché mencionar varias veces a las personas que habitaban entonces la casa. A la gente le gusta establecer una familiaridad irreal, chismográfica, con todo lo relacionado con los artistas famosos.

De pronto mi tío político abrió el amplio refrigerador, y como en un set de televisión, me preguntó si quería tomar yogurt. Y a mis oídos infantiles esa palabra les sonó gustativa, tentadora, mágica, por una única razón: yo nunca había ingerido aquel lácteo que en los minutos siguientes iba a resultar delicioso a mi paladar, servido con cubitos de hielo en una lujosa copa de bacarat, otra vez, como en televisión. Fue así que el descubrimiento del yogurt convirtió esta casa en una de las fachadas inolvidables de mi infancia, aunque siempre un lugar ajeno. Pero ya es hora de que deje de mirar y fotografiar esta cuadra del Nuevo Vedado porque comienzo a llamar la atención de los vecinos y pueden pensar que soy un espía internacional.

Me alejo como forastero en los escenarios de mi memoria.



Imágenes del Nuevo Vedado: El cine Acapulco, residencia típica de esta zona de La Habana, la Avenida 26 y público esperando función en la citada sala. Fotos: Lázaro Sarmiento.
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